TODOS LOS DÍAS A LAS 21 HORAS

| 08/04/2020

El aplaudazo en el barrio Levalle viene cargado de emociones y saludos

Susana Alegría
El aplaudazo en el barrio Levalle viene cargado de emociones y saludos
El artista con su guitarra.
El artista con su guitarra.

Todos los días a las nueve de la noche, los vecinos de distintos sectores de la ciudad, salen a sus patios o balcones para brindar un aplauso prolongado a quienes están dedicando sus vidas para cuidar y proteger a la comunidad en esta pandemia que estamos atravesando. Cada uno desde su lugar, va sumando condimentos que llenan en alma, ya sea entonar alguna canción o poner en sus equipos de música el Himno Nacional Argentino.

Juan Carlos Montoya es reconocido en nuestra ciudad por haber dedicado su vida a la sala de control de Radio Nacional y por hacer el sonido en eventos públicos y privados entonces utiliza algunos de esos equipos, para hacer un regalo extra en el aplaudazo diario.

Montoya vive en el corazón del barrio Nicolás Levalle, a las 21 horas se abren las ventanas para brindar y recibir el apoyo emocional y luego, todos esperan para escuchar quien les dará un saludo especial.


Montoya diariamente, suma obsequios a los vecinos.

Luego del Himno y de los aplausos, pone al aire barrial el saludo de algún artista local o de trayectoria nacional, ya han pasado Marité Berbel, Edgardo Lanfré, Los Hermanos Rodríguez, entre otros. “Sin incluir a las personalidades de la política, porque esto es algo que nace desde el alma para la gente” comentó.

Ayer tuvo una presencia muy especial, uno de los protagonistas de nuestro folklore, el maestro Carlos Di Fulvio quien con hermosas palabras, saludó a los barilochenses. El Cordillerano les comparte el mensaje para aquellos que no podrán escucharlo.

Luego de una introducción con su guitarra, relató: “Me piden que les deje un saludo y a la vez comente algo referente a esta pandemia que nos tiene a todos más que quietos y absortos”.

“Quien les habla es autor, compositor, intérprete de música y en especial de las relacionadas con el folklore, les diré amigos que poder saludar a Bariloche para mí es como si al abrir la ventana sin pensarlo, me encontrara de repente frente a uno de los paisajes más bellos del mundo, por lo tanto, es algo especial”, señaló.

En cuanto a la pandemia dijo “después de haber leído en el génesis lo que aconteció con la Torre de Babel y más cercano a nuestra época, cuando leía sobre la vida de don José Gabriel para componer la Cantata del padre Brochero, no diré que lo imaginaba pero algo factible de suponer”.

“Cuando la alteración de los valores humanos reales es suplantada por las ansias y artimañas locas de pretender poder, pasa lo que nos está pasando ahora, no solamente a nosotros sino al mundo entero.”

Por ello desde su modesto punto de vista y entender agregó “quisiera decirles simplemente que en este encierro, no se trata de almacenar ideales políticos, económicos o sociales sino de lograr una rotunda sensatez”.

“Quedémonos en casa entreteniéndonos con las cosas simples que nos regala y da la vida, lavémonos las manos no por estar sucias sino por aquella antigua buena costumbre de hacerlo con agua y jabón”.

Agregó “el que es creyente que rece, no por miedo sino por amor al prójimo y el que no, busque en su intelecto la mejor manera de ser para que el día que permita la pandemia volver a abrazarnos, lo hagamos felices de sentirnos iguales”.

De regreso simplemente

Luego de las sentidas palabras, don Carlos Di Fulvio regaló una de sus canciones, letra que compartimos con nuestros lectores.

Vuelvo a las cosas simples de la vida a ver,
como ver el vuelo de los pájaros
el agua de los canteros,
la abeja en una flor.
Cómo era el color de la mañana
y el tañer de una campana
cuando muere la oración.

Hace tiempo me fui por un camino
hoy he vuelto a mirar lo que dejé,
un niño solo jugando en un charquito
con un pequeñito barco de papel.
Vuelvo a ver las cosas que de niño
me gustaba ver;
a mirar la luz de las luciérnagas
que juegan con la pérgola,
la ronda del jazmín.
Vuelvo con mi senda mariposa
y por tantas otras cosas
que de grande las perdí.

Hace tiempo la vida me apuraba,
hoy no quiero correr como lo hice ayer;
quiero ver de cerca hundiéndome en la nostalgia
de andar por las calles tan solo por ver.

Vuelvo a las cosas simples de la vida a ver
como en el rebozo de una abuela,
el bastón de algún abuelo,
el adiós que se perdió.

Cómo era la calle que hacia el río
que con un perro de amigo, bajábamos los dos.
Vuelvo a las cosas simples de la vida
en un barco de papel.

Susana Alegría

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