AHORA ES MAXIGROOVES

| 16/06/2020

Desde la lejana Barcelona, Máximo Mastrolía irradia su primer álbum

Adrián Moyano
Desde la lejana Barcelona, Máximo Mastrolía irradia su primer álbum
Mastrolía versión catalana.
Mastrolía versión catalana.

Lleva un título en inglés: “Paradigm shift (Cambio de paradigma)”. El ex La Bohemia, Trío Burgol, Dieter Blues Band, Beetups y tantas otras formaciones, pugna por abrirse paso en la capital catalana a puro batir de parches.

En la lejana Barcelona y en tiempos de pandemia, Máximo Mastrolía dio vida a su primer álbum solista. Para desempeñarse en tierras catalanas, el baterista que dio sus primeros pasos musicales en Bariloche, asumió la identidad de Maxigrooves y sortea las restricciones con “Paradigm shift (Cambio de paradigma)”, un puñado de obras donde la batería es dueña y señora. Al igual que sucede aquí, en el Mediterráneo las presentaciones en vivo deben esperar pero la música ya suena en plataformas digitales y para todas latitudes.

No hace tanto que el músico migró, pero quizás haga falta recordar su intenso trajín barilochense. “La primera banda fue La Bohemia, que después se transformó en Blusers, una experiencia muy linda en la que aprendí mucho”, evocó Mastrolía. “Después, estaba en una situación en la que necesitaba definir qué quería hacer de mi vida, entonces me fui a estudiar a La Plata a la Escuela de Música (EMU). Ahí toqué en bandas de ensamble que si bien sonaban bien, todos estábamos aprendiendo”. Paso necesario.

“Cuando volví a Bariloche en 2009, empecé a tocar en el Trío Burgol, con Pedro Bellora y Raúl Carrasco. Fue una experiencia muy interesante, siempre voy a estar muy agradecido con los dos porque me pusieron en contacto con situaciones a las que yo no estaba acostumbrado. Cuando uno sale de la EMU, piensa que ya sabe todo y la verdad, ese es el primer paso”, razonó el baterista. “Entre el Trío Burgol y La Bohemia estuvo General Lee, con Guillermo Lara y Marcos Antona, una cosa más hard rock”, recordó.

Al disolverse el trío con Bellora y Carrasco, “compré la Escuela Creadores. Esa también fue una situación interesante porque podía ensayar todo el día y fue un paso hacia la adultez. Creadores fue como una banda, como un hijo... Con Raúl y Diego Barrientos, hicimos la Dieter Blues Band, que todavía existe, para volver un poco a las raíces del blues y del rock con una eminencia, como es Dieguito. En el medio también toqué con La Mezcla haciendo algunos reemplazos, al igual que en La Hot Line”, completó Mastrolía.

Su rumbo adquirió facetas más laborales. “Toqué con Inés Berro, con Nash, con los Beetups… Eso estuvo buenísimo y le agradezco al Chango (Pargade) la oportunidad porque las personas que se dedican a conseguir que los demás toquen, a veces son poco valoradas y básicamente, todo sucede gracias a ellos. Él logró muchas cosas con los Beetups… Ahí entré en una movida de trabajo y tocamos mucho. También le tengo mucho cariño a Solaz Trío, con Alejandro Bianco Dubini y Germán Lema… Con ellos hacíamos experimentación en torno al jazz y de ahí salió una muy buena amistad, que es lo que importa. Después, me fui a trabajar a un barco y cuando volví, estuve en Rola Gitana, con Martín Boschile”. Por ahora, su último capítulo barilochense.

Más dominio

Mastrolía fue en busca de otros horizontes porque “siempre pensé que lo que tocaba no era suficiente y lo sigo pensando. Entonces, mi búsqueda pasa por tratar de lograr un mejor dominio del instrumento. Todas las veces que me fui, fue porque sentía una profunda insatisfacción con la manera en que tocaba, me escuchaba y me quería matar… De hecho, a veces paré porque tenía que replantearme por qué lo estaba haciendo. Cuando estaba en La Plata, conseguí un contrato para tocar en un barco pero una semana antes de irme lo cancelaron. Como ese había sido mi sueño siempre, me sentí muy mal y volví a Bariloche para curar un poco la herida del corazón”. Fue apenas una pausa.

