Destrozos en el edificio que ocupaba Prefectura en la isla Huemul

Una de las pocas estructuras que no estaban en ruinas, presenta un profundo deterioro desde que Prefectura Naval dejó de utilizarla. Se desconoce la identidad de los autores de las roturas. El lugar no tiene vigilancia hace casi dos años.

En mayo de 2018, Prefectura Naval dejó de cuidar la isla Huemul y desde entonces no hay guardia permanente en ese sitio histórico. Por esa razón, todo aquel que tenga una embarcación puede acceder a la isla sin mayores controles, ya que dicha fuerza solo patrulla desde el agua.

Desde hace años que la Huemul está abandonada y los restos de las obras que hizo Ronald Richter están en franco deterioro, con grafitis y hasta balazos y derrumbes, porque fueron escenario de tiro y de prueba del Ejército. Los pastizales en todo el perímetro de la isla superan el metro de altura.

Hasta entonces, solo patrullaba Prefectura, para que no se hagan acampes ni fogatas y para que no se atente con el patrimonio histórico que hay allí. La fuerza trabajaba allí, en una de las antiguas edificaciones construidas por el último concesionario, por lo que más allá de ciertas deficiencias ese espacio estaba entero.

Sin embargo, el panorama desde hace unos días es muy triste, con roturas de vidrios, saqueos, pintadas y todo tipo de rastros vandálicos.

Esa estructura fue ocupada por Prefectura desde el año 2005 hasta mediados de 2018, cuando desde ese organismo nacional con sede en Bariloche se argumentó que el edificio en cuestión estaba en un “avanzado estado de deterioro en toda su estructura, principalmente en la parte superior (techado), con importante ingreso de agua” y que el panorama se agravaba en invierno.

Hoy la situación es aún peor, ya que a la falta de guardia y al deterioro registrado hasta entonces, se le sumaron los actos vandálicos de desconocidos.

Cabe mencionar, que solo se puede acceder a la isla en botes, lanchas, kayaks o gomones, considerando que no hay un muelle en condiciones para que amarren embarcaciones de más envergadura.

Diego Llorente