20/05/2020

La mitad de los científicos recién incorporados a la Academia de Ciencias de América Latina son argentinos

La mitad de los científicos recién incorporados a la Academia de Ciencias de América Latina son argentinos
Cecilia Bouzat, Karen Hallberg, Marta Litter, Bernardo Mindlin, Laura Morelli, Víctor Ramos, Carlos Rapela, Ruth Rosenstein, Luis Spalletti y Ángeles Zorreguieta.
Cecilia Bouzat, Karen Hallberg, Marta Litter, Bernardo Mindlin, Laura Morelli, Víctor Ramos, Carlos Rapela, Ruth Rosenstein, Luis Spalletti y Ángeles Zorreguieta.

Son 12 de 24 investigadores, quienes realizan estudios centrados en la genética del Alzheimer, terapias del cáncer de cerebro, comunidades de bacterias, descontaminación con técnicas nanotecnológicas y evolución tectónica de los Andes, entre otros temas. La institución fundada en 1982 tuvo entre sus miembros a Luis Federico Leloir y a César Milstein.

Un “seleccionado” de 12 investigadores argentinos se sumó a la Academia de Ciencias de América Latina (ACAL), una institución fundada en 1982 a la que pertenecieron los premios Nobel Luis Federico Leloir y César Milstein y que tiene como función “promover y contribuir al avance de las ciencias para brindar soporte al desarrollo y a la integración de la región”.

Los científicos de nuestro país representan el 50% de los 24 que fueron designados nuevos miembros y que fueron distinguidos por su trayectoria y el impacto de sus avances científicos. Todos se mostraron muy honrados.

Dos investigadoras de la Fundación Instituto Leloir (FIL), Laura Morelli y Ángeles Zorreguieta, cuyas líneas de investigación se centran en Alzheimer y microbiología molecular respectivamente, integran la lista de distinguidos.

“Uno de los fines de la ACAL es la integración de América Latina y el Caribe a través de la cooperación científica”, señala Morelli, investigadora principal del CONICET e integrante del Laboratorio de Envejecimiento Cerebral y Neurodegeneración de la FIL, quien fue pionera en establecer en Argentina colonias de animales transgénicos que sirven como modelo de enfermedad de Alzheimer y pudo demostrar sus ventajas y limitaciones para la búsqueda de posibles tratamientos. Morelli también integra un grupo de trabajo multidisciplinario que logró caracterizar genéticamente a más de 1.500 pacientes y controles argentinos.

La distinción “pone en valor los resultados y alcances de esta tarea en la región y estimula a seguir trabajando”, subraya Morelli, bioquímica egresada de la UBA.

Zorreguieta, jefa del Laboratorio de Microbiología Molecular y Celular de la FIL, directora de la FIL e investigadora principal del CONICET, afirmó: “La colaboración a todo nivel y la integración del conocimiento potencian las capacidades científicas y tecnológicas de la región y permiten desarrollar proyectos multidisciplinarios en temáticas de interés común”.

La investigadora, quien también es profesora de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, realizó su trabajo de tesis doctoral en la FIL (antes Fundación Campomar), sobre la biosíntesis y genética de polisacáridos bacterianos, bajo la dirección de Luis Federico Leloir, premio Nobel de Química de 1970. Introdujo en el país el concepto de “comunidad de bacterias”: con su grupo ha descrito mecanismos biológicos que median la cohesión, la adhesión y la formación de biopelículas bacterianas, un proceso que, por ejemplo, influye en la infectividad del agente causal de la brucelosis.

Otra de las nuevas incorporaciones es la de Karen Hallberg galardonada con el Premio Internacional L’Oreal-UNESCO “Por las Mujeres en la Ciencia” de 2019. Física teórica, egresada y docente del Instituto Balseiro, investigadora del CONICET en el Centro Atómico Bariloche y con posdoctorados en el Instituto Max Planck, en Alemania, Hallberg desarrolla junto a su equipo métodos numéricos de avanzada basados en información cuántica para el cálculo de propiedades electrónicas y magnéticas de materiales novedosos complejos, como superconductores de alta temperatura crítica o materiales ferroeléctricos, con aplicaciones en la medicina, las comunicaciones, la electrónica y la computación cuántica.

A partir de la designación, Hallberg dijo que espera “poder contribuir a los objetivos de desarrollo de la ciencia para la integración humana, cultural y social en la región”. Y resaltó la importancia de “lograr sinergias regionales en la investigación y desarrollo científico-tecnológico para una mejor planificación y para hacer más eficiente el uso de los recursos humanos, de equipamiento y de fondos”.

Otros investigadores incorporados a la ACAL son María Castro y Pedro Lowenstein, una pareja de científicos argentinos que estudia tumores malignos de cerebro (gliomas) en la Universidad de Michigan, en Estados Unidos, y cuyos avances han conducido a las primeras fases de ensayos clínicos.
La distinción “me permitirá interaccionar con colegas de otros países de Latinoamérica, implementar proyectos conjuntos y promover a mujeres científicas”, declaró Castro, egresada como bioquímica de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata.

“Veo esto como el comienzo de nuevas posibilidades científicas y personales”, se esperanzó Lowenstein, graduado de médico en la UBA.

Otra incorporación es la de la doctora en bioquímica Cecilia Bouzat, egresada de la Universidad Nacional del Sur (UNS), directora del Instituto de Investigaciones Bioquímicas de Bahía Blanca (INIBIBB), que depende de la UNS y del CONICET. En su laboratorio, busca identificar nuevos compuestos con potencialidad terapéutica en enfermedades neurológicas y parasitarias.

“El desarrollo de la actividad científica y de sus aplicaciones es esencial para el crecimiento económico, cultural y social de los países”, afirmó Bouzat quien también preside el comité latinoamericano de IBRO (International Brain Research Organization) y ganó el Premio Internacional L’Oreal-UNESCO “Por las Mujeres en la Ciencia” de 2014.

Marta Litter, doctora en química de la UBA y profesora en el Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental (3iA) de la Universidad de San Martín y del CONICET, investiga el empleo de materiales nanotecnológicos para descontaminar recursos hídricos afectados por arsénico, plomo y otros elementos. También se sumó a la Academia.

“Desde ACAL se puede convocar a otros científicos de América Latina, principalmente de países menos desarrollados y especialmente mujeres y jóvenes, con interés de contribuir al bien común”, indicó Litter.

El geólogo Víctor Ramos, director y organizador del Instituto de Estudios Andinos “Don Pablo Groeber” en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, trabajó y estudió la evolución tectónica de la cordillera desde Venezuela hasta Tierra del Fuego, con colegas de varios países. El nombramiento como miembro de la ACAL “me brinda una nueva alternativa de unir esfuerzos, trabajar juntos y mejorar el conocimiento de los Andes para servir mejor a las comunidades andinas y a la sociedad en general”, afirmó el investigador emérito del CONICET, quien este viernes 29 de mayo va a ofrecer un webinar sobre nuevas interpretaciones de la Patagonia como un continente independiente.

Otros investigadores argentinos que también fueron incorporados este año a la ACAL son Ruth Rosenstein, del Centro de Estudios Farmacológicos y Botánicos (CEFyBO), dependiente de la UBA y del CONICET; Gabriel Mindlin, un físico de la UBA y del CONICET que estudia los mecanismos físicos y neuronales involucrados en el canto de las aves; y Carlos Rapela y Luis Spalletti, del Centro de Investigaciones Geológicas que depende de la Universidad Nacional de La Plata y del CONICET. (Fuente: Agencia CyTA-Fundación Leloir)

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