¿QUÉ SERÁ DE…?

| 31/03/2020

Laura Alejandra Soria, campeona nacional de atletismo

Martín Leuful
Laura Alejandra Soria, campeona nacional de atletismo
Su especialidad, el lanzamiento de jabalina.
Su especialidad, el lanzamiento de jabalina.

Fue una gran atleta barilochense que obtuvo dos campeonatos nacionales en 1977 y en 1979. Su especialidad era el lanzamiento de jabalina.

Hoy, es el turno de la “Gringa” que nos cuenta sus inicios, su gran pasado deportivo y su vida hoy.

Nacida en el viejo San Carlos de Bariloche el 21 de febrero de 1962, Laura Alejandra Soria, hija de Carlos Andrés Soria y Helga Leberle, cursó sus estudios primarios en el Colegio Primo Capraro y el secundario, “en el glorioso Comercial 6” dice y se ríe, agregando, “hay que ponerse de pie con ese colegio”. Tiene una hermana, Cristina Soria. Hoy está casada con el “Mono” Díaz con quién tuvo dos hijas, Mariana (32) y Andrea (31), ambas casadas y con hijos. Mariana le dio de nietos a Ignacio y Martín de 10 y 6 años, respectivamente, y Andrea a Santiago, de 3 años.

La barilochense fue campeona intercolegial y nacional de jabalina en 1977. En el año 1978 obtuvo los dos títulos y además viajó al certamen sudamericano que se realizó en Uruguay. En 1979 volvió a repetir el nacional. Fueron tres años consecutivos donde Laura Soria estuvo imparable en la Argentina.

Su prueba fuerte terminó siendo la jabalina y complementaba con lanzamiento de bala y lanzamiento de disco, pero no fueron así sus inicios. La “Gringa” Soria comienza diciendo que “cuando estábamos en séptimo grado, teníamos como profesor a Weyreuter y nos hizo participar de un torneo de atletismo de pista en el Ejército que organizaba Nicolás Aguirre. Fue una delegación bastante grande del colegio a participar, el colegio alemán siempre le dio mucha bola al deporte. Cuestión es que la delegación era bastante numerosa y era la primera vez que participaba un colegio privado.

Como yo era grande, Weyreuter me dice que haga lanzamiento de bala y disco, ahí fue donde me vio Nicolás Aguirre que estaba muy vinculado al atletismo en Bariloche. En ese torneo el Capraro ganó casi todas las pruebas y era la primera vez que íbamos a participar”.

Convocada en Bariloche

Soria dice que “la Asociación de Atletismo estaba por comenzar su pretemporada y Aguirre, convocó a todos los que habíamos ido del Capraro, yo estaba en lanzamiento de bala y disco y al poco tiempo fuimos a participar del intercolegial en Embalse de Río Tercero, Córdoba, en 1976. Como había que sumar puntos en todas las pruebas, y Río Negro no tenía lanzadora de jabalina, me preguntaron si me animaba a la jabalina porque había que sumar puntos, les dije que sí, me indicaron más o menos la técnica y en el primer lanzamiento marqué la segunda mejor distancia del torneo, nadie lo podía creer… menos yo. Recuerdo que me ganó la que en ese momento era la campeona argentina. En esa época las comunicaciones inmediatas no existían. Recuerdo que le mandé un telegrama a mi papá y le conté que había logrado el subcampeonato argentino en lanzamiento de jabalina. Él se lo cuenta a Nicolás Aguirre y Aguirre le dice ‘no puede ser ella, lanza bala y disco, se debe haber confundido’. Cuando llego a Bariloche yo confirmo la noticia y a partir de ahí comencé con la jabalina y me entrenaban Mary Gauna y Aguirre”.

