A DIECISIETE AÑOS DE SU MUERTE

| 30/06/2020

El recuerdo de la última entrevista a María Gabriela Epumer

Christian Masello
El recuerdo de la última entrevista a María Gabriela Epumer
María Gabriela Epumer, en la entrevista a pocos días de su muerte.
María Gabriela Epumer, en la entrevista a pocos días de su muerte.

La cantante y guitarrista María Gabriela Epumer falleció el lunes 30 de junio de 2003. Días antes, el 21, brindó la que se transformaría en su última entrevista.

Había llegado a Mar del Plata para un concierto que formaba parte de una mini gira presentación de su disco solista The Compilady.

El espacio donde actuó era un café pequeño, a la usanza de los Hard Rock pero a menor escala, ubicado en un shopping.

Por la tarde había dado una conferencia de prensa en ese lugar, tras la cual se prestó a un mano a mano en una de las mesas del bar. Resultaba interesante conversar con ella.

Su abuelo Juan fue guitarrista de Agustín Magaldi, su hermano Litto formó parte de Madre Atómica y Spinetta Jade, y su tía era Celeste Carballo.

Desde 1994 integraba la banda de Charly García (su cómplice sobre el escenario). Había sido parte de Viuda e Hijas de Roque Enroll y Maleta de Loca. Tocó también con María Rosa Yorio, Sandra Mihanovich, Celeste Carballo, Fito Páez y Luis Alberto Spinetta, entre otros.

Descendiente de indios ranqueles (era tataranieta de un cacique rankülche), ideó y llevó adelante el colectivo artístico Montecarlo Jazz Ensamble, con el que grabó dos CD a beneficio de las comunidades indígenas.

Para mucha gente ajena al universo musical, era aquella rockera de rasgos bellos y singulares que había sido pareja de Darío Lopérfido, una relación que comenzó cuando él era secretario de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires y continuó cuando pasó a ser titular de Cultura y Comunicación de la Nación durante la presidencia de Fernando De La Rúa.

Salvo en la etapa de aquel romance, que la puso en el ojo de la opinión pública, cultivó el bajo perfil, aun cuando había saboreado el éxito popular con Viuda e Hijas de Roque Enroll y respaldaba con su guitarra, en shows y grabaciones, a Charly García. Justamente, en uno de los conciertos anunciados con escasa antelación que solía brindar el músico en establecimientos reducidos durante su etapa Say No More, un guardia de seguridad le había bloqueado el paso porque dudaba que esa mujer de eternas facciones juveniles fuera parte del grupo…

Tenía algo de felina: el pelo tapándole parte del rostro; la manera en que hilaba las palabras, cual ronroneos; la mirada algo distante, sabiéndose observada, con la pretensión de parecer indiferente; los movimientos corporales, suavemente distinguidos…
Aquí, la charla de aquella tarde invernal:

El Cordillerano: – ¿Cuándo conociste a Charly García?

María Gabriela Epumer: – Lo conozco desde los nueve años, porque una de mis tías era novia del baterista de Sui Generis, Juan Rodríguez. Yo era un piojito e iba a los recitales. Si bien él en aquel momento me veía, después no recordaba que yo era aquella nena.

E.C.: – ¿Cómo llegaste a ser parte de su banda?

M.G.E.: – Me vio en un grupo que se llamaba Las Chicas, un trío power en el que había solos con mucho lucimiento de cada instrumentista. Ya me conocía, pero es como que ahí me vio tocar más. “¡Ah!, ¡qué bien!”, me felicitó, y bueno…

E.C.: – Después de tantos años de tocar con él, ¿cómo es compartir un escenario en la actualidad?, ¿se gozan otras cosas?

M.G.E.: – Sí, es más cotidiano, una está más relajada. Al principio, me hacía problema por todo lo que iba a hacer, y también por lo que no hacía… Ahora disfruto.

E.C.: – A Charly siempre se lo emparenta con los excesos. Como parte de su banda, ¿cómo tomás el tema?

M.G.E.: – Respeto las decisiones de cada persona, más si son grandes. Yo lo acompaño en la música. Colaboro con él en todo lo que esté relacionado con eso; lo demás es vida personal, y ya ahí no me meto.

