ESTE TIPO DE VUELO SE DENOMINA CROSS COUNTRY

| 02/03/2020

El primer argentino en saltar en parapente desde el monte Fitz Roy es barilochense

Julio Luzuriaga
El primer argentino en saltar en parapente desde el monte Fitz Roy es barilochense
Pontoriero, preparando el despegue.
Pontoriero, preparando el despegue.

El montañista y parapentista barilochense Pablo Pontoriero, desplegó su vela desde unos 3.300 metros de altura, tras alcanzar la cumbre del Fitz Roy. Voló durante 30 minutos sobre picos y glaciares, en una experiencia a la que definió como “inolvidable”. El clima le dio la venia para realizar esa proeza, seis días antes de cumplir sus 41 años de edad.

El viernes 21 de febrero de 2020, es un día que quedará en la historia del imponente y majestuoso monte Fitz Roy (Santa Cruz); en los anales del deporte argentino; y en la vida de Pablo Pontoriero.

El barilochense, tenía 40 años al momento de desplegar su vela, y seis días después celebró su cumpleaños 41, con un logro que lo ingresó en los libros de la historia deportiva de Argentina.

Escalador, montañista y esquiador, Pablo trabaja como guía de alta montaña de la Asociación Argentina de Guías (AAGM) con certificación internacional de la Unión Internacional de Asociaciones de Guías de Montaña (UIAGM).
Además, es piloto biplaza de parapente con licencia de la Federación Argentina de Vuelo Libre (FAVL).

Actualmente trabaja como guía de escalada, tránsito de glaciar y esquí de montaña, principalmente en la zona de Bariloche y en la Patagonia norte. Asimismo, es director del Instituto de Formación de Guías de Montaña de la AAGM; y realiza vuelos biplaza en el cerro Otto.

Está casado con Rosana, quien también es guía de montaña, le gusta escalar, esquiar y volar en parapente. Su pareja es una de las pocas mujeres argentinas que logró subir el Fitz Roy, ascenso que realizaron juntos en marzo del 2013, por la vía Afanasieff. El matrimonio tiene dos hijos: Gian de 5 años y Azul de solo meses de vida.

En diálogo con El Cordillerano Pablo comentó, desde Chile, que no tenía tan planeada la realización de ese vuelo. “Era un sueño, de esos que te imaginás que son posibles, pensaba que tenía las condiciones para hacerlo, que estaría bueno en algún momento intentarlo. Pero no lo tenía planteado como un objetivo para esta temporada”, dijo.

Si bien subió junto a dos amigos, Kiko Cerda y Quique Claussen, solo él realizó el vuelo en parapente. “Despegué de un poco más abajo de la cumbre, hacia el lado oeste de la montaña”.

Al hablar de la experiencia comentó que “todo salió bien. El hecho de escalar el Fitz Roy es todo un desafío, que conlleva una preparación, experiencia y algo de suerte para tener la oportunidad con el clima de la Patagonia”.

“También tenés que saber elegir el objetivo y la ruta por dónde ascender, según las condiciones de la montaña. En este caso, estábamos en Bariloche, donde vivo al igual que Quique, y se veía el buen tiempo para esos días en el pronóstico”, recordó. Kiko Cerda, llegó desde España la semana anterior, “y justo pudimos armar todo a tiempo para llegar a El Chaltén”.

Un vuelo de media hora

El equipo partió el 19 de febrero, hasta la base de la vía. Al día siguiente, por la noche, comenzaron a escalar y lo hicieron durante toda esa jornada; solo pararon para dormir al final de las dificultades.

Pablo cargaba el equipo de parapente que pesa tan solo 3 kilogramos. “Pero mi equipo de escalada (elementos para dormir, comida, etcétera) sumaba más en la mochila; en total cerca de 12 kilogramos”, contó. “El peso lo repartimos con mis compañeros. El que escalaba primero iba con una mochila más liviana y los otros dos cargaban más peso”, explicó.

