EL CICLO CUMPLE 80 EDICIONES

| 08/01/2020

BlackJazz celebra y sigue

Adrián Moyano
BlackJazz celebra y sigue

 

La banda que integran Germán Lema, Gabriel Cortez y Víctor Batán festejará con “The jazz side of the moon”, un asalto jazzero a la obra emblemática de Pink Floyd. Historia en movimiento de objetivos claros: acercar el jazz a la gente en otros formatos.

Salvo que tuviera carácter obligatorio y de la faceta que fuere, no cualquier ciclo llega a 80 ediciones. Pero Germán Lema (piano, teclados y arreglos), Gabriel Cortez (bajo) y Víctor Batán (batería) están a horas de la hazaña. BlackJazz cumplirá desde las 21:30 del jueves (9 de enero) esa cantidad de citas semanales, con la inamovible meta de acercar el jazz a las audiencias que a priori, sólo abrevan en otros géneros de la música popular.

“El ciclo surge como la evolución de una jam que veníamos haciendo con Gabriel hacía varios años. Fue mudándose de lugar, buscando el espacio indicado. Cuando llegamos a Culturica, decidimos armarlo como un ciclo temático, más que como un ciclo de jazz”, historió el primero en la redacción de El Cordillerano. “Quisimos acercar una conducta y un procedimiento jazzístico a un público que no estaba acostumbrado”.

Con ese propósito clarísimo “empezamos a jazzificar canciones conocidas del repertorio popular: folklore, rock, tango, heavy metal y lo que fuere. Fue creciendo y se fue afianzando como un lenguaje y en abril nos mudamos a Don Federico (Pioneros y Boock), se asentó, logramos cierta dinámica que está funcionando muy bien y llegamos a 80 ediciones, cosa que no creíamos posible”, admitió el pianista.

La continuidad tiene un secreto: “definitivamente, la paciencia de Batán (risas). Es lo único que nos mantiene unidos”, bromeó Lema. Pero su compañero se restó protagonismo. “El secreto es sostenernos. Ir todos los jueves, ensayar, ir a tocar y hacer el esfuerzo para sostenerlo, más todas las cosas que hay que hacer para que suceda: la publicidad, los ensayos, los arreglos… Es precisamente tomarlo como un ciclo, con el compromiso que requiere. Es eso”, definió.

Claro que nadie se reúne a tocar durante 80 semanas casi seguidas si en el fondo, no la pasa muy bien. Para los involucrados, BlackJazz implica “un crecimiento personal. Además es un grupo humano que puede sostener el espacio, ese buen humor compartido es el que también se transmite a la gente y hace que el ciclo se vaya sosteniendo todos los jueves”, sostuvo Cortez. “También lo que pasa es que vamos redescubriendo artistas en la temática de cada sesión porque cada jueves versionamos un artista y nos metemos en su repertorio, en sus mejores temas para ver de qué manera se puede arreglar y generar ese lenguaje para incluir a la gente en la propuesta. BlackJazz incluye al espectador en lo que está pasando”, definió el bajista.

Total libertad

Si bien “cada uno tiene proyectos paralelos, es un momento que respetamos mucho”, sumó Lema. “Guardamos ciertos momentos de la semana para dedicarnos a esto y cada jueves a la noche es un recreo. Sobrevivir al invierno es difícil porque a veces hay poca gente, la temporada es malísima o el día está horrible, pero para nosotros también es importante el hecho de tener ese espacio de encuentro para tocar música que en otro lado, no podríamos tocar. Entramos en lugares que en otros proyectos son más difíciles porque hay total libertad”, justificó.

En efecto, “nos pasa que varios jueves llegamos cansados o con otras cosas, pero empieza y ahí se terminó todo”, sostuvo Batán. “Nos ponemos a jugar, es un espacio de jugar, lisa y llanamente. Terminamos más cansados, porque la verdad, es muy intenso y todos nos acostamos 2, 3 o 4 de la mañana porque quedamos re-manija. Pero es sanador, no sé si esa es exactamente la palabra pero es un espacio muy importante para los tres”, insistió.