Más deportes

Laura Soria continúa contando que “cuando regresé comencé a entrenar muy fuerte en atletismo, pero a la vez en vóley. Tuve dos grandes que me guiaron. Uno el ‘Gordo’ Nicolás Aguirre, en atletismo. El otro Juan Carlos Bertino, que era entrenador de vóley. Dentro del atletismo, en esa época Bariloche tenía más de 30 campeones nacionales. Estaban Hugo Muena, Maru Gauna, Tito Ferrería, Heraldo Cuevas ellos rondaban los 17 a 20 años y nosotras éramos el semillero. Teníamos un gran semillero, por nombrarte algunas, Pato Repetto, Marcelo Benditis, Fabiana Ezquerra, un montón de chicos. Entrenábamos en el kilómetro 6, que era un campo pelado, no había absolutamente nada. Todo lo que hoy está ahí lo consiguió Nicolás Aguirre, Iba a la Federación, después hablaba con el director de Deportes que en esa época era Pichin Cejas, iba a la provincia. Todo lo logró él. El atletismo y Aguirre son sinónimos en Bariloche”.

Campeona nacional

La “Gringa” Soria cuenta que “mi primera victoria fue en 1977, en el primer torneo, en octubre. Yo ya iba más segura y logré una victoria esperable. En diciembre hacen el nacional de la federación en Mar del Plata, viajamos en un colectivo e íbamos con un error de información, sigo insistiendo que eran 40 años atrás. Aguirre, planeó el viaje para el 13 de diciembre porque el torneo, según la información, la primera prueba la tenía el 16.

Llegamos ese día a la madrugada, y a las 8 Aguirre va a la reunión. Viene a mi habitación y me dice ‘a las 9 competís’. Creo que tuvo mucho que ver la adrenalina, porque desayuné, y comencé a entrar en calor. Llegamos a la pista y mantuve, y en el primer tiro, llevé mi marca personal a 39 metros. Fue una alegría tremenda, no lo esperaba tan pronto, creíamos que íbamos a tener que luchar mucho, yo había dormido dos horas y habíamos viajado mucho. Ese año ya había conseguido títulos zonales, regionales y provinciales. Al ganar ese torneo me abre la puerta para integrar la Selección Argentina al Sudamericano para ir a Uruguay”.

Sudamericano

Laura Soria rememora y dice “recuerdo que con 15 años mis padres me subieron a un avión que iba a Buenos Aires a concentrar con el equipo nacional, sola el fin de semana. Se iba a concentrar en River, pero como lo estaban remodelando para el Mundial 78, pasaron todo a Gimnasia y Esgrima. Sola llegué a Capital y de ahí me fui a Gimnasia. No había ningún tipo de comunicación, la única certeza de mi bienestar era cuando el domingo regresaba, recuerdo que ahí en ese entrenamiento conocí al cubano Sotomayor, que era campeón olímpico. Creo que a mis hijas no la hubiese mandado nunca solas, pero fue lo que nos tocó vivir, era una época donde los padres trabajaban todo el día. Mis hijas siempre me preguntaron cómo lo había hecho y la realidad es que no lo sé. El viaje a Montevideo para el Sudamericano fue en agosto y nuevamente me tomé un avión sola, con 15 años, me bajé y fui al puerto, ya que salían los barcos. El primero en el que iba toda la selección lo perdí, así que esperé el segundo y partí con destino a Uruguay, con un permiso que te daban que duraba años. Llegué a Uruguay y busqué donde concentraba la selección hasta que los encontré. Estas situaciones de tener que manejarme sola, con 15 años, en lugares que desconocía, me hicieron crecer mucho. En el Sudamericano finalmente quedé quinta, que era muy bueno para mí”.

Gauna, Aguirre y Bertino

Laura Soria dice: “Siempre mi norte fue Mary Gauna, era mi ídola, ella estaba segunda en el ranking nacional y era de Bariloche, entrenaba conmigo. Ella estudiaba Educación Física. Cuando llegaba me entrenaba, era una diosa, nunca fue celosa, inclusive muy generosa en compartir conocimientos conmigo, hoy nos une una amistad. Aguirre fue un gran entrenador, me marcó mucho. Nos hacía entrenar con un hacha cortando árboles. El deporte me dejó muchos valores. Uno clave es que mi superación era yo misma, nunca me fijaba en el de al lado, si yo me ganaba, estaba triunfando. Ser organizada, eso me lo enseñó Juan Carlos Bertino. Tenía una cosa terrible con la organización, pero era fantástico como entrenador, pero cuando había obligaciones, todos teníamos que cumplir. Si éstas no se cumplían, así fueras la capitana del equipo, te quedabas afuera. Él te enseñaba reglas y obligaciones para con vos y para con tus compañeros, porque si fallaba uno, fallaba el equipo”.

