JUEGOS, EJERCICIOS Y YOGA

| 10/05/2020

La importancia de la actividad física para los niños y las niñas

Verónica Lohrmann
La importancia de la actividad física para los niños y las niñas
Danzarines.
Danzarines.

Además de beneficiar la salud de los niños y las niñas, la actividad física, así como otras actividades creativas, acompaña el estado emocional, sobre todo en la actual situación de aislamiento. La profesora de Educación Física Gloria Cesetti comparte algunas ideas de juegos y actividades para realizar en casa, adentro o afuera.

“En este contexto, más que llamarlo ‘actividad física’ entendida como algo metódico y dirigido por un profesor o profesora, podríamos llamarlo ‘actividad de desenchufe, descarga’”, explicó. Para la profesora, lo ideal es que puedan dedicar al movimiento dos momentos en el día: uno por la mañana y otro por la tarde.

Hay diversos ejercicios o juegos que se pueden realizar en espacios reducidos y se pueden proponer a los más pequeños. “Con poco espacio y creatividad, sale algo bueno y productivo para el cuerpo”.

Propuestas para realizar en casa

Si tienen pelota, practicar piques con una y dos manos. También se puede construir una pelota con medias viejas para jugar a pasarla, con una y dos manos, llevarla con los pies con y sin obstáculos, o practicar “jueguitos”.

Se pueden realizar juegos de puntería, por ejemplo, con la pelota hecha con medias, derribar elementos. También con un globo, jugar a que no se caiga, o pasárselo a otra persona sin que toque el piso.

Otra actividad es realizar saltos. Por ejemplo, marcar un cuadrado en el piso con una cinta, aproximadamente del tamaño del pie, y saltar de afuera hacia adentro y viceversa, en distintas direcciones.

Si se tiene acceso a un espacio mayor, la propuesta es que realicen “juegos que comprometan el cuerpo como trepar árboles, la tela, saltar la soga, el elástico, rollers o patines, saltos”.

“Conectarse con la cabeza, con el cuerpo y con lo que sentimos”

La profesora de yoga y acrobacia aérea para niños y niñas Marina Ingaramo, destaca la importancia de “encontrar actividades donde nos conectamos con la cabeza, con el cuerpo y con lo que sentimos, que puede ser con la actividad física y también con otras disciplinas que nos pongan en esa situación, como dibujar, pintar, cantar, bailar”. Señaló que son herramientas en donde la persona se conecta con sus emociones y, “en esa sintonía, podés conectarte también con lo que pasa alrededor”.

Desde su experiencia de trabajar con niños y niñas de distintas edades, propone realizar tres posturas de equilibrio, que ayudan a sentirse bien, estar centrados, concentrados y conectados, entre otros beneficios.

“Es importante la actividad física para todos, sobre todo, para los niños y las niñas, porque nos ayuda a ganar salud, a liberar endorfinas y a estar mejor de ánimo. En la medida en que movemos nuestra energía y movemos nuestro cuerpo, generamos circulación sanguínea y de energía y eso nos ayuda a mejorar el sistema inmunológico, en oposición a estar sentado delante de una pantalla recibiendo información y sin poner el cuerpo en movimiento”.

Propuesta para practicar en casa

“Los equilibrios les representan un desafío, los motiva. Practicar la ‘postura del árbol’, aprovechando el entorno, mirando un árbol o imaginándolo, y desde la conexión con ese elemento de la naturaleza, que el cuerpo entre en esa sintonía”.

La postura del árbol se realiza de pie trasladando el peso a una pierna, al apoyo de un pie, y llevando la planta del otro pie a la cara interna de la pierna de apoyo. Si se pierde el equilibrio, se puede usar una pared. “Los brazos pueden imitar distintas copas de árboles, de distintas formas, jugar a que los brazos son ramas y las manos son hojas. Poder dibujar formas con esa parte del cuerpo”.

A continuación, “siguiendo con la conexión con el entorno, con la posibilidad de volar, de trasladarnos a otro lugar” pueden realizar la “postura del águila”, también en una pierna. “También se puede transformar en otro pájaro”. Para realizar la postura, la pierna que estaba arriba en el árbol, se cruza sobre la pierna de apoyo y los brazos pueden dibujar el pico, juntando las palmas de las manos o abrirse en alas y moverse.

El tercer equilibrio, que cierra la secuencia, es “el danzarín” o “la danzarina”. “Esa pierna que estaba cruzada por delante se va hacia atrás y se busca el pie con la mano del mismo lado, abriendo el pecho, y en ese danzarín, entro en sintonía con la capacidad de adaptarme a las situaciones y abrirme a disfrutar de lo que tengo en mi entorno en este momento”.

Esta actividad se realiza una vez con cada pierna, y puede trabajarse a toda edad, y si al principio es dificultoso, pueden buscar apoyo en una pared, una silla o un banquito, si son muy pequeños.

Quienes, por alguna razón, no puedan estar de pie también puede realizar la actividad. “En la conexión de imaginar y realizar los movimientos con la parte superior del cuerpo, con los brazos hacer la copa de los árboles, por ejemplo”.

Verónica Lohrmann

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