30/10/2018

La Democracia en deuda

La instalación definitiva del sistema democrático en nuestro país costó demasiada sangre, demasiado dolor y trajo consigo tantas expectativas incumplidas, que además de un día de festejo, este 30 de octubre debería ser motivo de reflexión. De reflexión y autocrítica, sobre todo de lo que llamamos clase dirigente o clase política.

¿Cuántas respuestas ha entregado la democracia a la Argentina del 83 en adelante? Seguramente muchas, y de distinto orden. Pero insuficientes.

El creciente hartazgo del ciudadano común con respecto a sus dirigentes políticos alerta acerca de las deudas que falta saldar. Pero, sobre todo, subraya las carencias éticas y morales de quienes ocupan prácticamente todo el espectro político.

Cierto es que podemos concluir también que no hay clase dirigente demasiado diferente de sus representados. Pero interpretar que somos todos lo mismo, iguala injustamente y atenúa responsabilidades.

Quien se propone como dirigente dentro de un sistema democrático debería tener como único objetivo el bien común y como patrón excluyente la honestidad. Contrastar el enunciado precedente con la realidad cotidiana movería a risa si no fuera que provoca profunda tristeza.

Dirigentes eternizados en cuanta posición exista, en lo posible no habiendo pasado por escrutinio popular o evaluación profesional alguna, profesionales del conchabo que permita vivir sin trabajar demasiado y rendir, aún menos, cuentas. Especialistas en el latrocinio, la mentira y el engaño, siempre en constante evolución, tanto que invariablemente los que llegan hacen parecer a los anteriores como simples carteristas. Mujeres y hombres dedicados en sus ratos libres a abrir bien los codos e impedir que ingresen verdaderos aires nuevos a la política. Enemigos de la renovación puertas adentro. Vidrios polarizados y fuertes custodias cuando salen a la calle. Eso son. Eso somos para la gente común, los dirigentes políticos. Con contadas y honorables excepciones.

Por eso, en este día, además de rendir homenaje a los mártires de la democracia, de honrar a quienes han sabido servir verdaderamente a la gente en estos 35 años, desde la Agrupación Raúl Alfonsín, sede Bariloche, nos convocamos a pensar. A reflexionar acerca de cuánto falta para conciliar aquella mística maravillosa del 83 y esta realidad de hoy en día.

Y nosotros, sobre todo, nos convocamos a pensar y a pensarnos como radicales acerca del papel que en estos últimos años ha jugado la UCR en el país en general y en la provincia de Río Negro en particular. Y creemos que la respuesta llegará a partir de una pregunta muy sencilla, que ojalá haga sonrojar a más de uno: ¿Qué diría Raúl Alfonsín si nos viera en este momento y en este lugar? 

Por Agrupación Raúl Alfonsín, Bariloche

Aníbal Hernández, Pablo Germán Vuotto, Antonio Zidar y siguen las firmas.

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