Además, al revisitar ciertas obras o descubrir otras para versionarlas, pasan cosas. “Fuimos de Metallica a Atahualpa Yupanqui… Pasamos por mujeres argentinas en la música, que fue una noche alucinante al reencontrarnos con todo ese repertorio. Uno va renovándose y reconstruyéndose también”, aportó Cortez. “Empezamos a hacer noches en joda, por ejemplo, Pop de alto tenor graso (risas). Hicimos una noche de (música) disco y después, una de Madonna, con un montón de temas que no nos gustaban pero de repente, encontramos un par de baladas y dijimos: ¡esto es alucinante! Claro, uno la escucha con el filtro de la mina con los dos conos (por sus corpiños)  pero después dice: ¡esto realmente tiene valor! Hay un par de temas de Madonna que están buenísimo que después volvimos a tocar por el hecho de que musicalmente están buenos. Tiene eso: obligarnos a escuchar un montón de música desde otro lado, sin el prejuicio de cuando uno tenía 15 años y sucedía eso”, valoró Lema.

Los hallazgos también se producen fuera del escenario. “Una de las ideas al versionar músicas populares, es que el público se haga cómplice. Si el público puede descubrir la melodía que hay debajo de eso, eso gusta”, compartió Batán. “Es como jugar a que adivine la canción”, completó el pianista. Y “con los otros músicos se dan encuentros muy lindos. Hemos tenido invitados de Buenos Aires y otros que vamos convocando a la jam, que en general no es súper extensa. Preferimos que no sea algo de dos horas y pico porque la gente tiene su límite y además, es un jueves. Entonces, el espacio de jam es más bien acotado y la verdad, está buenísimo lo que pasa porque hay otras y otros colegas que se suman al juego”, ponderó el de la batería. Complicidad asegurada.

 

Continuidad en la mira

Para que se abra el juego cada noche, BlackJazz tiene “un repertorio de 60 temas publicados, estándares de jazz que la gente pide y nosotros tocamos en cualquier momento”, recordó Germán Lema. “Es también nuestra forma de organizar los encuentros musicales para que además, sea un show para la gente que viene, no sólo para los músicos. Que no sea un cuelgue… Funciona muy bien y a nosotros nos mantiene afilados. Es como ir al gimnasio todas las semanas. Me gustaría que viniese más gente porque es un lugar para que los músicos prueben cosas, para que jueguen a equivocarse sin riesgos. Como nosotros (risas). La idea es que sea un espacio de crecimiento del ambiente musical relacionado al jazz”, resaltó el de los teclados.

La cronología que hilvanaron los muchachos es importante pero nadie se cansó. “¡Vamos por 80 más! ¡Hasta que nos cierren la puerta (risas)!”, bromeó Gabriel Cortez. “No… Viene con buenas perspectivas de sostenerse porque logramos incluir al público y que se piense como un show en el que pasa algo que está bueno para nosotros, para los espectadores y para los amigos músicos que caen a tocar. Eso le da sustentabilidad y nos anima a proyectarlo en el tiempo”, fundamentó.

Pero además de la cita de los jueves, BlackJazz tiene otros planes. “Hemos grabado un par de cositas sueltas y estamos planeando un par de materiales ahora”, compartió Lema. “Como grupo, también estamos dando shows en otros lugares, más allá del ciclo. Generalmente, de grandes éxitos, como nuestra versión de Volver en 5/4 (risas). El proyecto se mueve más allá del ciclo”, avisó.

Ni vacaciones habrá. “Sólo nos tomamos el 2 de enero y arrancamos el jueves (9 de enero), derechito todos los jueves”, anunció Víctor Batán. “Vamos a hacer El lado oscuro de la Luna (The jazz side of the moon), todo el disco de Pink Floyd en orden, en versiones jazzísticas. Un show de principio a fin, no es un popurrí, sino una obra conceptual, como quiso la banda”, dijo Lema. Cita inamovible.

Adrián Moyano

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