08/03/2020

Jeff Bezos y los millonarios cool

Por Lic. Nahuel Michalski*

Hace menos de un mes, los medios de prensa más eminentes informaron que el magnate Jeff Bezos, CEO de Amazon y flamante comprador del Washington Post, acababa de invertir 10.000 millones de dólares para colaborar con el “problema del calentamiento global y el cambio climático”.

Creo que lo primero que debe llamarnos la atención es la manera en que esta nueva batería de “filántropos” multimillonarios -tan “conscientes” de los problemas humanitarios como explotadores y flexibilizadores de su mano de obra- se refieren al asunto. Y es que en sus discursos mediáticos -y por supuesto siempre estratégicamente diseminados por las redes sociales-, parecería ser que la ecocrisis mundial resultara algo ajeno, distante, frente a lo cual ellos se sienten sorprendidos y estupefactos, y entonces, frente a la “sorpresa”, realizan cuantiosas donaciones de dinero -por supuesto insignificantes con respecto a sus riquezas totales- de forma tal de “colaborar” con el asunto. Pero de este modo, creo yo, no hacen más que maquillar de heroísmo humanitario algo de lo cual ellos mismos son profundamente responsables. Pues, ¿no son acaso las grandes corporaciones trasnacionales las primera en hacer lobby con los gobiernos de turno en pos de poder operar sus negocios incumpliendo la mayor parte de normativas vigentes en lo que a trabajo humano y cuidado del medio ambiente respecta? Vamos, no se está diciendo nada nuevo ni sublime. De hecho, es consabida la tensión constante entre Amazon y las denuncias de sus trabajadores por precarización laboral (ver el medio hispanidad.com en su editorial del 19/02/2019), o lo conflictos entre la corporación y el problema ecológico desatado gracias a sus modos masivos de embalaje y depósito de productos (ver greenpeace.org en su editorial del 10/01/2017). Sin embargo, luego de consagradas las riquezas y poderíos, emergen estos iconos populares en la prensa internacional y las redes sociales con un renovado gesto de lavado de cara donando millones de dólares que van a parar vaya uno a saber dónde: ¿filantropía, responsabilidad o hipocresía? A estos personajes bizarros, Slavoj Zizek, el gran filósofo esloveno estudioso de los modos en que se altera la psiquis colectiva y se desarrollan las dinámicas de violencia en nuestras sociedades contemporáneas, los denomina dirigentes de una nueva aldea liberal-comunista, que no sería más que nuestro mundo globalizado de hoy, nuestra sociedad del riesgo de hoy. Al respecto de ellos, dice Zizek: “hoy en día las figuras ejemplares del mal no son consumidores normales que contaminan el medio ambiente y viven en un mundo violento de vínculos sociales en desintegración, sino aquellos que completamente implicados en la creación de las condiciones de tal devastación y contaminación ambiental compran un salvoconducto para huir de las consecuencias de su propia actividad, viviendo en urbanizaciones cercadas, alimentándose de productos macrobióticos y yéndose de vacaciones a reservas de vida salvaje”

Zizek puede sonar intempestivo, y por eso vale la siguiente aclaración: por supuesto que no se trata aquí de delegar todas las responsabilidades y las culpas a las corporaciones o al tipo de estética yupi o chic renovada que sus dueños encabezaron para ser aprobados ante la mirada de la población mundial. Pero tampoco se trata de evitar la reflexión juiciosa y el análisis comparativo en nombre de “no juzgar”. ¿Debemos realmente considerar que esta nueva generación de “filántropos” resultan ser inocentes multimillonarios con consciencia humanitaria y global? ¿Alcanza con un par de vídeos de Bezos o Bill Gates “jugando” con niños marginados en alguna región pobre de India o rezando por el Amazonas para producir en nosotros una fantasía mental de tal magnitud? Esperemos que no, aunque lo cierto es que hoy día en nuestras sociedades mediadas por la virtualidad y fugacidad de la imagen, la manipulación de la conciencia colectiva y el estado anímico de las personas no solo es más fácil que nunca sino que también está a la orden del día. Ver para creer, ya lo dijo Platón con su caverna. Y si Bezos dona millones para el cambio climático y juega con niños marginados, entonces “debe ser un buen tipo”.

Sin embargo, una cosa tampoco quita la otra. El juicio crítico no debe descargarse únicamente contra los magnates, sino que debe ser sensato y bidireccional. Ellos existen porque nosotros, los consumidores, existimos. Y en última instancia, los problemas socioculturales, laborales-políticos o ecológicos que del funcionamiento de sus corporaciones se puedan desprender tienen que ver, por añadidura, con nuestras propias prácticas cotidianas en lo que al consumo de productos y servicios respecta. He aquí entonces la notable paradoja: reprochar el cinismo “filantrópico” de un Jeff Bezos debería implicar, en última instancia, un reproche con respecto a nosotros mismos. La lavada de cara y la hipocresía pueden existir y difundirse sin demasiado costo político porque los consumidores estamos a la orden del día. ¿Dónde está entonces el problema: en las cadenas productivas de Amazon, o en nuestra constante necesidad de tener cada vez más cosas que no necesitamos?

*Licenciado en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires y Doctorando en Ciencias Sociales por la Universidad de Río Negro, donde además se desempeña como investigador en temas relacionados a filosofía política y estética. Desde hace años se encuentra también abocado a la divulgación dictando talleres, cursos, seminarios y conferencias en distintos espacios y con públicos diversos. Además, oficia como columnista cultural en Ideas Circulares (Fm Bariloche) y como redactor semanal en El Cordillerano.

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