EN 2017 FUE DISTINGUIDA COMO LA ESTUDIANTE UNIVERSITARIA MÁS LONGEVA

| 30/06/2020

Elma en su cumpleaños 98 quiso hablar del gran amor de su vida

Susana Alegría
Elma en su cumpleaños 98 quiso hablar del gran amor de su vida
El año pasado mostrando su medalla de estudiante más longeva. (Foto: Facundo Pardo)
El año pasado mostrando su medalla de estudiante más longeva. (Foto: Facundo Pardo)

Elma Sara Morris acostumbra festejar cada cumpleaños rodeada de amigos pero es la primera vez que no puede hacerlo, por la pandemia de COVID-19. De todas maneras tuvo una torta y le hicieron llegar salutaciones a lo largo de toda la jornada.

En el 2017 fue noticia a nivel nacional al ser reconocida como la estudiante más longeva del sistema universitario de nuestro país, continúa cursando y ahora está dudando entre continuar con psicología o filosofía como próxima meta.

Siempre los festejos los realiza en una chocolatería y confitería tradicional de calle Mitre, en este momento tan particular, los titulares de ese comercio le hicieron llegar una canasta de productos como obsequio.

En notas anteriores hemos hablado mucho de su vida pero ahora, quizás sensibilizados por el aislamiento, por esa necesidad imperiosa de dar y recibir abrazos, decidimos hablar del amor.

Elma nació y se crió en Flores y al recordar a ese primer hombre afirmó “era del barrio y yo lo odiaba”, con esa sorprendente respuesta, había mucho más para preguntar.


El festejo de 2019 muy diferente. (Foto gentileza)

Cada domingo por la mañana ella se encargaba de lavar la vereda “él siempre me decía algún piropo y yo me daba vuelta para otro lado furiosa, evidentemente ya sabía mis horarios, así que un día junté bastante agua en la escoba y cuando pasó, se la sacudí y lo empapé”. Esa secuencia fue vista por su mamá quien la reprendió diciéndole ¿cómo te atreviste a hacer semejante cosa?

En esos tiempos, las jóvenes iban al baile por la tarde acompañadas por sus madres, “nosotras íbamos al Club del Banco Provincia, un día llegamos y cuando nos sentamos, veo que en la mesa de atrás estaba él con un amigo”.

Tenía ya 24 años pero al ser soltera, estaba mal visto que saliera sola “le dije a mi mamá, si me saca a bailar el rubio ese, lo voy a despreciar diciéndole que no”. La respuesta fue contundente, “bueno, si hacés eso, nos vamos a casa y no venimos más”.

Obviamente que el caballero se acercó “bailamos foxtrot y algunos tangos, él me hablaba y yo miraba para otro lado”. Después de ese primer acercamiento la iba a buscar al trabajo o la acompañaba hasta el tren “se ponía al lado mío y yo seguía sin mirarlo, aunque era muy pintón para mí seguía siendo odioso” aseguró. Seguía al lado de ella en los bailes “siempre terminaba en sus brazos aunque no quisiera pero después, esa furia se me pasó” dijo.

“Un día mi papá lo invitó a que pasara a casa y bueno, ya está, entró a mi vida y después me fui encariñando porque era tan perseverante que me ganó por cansancio”, dijo.

Así Otto poco después le propuso matrimonio y estuvieron juntos aproximadamente 70 años “se terminó convirtiendo en el amor de mi vida al final” afirmó.

La pareja no tuvo hijos “mis padres se divorciaron y mi hermanito de 8 años quedó solo, Otto decidió que se viniera a vivir con nosotros así que lo criamos y convivimos hasta que tuvo 23 años”.

Al sur

El viaje de bodas fue a nuestra ciudad “estaban los carteles del edificio y Otto me dijo qué me parecía si comprábamos un departamento para venir en verano, le dije ‘hacé lo que quieras’”. Fueron a ver al dueño y cerraron trato pero tardaban mucho en continuar la obra “mi marido le dijo que le diera siete obreros y él terminaba el departamento y así fue”.

Otto en Buenos Aires tenía una empresa de construcción entonces cuando finalizaba las obras, se venían a pasar un tiempo a Bariloche hasta que finalmente, decidieron mudarse de manera definitiva.

“La empresa de mi esposo tuvo a su cargo la construcción del Planetario que está en Palermo, fue un encargo de la Municipalidad” contó.

Elma es una gran amante de la lectura y en nuestra ciudad, cuenta con un grupo de oratoria, se juntan una vez por semana a compartir textos y comentarlos, actividad que por la pandemia debieron suspender.

“En casa los libros no faltaban, además yo fui pupila en un colegio inglés al que iba Mirtha y Silvia Legrand, pero ellas entraron cuando nosotras estábamos por terminar” recordó.

Necesita estar bien informada aunque reconoce que la política no le gusta. Estudió oratoria, teatro, inglés e historia del arte. Practicó y enseñó tai chi hasta que una fractura de cadera le impidió movilizarse bien, pero nada ha logrado deprimirla y continúa con un humor envidiable.

“Ahora quiero ir a la universidad a buscar las planillas para inscribirme aunque todavía no me decido qué seguir estudiando por medio de Upami, me gusta mucho psicología o filosofía”. Agregó “por ahora paciencia porque con esto del virus me tengo que cuidar”.

Guillermo Pérez Gallinguer fue su profesor, quien ha demostrado en realidad ser mucho más que eso, aunque le da vergüenza admitirlo, durante su problema de salud la ha visitado a diario en su internación, siempre pendiente. Un hermoso ejemplo de vida, digno de imitar.

Susana Alegría

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