09/09/2019

Alumnos y alumnas de la escuela Nº 310 recorrieron su barrio con una mirada histórica

Susana Alegría / Fotos: Fabio Hernández
Alumnos y alumnas de la escuela Nº 310 recorrieron su barrio con una mirada histórica

Reconstruir el pasado es una de las mejores maneras de vivir el presente, así lo interpretó la comunidad educativa de la escuela Nº 310 del Arrayanes. Decidieron abocar una de las jornadas escolares a pasear por su barrio, a conocer un poquito de esa historia que ya no se cuenta de generación en generación.

Los chicos pudieron ver y tocar el primer equipo de comunicación que tuvo el barrio. Máximo Calfuquir, presidente de la junta, quien recopiló elementos y documentación para mostrarles dijo “era la única manera de llamar a la policía o pedir una ambulancia”. Luego fue reemplazado por otro, un poquito más moderno.

Asimismo sobre una pizarra del salón de la junta se expuso una serie de fotografías antiguas, por ejemplo, una donde se ve el lote de lo que muchos años después, se convirtió en el centro de salud. Otra de la cantera que había donde se construyó la escuela y de la obra del plan de viviendas que está frente al cañadón.

Vecinos posando con la nieve hasta la cintura y tantas otras que dieron pie a narrarles cómo era vivir en su barrio hace mucho tiempo. Una de las reliquias visibles fue un plano de todo el barrio, lote por lote con los correspondientes nombres de los vecinos titulares.

Como no podía ser de otra manera, también estaba la nota del reclamo del zanjón que data del año 1990, empadronamiento de la gente con discapacidad y una balanza que tuvo el primer almacén del Arrayanes, “Soliz”, que aún funciona. “Ahí se vendía todo suelto, uno llevaba la bolsa de tela o un envase para que le carguen lo que compraba” recordó Máximo.

Cecilia Bustos es una de las docentes de segundo grado quien junto a Lorena, que está haciendo su residencia, salieron a pasear. “La idea es salir a conocer el barrio de otra manera, ellos lo recorren pero no con un contenido de información que les fuimos brindando”.

Primero fueron al mirador y la plaza “dese allí les fuimos mostrando cómo son las diferentes construcciones con el fin de enseñarles a observar”.

Ya vienen trabajando en el aula con la temática, “invitamos a un abuelo que vino a la escuela a contarnos cómo era este lugar cuando recién llegó, incluso nos mostró su diploma de antiguo poblador” dijo la docente.

En esa charla estuvieron muy interesados en conocer a qué jugaban en aquellos tiempos, cómo hacían para entretenerse sin celulares ni televisión.

Luego de un desayuno pasaron a visitar el centro de salud y para finalizar, pasaron a regalar 12 briquetas que fabricaron a una mujer mayor para que se calefaccione.

Las briquetas

Tal como detallara El Cordillerano hace pocos días, en el barrio El Vivero hay doce mujeres que fabrican briquetas, bloques sólidos combustibles que se hacen con papel y aserrín o maples de huevos.

Hasta allí fueron los alumnos de segundo y quinto grado, proyecto que surgió por la invitación de una de las mamás de los chicos, que trabaja precisamente de hacer briquetas.

Primero les mostraron cómo se hacen y después, los niños y niñas se arremangaron y comenzaron a elaborarlas ellos mismos. Hicieron doce con la finalizad de luego visitar a alguien que las necesite y regalárselas.

Luego, los de quinto diseñaron un folleto para llevar a sus hogares y así plasmar en papel lo que estuvieron aprendiendo. Además, comenzaron una campaña de recolección de cartones de huevos para en algún momento, llevarlos al Vivero.

Los chicos se sorprendieron al ver en lo que se puede convertir un montón de material reciclable, cosas que uno puede ver tiradas en alguna vereda.

Susana Alegría / Fotos: Fabio Hernández

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