Relató que subieron por la vía Súper Canaleta, en un día, desde la base de la montaña. “A la mañana siguiente subimos la parte final a la cumbre. Allí estuve un rato eligiendo de dónde despegar. Había viento suave de dirección sur, al principio, y luego aún menos”, contó. “Es muy empinado allá arriba y no hay lugar cómodo para intentar un despegue con esas condiciones. Por suerte luego de probar un poco, encontré una zona suficientemente buena para poner la vela, donde las rachas de viento se orientaban bien. Esperé el momento y cuando se dio la oportunidad salí a volar”, apuntó.

Al momento del salto, estaba a 3.300 metros de altura, unos 100 metros por debajo de la cumbre del Fitz Roy, que se yergue a 3.405 metros.

“Fue una sensación increíble estar a esa altura, con estás montañas y glaciares. Un ambiente muy impresionante. Se escuchaban los gritos de mis amigos alentándome, además de Tomy Aguilo y Jorgito Ackerman, que venían escalando por otra vía y nos gritamos de alegría”, recordó. “Fue un momento inolvidable”.

“Volé un rato largo, una media hora y aterricé sobre el camino al lago del Desierto, cerca del puente del río Eléctrico, donde tenía la camioneta”, contó.

“Mis amigos siguieron bajando la montaña, rapelando y llegaron al glaciar Superior por la noche”, dijo. A la mañana siguiente, continuaron el descenso y “los fui a encontrar a río Blanco para saludarlos y ayudarlos a cargar el equipo. Esa tarde festejamos, con asadito y viaje de vuelta a Bariloche”, recordó.

Cross country

En 1988 se dio el primer vuelo en parapente desde el monte Fitz Roy. Pablo Pontoriero se convirtió en la tercera persona en realizarlo y en el primer argentino.

Al referirse a esa marca y responder si siente algo especial por ese logro dijo: “no sé. Quizá es histórico, pero me da lo mismo. Lo importante fue la vivencia, algo que no me voy a olvidar nunca”, aseguró.

Al responder si tiene pensado realizar otros saltos o desafíos de esta índole, comentó que “la verdad que no. Nada en especial, pero ya se me va a ocurrir algo”, apuntó, risas de por medio.

“Me gusta volar distancias con el parapente, en la montaña. Cross country se llama esa modalidad, hacer muchos kilómetros”, explicó. “También me gusta escalar y la montaña en general. Así que poder combinar ambas cosas es algo natural. El parapente nació en los Alpes, es una actividad más de la montaña. Conocer lugares o hacer vuelos nuevos es muy lindo”, analizó.

“Una forma de vida”

“Voy a la montaña desde chico. Primero lo hice con mi papá y después en la Escuela Juvenil de Montaña del Club Andino Bariloche”, contó al hacer un poco de historia. “Cuando era adolescente empecé a escalar y aprender a ser más independiente en la montaña. Salíamos con mis amigos a escalar al Frey o hacer esquí de travesía en invierno. Luego hice los cursos para ser guía, nivel por nivel hasta llegar a Alta montaña UIAGM, que es la máxima certificación internacional. La montaña es mi forma de vida, pasión y profesión”, sentenció.

Sin permisos

Al responder si debió obtener algún seguro o permiso especial para la realización del salto, dijo que “no. No hice nada de eso. Solo el registro de escalada. El parque no lo tiene reglamentado. No sé si me hubieran dado permiso, quizá sí, o no, pero con una burocracia complicada”, estimó. En este sentido agregó que posee un seguro de piloto.

“De todas maneras despegué hacia el oeste, que es Chile en realidad, y aterricé fuera del parque”, dijo.

Aprovechó para remarcar que “volar en la montaña es una actividad más de las que se pueden hacer, cómo escalar o esquiar. Con el tiempo debería ser normal como pasa en otros lugares. No digo despegar del Fitz Roy o Patagonia sur en general, porque ahí juega un papel importante el clima, hay que tener suerte y aprovechar el momento justo; pero sí el parapente de montaña en general”, convocó.

Julio Luzuriaga

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