2007 – 13 DE ABRIL – 2019

| 13/04/2019

12 años del fallecimiento de don Boris Furman

12 años del fallecimiento de don Boris Furman

Un 13 de abril, pero 12 años atrás (2007), fallecía en Buenos Aires don Boris Furman, el hombre que generó inmensas obras para que sus frutos se convirtieran en acciones solidarias destinadas a quienes menos tienen. 

El creador de Teleférico Cerro Otto en Bariloche (Río Negro), de la Panificadora Solidaria Sara María Furman en Santa Fe, el hombre que tiene en su historia cantidad de donaciones silenciosas y a quien se lo recuerda como un verdadero filántropo, merece hoy el homenaje sincero de quienes continúan con su legado en la Fundación Sara María Furman, responsable de administrar los recursos de una de las excursiones más visitadas en este destino turístico de la Patagonia argentina y de la que surgen utilidades millonarias que son donadas anualmente a entidades de bien público.

Don Boris nació el 24 de junio de 1916, en el seno de un humilde hogar de inmigrantes rusos con ascendencia judía y desde muy pequeño recibió las enseñanzas de su madre Sara quien, conociendo el esfuerzo para mantener una familia en un país ajeno, le inculcó que siempre existía alguien más necesitado. A los 14 años de edad Boris comenzó a trabajar como cadete en una sastrería; dos años después como ayudante en ventas y con solo 22 años montó su primera sastrería en Santa Fe, trasladándose luego a la Capital Federal en donde instaló una de las sastrería más conocidas del país: Rocha Casimires.

En la década del 60, Boris viajó a Bariloche junto a su entrañable amigo Raúl Méndez y fue allí cuando conoció y se enamoró del cerro Otto y su entorno, en cuya cumbre solo existía una pequeña cabaña vidriada de 5 x 5 metros que se utilizaba para vigilancia de los guardaparques. Su visión empresaria hizo que detectara rápidamente la posibilidad de adquirir las tierras para instalar un medio de elevación como puntapié inicial de algo que ya pergeñaba. De regreso a Buenos Aires, cautivado por lo que sus ojos habían registrado, realizó las gestiones necesarias para obtener los permisos que le permitieran concretar el tan anhelado sueño de llegar hasta la cumbre a través de un moderno teleférico. Ya en esos tiempos el objetivo se planteaba distinto a lo conocido. Furman anunciaba la creación de “Cerro Otto: una sociedad comercial distinta con una meta diferente”.

Con 50 años de edad y una carrera comercial exitosa compró las tierras, propiedad hasta ese momento del Ejército Argentino, encomendó el correspondiente relevamiento topográfico; viajó a Viena (Austria), para adquirir la infraestructura necesaria en el lugar que más expertos tenía en la materia; trajo a los ingenieros de la firma Rudolf Kienast, especialistas en medios de elevación para montañas y en 1967 dio inicio a esta obra que, en la época que corría, fue considerada como una de las más importantes de Latinoamérica en materia turística. En 1974, el teleférico se hizo realidad.

Visionario, soñador, de una perseverancia envidiable y siempre a través de su trabajo constante e indeclinable, Furman lograba lo que se proponía. Fue así que, no mucho tiempo después, dio rienda suelta a otro de sus propósitos: la construcción de una confitería en la cumbre, pero giratoria; la primera en su tipo en Sudamérica, algo que para Bariloche como destino turístico sería, y aún hoy lo es, un sello distintivo. Al ritmo del crecimiento de la ciudad y de la demanda turística, crecían también sus proyectos, entre los que figuraba crear un verdadero complejo recreativo. Impactado durante un viaje que había realizado a Italia, por las tres esculturas más importantes del arquitecto, escultor y pintor renacentista Miguel Ángel Buonarroti, Furman encargó a la galería de arte Pietro Bazzanti e hijo (Florencia) calcos exactos en tamaño natural de El David, La Piedad y El Moisés, obteniendo no solo la autorización correspondiente sino también la certificación del gobierno italiano. Una vez logrado su nuevo objetivo, construyó una Galería de Arte, también única en su tipo en la cima de una montaña, en donde se albergan las obras de manera permanente. Esa fue la última vez que el gobierno de Italia permitió calcar las obras directamente de los originales, por lo que su semejanza podría decirse que es casi perfecta.

