DESCONSUELO Y CONSTERNACIÓN

| 18/05/2020

Vecino de Dina Huapi denuncia “desidia” del centro de salud por la muerte de su madre

Diego Llorente
Vecino de Dina Huapi denuncia “desidia” del  centro de salud por la muerte de su madre
Hugo, junto a su madre María Angélica.
Hugo, junto a su madre María Angélica.

Se trata de Hugo Mardones, conocido sonidista de esa localidad, quien vive hoy la profunda tristeza por la pérdida de su mamá. Al mismo tiempo, lamenta el accionar del centro de salud dinahuapense que negó el uso de la ambulancia para asistir a la paciente, por respetar un protocolo y un permiso desde el Hospital Zonal.

María Angélica Gutiérrez Martínez tenía 54 años. El pasado miércoles falleció de un paro cardíaco masivo, sin tener antecedentes cardíacos ni afecciones similares, según el relato de la familia. “Se había hecho estudios previos, porque tenía que operarse de la vesícula y todo le dio bien”, expuso su hijo a El Cordillerano.

Y más allá de la irreparable pérdida, lo que este vecino dinahuapense cuestiona es todo el procedimiento que le tocó sufrir y que terminó con el deceso de su madre. “Quizás podía salvarse, pero no lo sabremos”, se lamenta.

¿Qué pasó? Ese día miércoles, Hugo Mardones llegó a su casa, donde estaba su madre y sus hermanas a punto de almorzar, y de repente a María le dio una descompensación, sin que nadie supiera qué le estaba sucediendo.

“Mi mamá comenzó a sentirse mal, le costaba respirar y no sabíamos que tenía. Entonces, mi hermana fue corriendo a la salita de acá de Dina Huapi, ya que vivimos a cuatro cuadras y fue a pedir la ambulancia. A las 13.08 salió de casa y cuando llegó, la persona que está ahí en administración, Gastón Peredo, le dijo rotundamente que no, que si teníamos una urgencia había que llamar primero al 107”, relató Mardones.

“Mi hermana volvió corriendo y mi mamá ya había entrado en un paro cardíaco, nosotros sin saberlo. Lo único que intenté fue hacer las técnicas de RCP (Reanimación Cardiopulmonar) una y otra vez, sin saber siquiera si eso la iba a ayudar. Estábamos en shock, éramos muchos y estábamos todos igual”, siguió el relato.

Siempre según el relato de Mardones, una vecina que es enfermera llegó al lugar, le tomó el pulso y pidió que continuaran con la RCP, mientras que su padre salió hacia el centro de salud a pedir nuevamente la ambulancia en su vehículo personal.

“Cuando llegó a la salita, se llevó a la doctora como pudo, mientras Peredo le insistía que no vaya porque había mucha gente en espera y se iban a atrasar. Y al rato llegaron en la camioneta de mi papá, con la doctora”, señaló este hijo que hoy llora a su madre.

Añadió que minutos después, a las 13.35, llegó la ambulancia que estaba en el centro de salud, ya que su hermana llamó al 107 y que incluso le preguntaron en ese llamado, por qué no se había contactado con la salita. Cerca de las 14 llegaron al Hospital Zonal, y media hora después, aproximadamente, le comunicaron que María Angélica había muerto.

“Hoy lamento que no tengo a mi mamá, mi brazo derecho, mi todo. Y lamento la desidia de quienes trabajan en la salita y me pregunto para qué están, para qué hay una ambulancia ahí estacionada al pedo, si no la usan. Por qué hay que seguir un maldito protocolo que hace mal, muy mal. Pareciera que hay que ser un especialista o médico, y saber con exactitud qué le pasa a una persona enferma, antes de ir a la salita”, expuso Mardones.

Y agregó: “al día siguiente, nos llamaron desde el Centro de Salud y nos explicaron que lamentablemente la ambulancia funciona así, que no tiene nada que ver con ellos, que es algo externo y que encima no hay doctor, salvo los que están en atención ahí en la salita”.

“Entonces me pregunto una y otra vez, ¿para qué tenemos una ambulancia que no cumple con su función?, ¿acaso no es mejor pedirla en persona que por teléfono? ¿No se pierde menos tiempo? ¿Acaso la persona que está ahí en administración decide no mandar una ambulancia a cuatro cuadras, solo por cumplir un protocolo? Nos dicen que para salir, tienen que esperar el permiso del Hospital de Bariloche, ya que a veces la piden sin necesitarla. Por ende, parece que vale más un litro de nafta que la vida de una persona, no me dejan más que pensar eso”, analizó Hugo, sin consuelo.

Expresó finalmente que su madre no tenía antecedentes cardíacos, solo una afección mental, pero que siempre le dijeron que nada tenía que ver una cuestión con la otra. “Ahora desde nuestra familia queremos que esto se sepa, que no le pase a nadie más y que no estén los protocolos por encima de la vida de la gente, que así como funcionan las cosas, están mal, muy mal”, concluyó.

Diego Llorente

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