LA UTOPÍA AGRARIA QUE NO FUE

| 22/05/2020

La “Suiza argentina” como prehistoria del Parque Nacional Nahuel Huapi

Adrián Moyano
La “Suiza argentina” como prehistoria del Parque Nacional Nahuel Huapi

La comparación de la zona cordillerana del norte de la Patagonia con el país europeo proviene de los exploradores militares y científicos del siglo XIX, con énfasis en los escritos de Ramón Lista. Fue una “representación” que en términos concretos, no llegó a materializarse como proyecto.

La franja cordillerana del norte de la Patagonia que se caracterizó como “Suiza argentina” no sólo llamó la atención de quienes escribieron las primeras descripciones, también se valoró de manera diferenciada al resto de la región y se representó en diversos proyectos territoriales y mapas. En palabras del historiador Pedro Navarro Floria, se ideó como “utopía agraria” y correspondió a Ramón Lista la instalación de tan peculiar denominación.

En el trabajo que tituló “Procesos de resignificación, desarrollos locales y formación territorial en los Territorios Nacionales. El caso de la ‘Suiza argentina’ entre los siglos XIX y XX”, el recordado investigador estudió, entre otras cosas, los primeros intentos de demarcación jurisdiccional. Así, encontró que en el proyecto de ley de Territorios Nacionales que elaboró una comisión especial del Senado con Bartolomé Mitre como presidente (1872), se preveía formalizar, entre otros, el Territorio de los Andes (entre la cordillera y los ríos Diamante, Chadileuvú y Colorado - Grande) y el Territorio del Limay (entre los ríos Neuquén, Limay, y las montañas), con la franja cordillerana más valorada incluida.

Sin embargo, en el proyecto definitivo de 1884, casi todo el territorio que iba a ser de Los Andes pasó a formar parte de la provincia de Mendoza, el del Neuquén ocupó el lugar del Territorio del Limay con la parte cordillerana del de Río Negro, “conservando el carácter de jurisdicción cordillerana y fronteriza”, establece la investigación. No obstante, “nuevos proyectos de subdivisión territorial se presentarían en el Congreso en 1914 y en 1934, en forma consistente con el proyecto planificador del ministro Ezequiel Ramos Mexía”, en coincidencia con el retorno conservador de los años 30.

En ambos casos  los Territorios del Neuquén, de Río Negro y del Chubut cederían su parte cordillerana y lacustre, para dar lugar al nuevos Territorios de Los Lagos, “un espacio prácticamente coincidente con el del proyectado Parque Nacional del Sur” y uno más, que se llamaría Territorio de San Martín. “Todas esas ideas tenían un fuerte anclaje en la utopía agraria generada por el primer impacto del paisaje cordillerano en el imaginario nacional”, consideraba Navarro Floria.

Martín de Moussy.

Desde la Sociedad Geográfica

A propósito, la investigación menciona que en la “Descripción de la Confederación Argentina” que el francés Martin De Moussy publicara en 1860, “se destaca a la región de los lagos luego chilenos y de la cordillera norpatagónica que más tarde sería argentina, como ‘la Suisse sudaméricaine’. Unos años después Ramón Lista, fundador y alma mater de la Sociedad Geográfica Argentina, extendería el uso del topónimo ‘Suiza argentina’ para referirse a la vertiente oriental de los Andes patagónicos  y a sus recursos económicos”.

Hubo otros exploradores y científicos del área que se refirieron “a ella como a un pedazo de Suiza trasplantado al suelo argentino”, entre ellos, el mayor Jorge Rohde, quien lideró una expedición desde el río Ñirihuau hacia el Seno del Reloncaví, al que confundió con el lago Gutiérrez. “En el marco del conflicto de límites entre Argentina y Chile, entonces, la representación fue apropiada para designar como ‘argentina’ a la franja andina patagónica disputada entre ambos países, es decir, las tierras contenidas entre la línea de las más altas cumbres al oeste y la divisoria de aguas al este”, añadió Navarro Floria.