Cuando su economía estaba totalmente recuperada, y teniendo siempre presente las enseñanzas de su infancia, en vez de acumular ganancias -gesto que habla de su verdadera vocación de servicio- Boris Furman decidió crear una fundación de ayuda al prójimo a la que le dio el nombre de Fundación Sara María Furman, en honor a su madre (Sara) y a su hermana (María), la que se transformó en la propietaria del Complejo Turístico Teleférico Cerro Otto. A partir de la conformación de la misma, el total de las utilidades generadas por la excursión, se destina a la Asociación Cooperadora del Hospital Zonal de Bariloche y a dos entidades con fines sociales de la comunidad judía de Buenos Aires: la Fundación Nuevo Hogar y Centro de Ancianos LeDor VaDor y la Asociación Civil Ory para niños con discapacidad. Es por ello que uno de los slogans que caracterizan al complejo del que emanan esas millonarias cifras donadas anualmente es: Complejo Turístico Teleférico Cerro Otto… ¡donde el placer tiene un fin solidario!

Pero su espíritu solidario nunca encontró fronteras, y en 1980 también creó una panificadora en el barrio obrero Santa Rosa de Lima, de Santa Fe, para abastecer gratuitamente de 1.200 kilos de pan diarios a familias carenciadas. A tal fin hizo montar un edificio de dos plantas de 500 m2, dotadas de todo el equipamiento necesario. Lamentablemente a raíz de la gran crisis social, económica y política que vivió la Argentina en 2002, la panificadora debió cerrar sus puertas. 

Al momento del fallecimiento de don Boris, el 13 de abril de 2007, ese era su sueño inconcluso. Sin embargo, en el preciso instante de depositar la urna con sus cenizas en la Estación Inferior del complejo,* el gerente general del mismo, Oscar Borrelli, anunció que se estaba trabajando para su reinauguración, en el convencimiento que sería “el mejor homenaje” que podrían rendirle “quienes seguimos su ejemplo de trabajo y de ayuda al prójimo”. Así fue que el 15 de abril de 2009, a dos días de haberse cumplido el segundo aniversario de la desaparición física de Boris Furman, la Panificadora Solidaria reabrió sus puertas en el mismo edificio de antaño, pero totalmente remozado y con maquinaria actualizada, a raíz de un convenio que la Fundación Sara María Furman suscribió junto al gobierno de la provincia de Santa Fe donde se capacitan personas en conflicto con la ley para reinsertarse laboralmente; se asiste a comedores comunitarios y se comercializan panificados a precios accesibles para los vecinos de la zona.

Boris murió siendo un hombre de una sencillez y humildad poco frecuente. Hubiesen sido oportunos muchos más reconocimientos y homenajes, desde distintos sectores, por su compromiso social y por su natural filantropía, que no alcanza a comprenderse si no es a través de los actos. Pero Boris nunca los buscó ni promovió porque así era él, un hombre de perfil bajo, de palabra y de hacer antes que hablar. Fue recién en 2016 cuando mereció un reconocimiento justo. La Legislatura de Río Negro, en Sesión Ordinaria del 1º de junio de ese año, por unanimidad de los presentes, aprobó la Declaración N° 104 – 2016 que considera “de interés social, cultural y turístico las actividades desarrolladas en beneficio de la comunidad y el fortalecimiento del turismo, por la Fundación Sara María Furman con sede en la ciudad de San Carlos de Bariloche, en reconocimiento a su creador Boris Furman”. No era para menos. Teleférico Cerro Otto es la excursión tradicional por excelencia de Bariloche, logro de don Boris Furman y del trabajo continuado de la Gerencia General del complejo turístico y de su administradora la Fundación Furman, quienes a 12 años de su desaparición física, siguen aplicando el inmenso legado de enseñanzas para hacer obras de bien. Ese es, sin dudas, el mejor homenaje que puede rendírsele. (Fuente: Prensa Teleférico Cerro Otto)


* Cabe destacar que dando cumplimiento a uno de sus últimos deseos, las cenizas de Boris Furman se encuentran en un humilde y pequeño monumento que perpetúan su memoria, en la estación inferior del Teleférico Cerro Otto, su obra culmine.

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