“Necesitaba un cambio de timón”. Tiempo después, “vendí Creadores y fui a Nueva York a probar suerte. Como consecuencia, conseguí un contrato junto a Wendy Flores, una chica de Bariloche, que me dio la oportunidad de subir al barco”, resaltó el baterista. “Trabajé un tiempo y volví a sentir que no me gustaba la idea de tocar siempre lo mismo, por más que el dinero estuviera impresionantemente bien. A veces, el trabajo de músico profesional es repetitivo pero fue un aprendizaje importante. El trabajo de la música no es solo la música, sino también otras cosas como ser puntual, estar bien vestido, ser educado, poder hablar otro idioma y desenvolverse en ambientes raros, como el de un barco. Pero mi alma me decía que tenía que tener mi propia voz, más allá de lo que hiciera después”.

Fue entonces que su mirada se dirigió a la capital catalana. “Tomé la decisión de venirme a Barcelona y de empezar a componer. Ya tenía cosas hechas y tuve la suerte de encontrar a quien ahora es mi amigo, Waly Von Haus, él me dio la direccionalidad cuando me dijo: estos temas están buenos pero le podríamos agregar esto… Me educó en la manera de componer y también me ayudó a darle forma, incluso en los solos del disco que saqué hace poquito: Paradigm shift”.

Explicó Mastrolía que “el nombre en inglés es por una cuestión exclusivamente comercial porque Barcelona es una ciudad más cosmopolita. Es un disco bastante experimental, en donde puedo expresarme en la manera que a mí me gusta y esa fue la idea: decir esto soy yo al 100 por ciento.

Cuando uno toca con otra gente tiene que hacer concesiones en pos de la música y de los gustos de los demás, eso no me molesta porque el trabajo de banda es hermoso. Pero este disco es 100 por ciento yo”, ratificó. Identidad barilochense a orillas del Mediterráneo.

Vocabulario de jazz para sonoridades múltiples

Desde el predominio de los parches, “quise que el disco englobara todas mis influencias, desde el jazz, donde hice mi formación más seria, quizá no con su sonoridad pero sí con su vocabulario y los solos... Después, traté de englobar el rock, el hard rock, el punk, la música electrónica… Esa es la sonoridad del disco y por eso decidí grabarlo con batería electrónica, porque me permitía tener la mayor cantidad de variedad de sonoridades. De lo contrario, a nivel presupuestario iba a ser más costoso y aparte, me parece que es una voz que está bastante inexplorada en la música en general.

Creo que ofrece una gran variedad de oportunidad y manera distintas de sonar en un mismo concierto”, defendió Máximo Mastrolía.

En “Paradigm shift” ocurre que “si bien la mayoría de mis temas son instrumentales, tengo algunos con letra en los que hago una oda a mi idea de mi vida: una cuestión energética y de pensamiento positivo, en la que uno piensa lo que es. Cuestiones sobre el rencor, el perdón y como trato de entender la vida, en base a los buenos sentimientos y la manifestación del universo en que queremos vivir”, definió.

Como se recordará, el COVID-19 hizo estragos en España y su llegada hizo que el barilochense tuviera que redefinir etapas. “Como punto de partida de mi carrera musical en Barcelona tenía a la presentación de mi disco, pero por las circunstancias que sabemos eso se suspendió y estoy viendo de qué manera puedo ponerlo en marcha”, concedió. “Estoy empezando a juntarme con músicos del jazz y la fusión como para empezar a entender cómo funciona todo, porque si bien Barcelona es una ciudad muy grande, también tiene códigos que uno tiene que conocer para ser programado como artista”. Mientras escampa, “estoy trabajando intensamente en armar otras cosas paralelas a mi disco para abrir el abanico de posibilidades. También dando clases y tratando de hacer crecer los shows”, compartió, Maxigrooves, indoblegable.

Adrián Moyano

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