E.C.: – Pero pertenecés al mundo del rock, y sabés que al género suele relacionárselo con los abusos de sustancias.

M.G.E.: – En todos los ambientes hay mitos. No es bueno generalizar. Siempre hay excepciones. Aparte, no me importa lo que hagan los demás a nivel personal, no soy prejuiciosa de meterme a ver qué hizo éste o aquél otro. Cada uno hace como puede… ese es el tema.

E.C.: – Acostumbrada a integrar un grupo donde el líder es otro, ¿te gusta esto de tomar la última decisión en tu faceta solista?

M.G.E.: – Sí -rió.

E.C.: – ¿Es muy distinto cuando formás parte de una banda de otro artista?

M.G.E.: – Sí, pero una tiene que saber ocupar el espacio que le toca. Cuando toco con Charly, él es el jefe; aunque no esté de acuerdo en algo, es así.

E.C.: – ¿Cómo recordás los años con Viuda e Hijas de Roque Enroll?

M.G.E.: – Con mucha alegría. Tengo muy buenos recuerdos. Nos divertíamos mucho. Era increíble lo que se provocaba en la gente, y también en nosotras; era una fórmula explosiva.

E.C.: – ¿Pensás que esa etapa festiva que se vivió con Viuda e Hijas coincidió con un período especial de la Argentina?

M.G.E.: – Sí, tuvo que ver con un renacimiento de la música en español, y también de las canciones alegres.

E.C.: – En la actualidad, ¿sería más difícil para un grupo como ese alcanzar la popularidad de aquel momento?

M.G.E.: – Con la misma difusión que teníamos, no… Sonábamos todo el día, hasta en la sopa -carcajeó.

E.C.: – ¿Cómo recordás la tapa de la revista Rolling Stone donde aparecías con Lopérfido? (en el número 29 de la edición argentina de la publicación, en agosto de 2000, una foto de ambos en la portada era acompañada del título “El rock al poder”)

M.G.E.: – Por ahí ahora no lo haría… compartir con mi pareja… pero en ese momento se dio así. Dije: “¿Por qué no?”, la Rolling Stone es una revista de música, y yo lo soy. Fue la única nota que dimos juntos… y la última. No sé si tendrá algo que ver, si nos marcó en algo –rió-, porque al toque nos separamos.

E.C.: – Siempre viviste en el mundo de la música, ¿cómo fue eso de estar con alguien relacionado con el poder?

M.G.E.: – Extraño, rarísimo…

E.C.: – Lo pregunto por la vida cotidiana.

M.G.E.: – Era un aprendizaje por el que seguramente tenía que transitar. Teníamos puntos de encuentro, pero era raro. Había mucha exposición; a mí no me gustaba. Se hizo como una bola de nieve que ya era imposible de sostener. Una combinación explosiva.

E.C.: – La guitarrista y el…

M.G.E.: – Sí… era el título perfecto.

E.C.: – Sos descendiente de ranqueles, ¿ese bagaje cultural te influyó en lo artístico?

M.G.E.: – No en lo concreto, pero…

E.C.: – Tal vez inconscientemente…

M.G.E.: – Sí. Me siento súper orgullosa de mi apellido. Justamente, hace cuatro días volvimos de La Pampa, donde estuve con un montón de familiares, porque es la zona donde estaba mi tatarabuelo, y sentí algo especial… no sé cómo explicarlo.

E.C.: – En tu interior, algo hay…

M.G.E.: – Sí, sí…

Epílogo triste

María Gabriela Epumer falleció de un paro cardiorrespiratorio en Buenos Aires. Las causas nunca estuvieron claras. Incluso se habló de negligencia e imprudencia médica. Días antes existió un diagnóstico de gripe con secreción mucolítica, recetas de antibióticos y broncodilatador; se mencionó a una homeópata y la suspensión de los medicamentos; hubo también una guardia de hospital, edema en el rostro, tos seca, disnea…

Aún hoy, las incógnitas son muchas. Sobran preguntas; faltan respuestas. Tenía treinta y nueve años.

Christian Masello

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