Según el historiador, “el primer mapa moderno de la región andina patagónica es un reflejo de esta representación. Se trata del Plano preliminar y parcial de los Territorios del Neuquén, Río Negro, Chubut y Santa Cruz levantado y dibujado por el Museo de La Plata en 1896 en escala 1:600.000, y que abarca desde la latitud del lago Quillén (39º 20’) hasta superar la del lago Buenos Aires (46º 50’)”.

En su  consulta de los archivos, encontró que “los exploradores argentinos de fines del siglo XIX –y en particular los del Instituto Geográfico Argentino- se entusiasmaron en la contemplación, la descripción, la evaluación y el goce anticipado de la ‘Suiza argentina’ recortando pronto su alcance territorial hasta identificarla con la microrregión de los lagos de la Norpatagonia andina. En el proceso de valorización diferenciada de recursos producido por el primer ciclo de exploraciones inmediato a la conquista de la región, esa zona, junto con los valles fluviales –potenciales oasis agrícolas regionales–, constituyeron los objetos de representación preferencial, en función de la potencialidad productiva de sus suelos”.

Consideró el historiador que “si la representación de la ‘Suiza argentina’ funcionó, en el momento de la conquista de la Patagonia, como prototipo para la resignificación de toda la región como fértil y rica, a fines del XIX y principios del XX operaba también como prototipo para el diagnóstico del fracaso del Estado y de la falta de iniciativas que pusieran en valor a la región entera. Esa puesta en valor de la ‘Suiza argentina’, entendida como la articulación de la región en el sistema económico nacional y con la división internacional del trabajo, era pensada en términos de desarrollo productivo agropecuario”. Como sabemos, la economía de la zona adoptó otros rumbos.



El mapa al que hace referencia el texto.

 

Tres ideas para la Patagonia

En ese contexto, “en las décadas inmediatamente posteriores a la conquista argentina se construyeron distintas representaciones acerca de los paisajes diferenciados de la Patagonia Norte, que configuraron una serie de futuros contingentes y distintos para la región norpatagónica”. Una primera, “la idea de la franja norpatagónica como corredor bioceánico, que, con mayor o menor grado de sustento en estudios de factibilidad, imaginaba una Norpatagonia relacionada con los mercados externos a través de los ferrocarriles, uno de los artefactos característicos de la era industrial”. Una segunda, “la idea de una Norpatagonia como región de colonización agrícola mediante el esfuerzo transformador del hombre volcado en la realización de obras de riego, proyecciones que asignaban un rol activo al Estado como hacedor y como regulador tanto de obras públicas como de los flujos inmigratorios”. Y la tercera, la idea de la “Suiza argentina” que se apoyó “en la comparación con la Europa montañosa y rural, que proponía una Norpatagonia andina como destino de la colonización y del desarrollo”.

Completó el investigador que “de estos tres objetos preferenciales de valorización, la representación de la ‘Suiza argentina’, en la medida en que no se plasmaba en proyectos concretos de acción sino que se limitaba, al menos inicialmente, a constatar la presencia de determinados elementos valiosos –suelos, clima, recursos hídricos, bosques, minerales, etcétera– que recordaban a la Suiza original, fue la imagen que permaneció con mayor carga utópica y con menor grado de materialización”.

Según Navarro Floria, “se pretendía incorporar la franja andina patagónica al territorio y al sistema productivo argentino bajo parámetros de población y de distribución de los recursos que acentuarían la similitud de esa parte del país con regiones agropecuarias centroeuropeas”. Fue el proyecto de Bailey Willis el que marcó “los límites de la utopía agraria de la ‘Suiza argentina’” y produjo “una diversificación de los sentidos asignados al lugar, generando un nuevo anclaje vinculado con la conservación, el turismo y la recreación, sentidos” que respondieron, “de todos modos, al mismo proyecto de formación territorial”. A fin de cuentas, “la historia de esta representación resulta ser una pre-historia del Parque Nacional que hoy se llama Nahuel Huapi”, concluía el investigador.

Adrián Moyano

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