Hoy todo cambió

La ex atleta barilochense compara una época y otra y dice, “hoy creo que falta compromiso de los atletas, no en todos. Pero no los veo comprometidos. Antes, por ejemplo y no hablo de mí, hablo de todos, para formar un equipo de 10 o 12 o 15, teníamos que ser mejores que otras 15, porque éramos 30 entrando. Por ejemplo, Aguirre, nosotros ya jóvenes, nunca nos dijo no salgan. Pero nos citaba un domingo a las 8 a correr en el Lera y era tu responsabilidad llegar en condiciones para salir a correr. Si te citaban a las 8, tenías que llegar a las 7.30 no había quejas, había mucho compromiso y asistencia y la devolución de los entrenadores era gigante. Creo que también cambió el sentido de pertenencia a cualquier selección, ahora no importa. Para mí, cada vez que yo era convocada a una selección local, provincial o nacional era un orgullo. Llegar a mi casa y decirle a mi papá que me habían convocado, era muy grande el orgullo. Lo mejor que me podía pasar era defender la camiseta que tenía puesta de cualquier selección. Vuelvo a Aguirre y él tenía como metodología que los primeros días de la pretemporada se hacía un campamento de dos o tres días en el kilómetro 6. Ahí cocinábamos, él te enseñaba que eras parte de un equipo, que si vos fallabas, el resto fallaba. Uno hacía la limpieza, otros se encargaban del desayuno, otros de la merienda y se iban turnando”.

Anécdota: El torneo que no fue

Laura recuerda una gran anécdota de un viaje que se hizo y que finalmente no hubo torneo. “Me acuerdo que Aguirre tenía información que se iba a realizar un torneo en Bahía Blanca. Yo hablé por teléfono con unos tíos y les pregunté y ellos me aseguraban que no. Cuestión que viajamos por una carta que había recibido Aguirre de ese certamen. Cuestión es que terminamos comiendo milanesas en lo de mis tíos. Fue una de las mayores broncas de Aguirre, el que se la envió, tuvo un error en el lugar y no pudimos competir. Nunca nos enteramos dónde había sido el torneo. En esa época había dos aviones que traían correspondencia de Bariloche y todo era muy lento. Llegué de ganar mi primer torneo de Federación. Era campeona argentina, venía en un micro desde Buenos Aires y me pararon en Caminera, me hicieron bajar, yo no entendía nada y me subieron a una autobomba y me pasearon por todo Bariloche. El reconocimiento de la gente era impresionante en una ciudad que era un pueblo. Hoy sigo teniendo el calor de la gente”.

Agradecimientos

Laura Soria, atleta extraordinaria, culmina diciendo que “hoy soy muy feliz en mi vida, la coronación de toda mi vida es mi familia que está firme.

Creo que de tener la posibilidad de transitar mi vida nuevamente haría exactamente lo mismo. Tuve momentos difíciles y tristes, pero hoy soy muy feliz. Mi mamá y mi papá fueron pilares en esto, confiaron en mí, hacían esas locuras de mandarme sola a lugares que no conocía. Creo que para esa época era normal o era una locura, todavía no lo sé. Agradecer a Moni Arroyo, a Juan Carlos Bertino y al ‘Gordo’ Nicolás Aguirre, porque te enseñaban el deporte, pero te formaban como persona. Mi papá me decía siempre que mi primera y principal responsabilidad era estudiar y después estaba el deporte. Una vez traje un tres, y me suspendió el deporte por tres meses. Sufrí mucho, pero tuve una enseñanza, como todo lo que aprendí”.

Martín Leuful

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