EL ADIOS DE LA EX INTENDENTE

| 09/02/2019

“Chiche”, una historia de vida dura y un gobierno que quedará en el recuerdo

“Chiche”, una historia de vida dura y un  gobierno que quedará en el recuerdo
Chiche Costa votando en 1991.
Chiche Costa votando en 1991.

Se fue sin dudas una de las mejores intendentes de la historia de la ciudad. Así la recuerda mucha gente. Por su legado, su trabajo y su trato directo con la gente. Detrás, una vida difícil que supo sobrellevar con fuerza y coraje.

La mayor parte de la vida de los barilochenses, que vivieron los años donde participó activamente de la política, recordará a María del Rosario Severino de Costa por su militancia y su trabajo por el otro.

En la actividad pública, su mandato como jefa de la ciudad entre 1991 y 1995 dejó un enorme legado y un recuerdo imborrable en la gente. Luego fue legisladora provincial, para más tarde oficiar de consejera de numerosos políticos, quienes la respetaron siempre por todas sus cualidades de persona y de dirigente.

“Chiche” nació en Buenos Aires en 1938 y conoció la militancia a los 12 años. Conoció Bariloche en un viaje de fin de curso. Estudió en la Facultad de Ciencias Económicas donde fue miembro de la juventud universitaria peronista. Enseguida entendió que lo suyo era el trabajo por los demás. Al poco tiempo se insertó en la labor comunitaria en una junta vecinal.

Su devoción por Juan Perón y Eva Duarte llegó con las conquistas que hoy siguen siendo banderas del movimiento peronista: derechos laborales, soberanía económica e igualdad social. “Me voy a morir siendo peronista”, aseguró más de una vez. Se sentía muy identificada con Evita, porque la conmovía la injusticia.

Durante su juventud participó como actriz en diversas películas nacionales, algunas de ellas encabezadas por Lolita Torres, faceta artística que llegó a su fin porque su padre se lo impidió. Chiche nació y creció en una familia humilde y trabajadora. Años más tarde se casó con Guillermo Costa y tuvieron dos hijos.

En 1977 terminó radicándose en San Martín de los Andes primero y en Bariloche después. Ese año, la dictadura militar había secuestrado a su cuñado Eduardo y su esposa María. Por lo que junto a su esposo, entendieron que debían huir ya que estaban señalados por su militancia. Y Así lo hicieron junto a sus hijos y a sus tres sobrinos. Tiempo después, su cuñada María fue liberada pero nada más se supo de Eduardo.

“Decidimos ir a San Martín de los Andes porque queríamos un pueblo chico y yo me había jurado que nunca más iba a hablar de política, porque me había costado mucho”, contó alguna vez la ex intendente.

Luego, decidieron mudarse a Bariloche porque más adelante los chicos comenzarían la escuela secundaria y no había establecimientos de nivel medio en la localidad neuquina. Una vez afincados en esta ciudad, tanto Chiche como su marido ingresaron a trabajar en la Municipalidad, ambos el mismo día. Su marido era arquitecto e ingresó como jefe de Obras Particulares y ella en Catastro.

Pero nunca dejó de lado su faceta artística. También incursionó en LU8 Radio Nacional ya que se consideraba una amante de la radio. Leonardo Jalil le permitió practicar y así pudo tener su propio espacio.

En 1984 ya estaba abocada a la vida política y sindical, a través del SOYEM y un año más tarde fue elegida legisladora provincial, cuando el cupo femenino aún no existía y era complicado romper la hegemonía masculina. Su potencia y coraje imponían condiciones.

Fue la autora de una ley vigente en Río Negro para el recién nacido, que establece que antes de cortar el cordón umbilical se debe sacar una impresión digito pulgar derecho de la madre y del piecito del bebé, para garantizarle a la madre que no le cambien el bebé.

En 1991, el peronismo nacional se debatía entre la renovación de Cafiero o el desembarco de Menem. Pero en Río Negro, el radicalismo apabulló al PJ, donde Horacio Massaccesi aplastó a Víctor Sodero Nievas en las urnas.

Sin embargo, Chiche fue candidata a intendente con el respaldo del sindicato gastronómico y del municipal y ganó por amplio margen. Incluso el peronismo logró ganar en todo el circuito andino. Algo inusual para el resultado general provincial.

Su gobierno dejó un legado enorme, con numerosas conquistas y un gran caudal de obras públicas. Logró que se ampliara el aeropuerto local y se convierta en internacional, luchó para que se habilitara y se reacondicionara el hotel Llao Llao, construyó el gimnasio municipal número uno y el número dos y varios centros comunitarios barriales.

Chiche Costa fue quien ideó que los chicos de los barrios concurran a esquiar mediante programas municipales, atención a los abuelos por parte de la comuna y creó el área de Tierra y Vivienda, porque Bariloche comenzaba a crecer, había necesidades habitacionales y muchas irregularidades dominiales.

Otro de sus logros por lo que se la recordará, son los centros infantiles y los programas de madres cuidadoras. Ese plan se copió a nivel nacional. Además, durante su gestión se crearon las delegaciones municipales, para descentralizar el municipio y llegar al vecino con cada problema puntual del barrio.

En 1995 prefirió no ir por la reelección y fue elegida nuevamente legisladora provincial, hasta 1999. Luego, se dedicó a su familia y a sus nietos, pero nunca se alejó de la militancia ni de la vida política local y regional.

Fue sabia consejera de diversos dirigentes peronistas y de otros partidos. Amiga de Carlos Soria padre, estuvo en su asunción como gobernador y lo acompañó durante la campaña.

Se fue una persona noble y luchadora, a quien le dolía el dolor de los demás. “En mi vida no pude soportar la injusticia, y eso me trajo muchos problemas”, contó en una entrevista. Chiche pasará a la historia, su legado no permitirá su olvido.

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