2020-07-29

HISTORIA DE VIDA

Ricardo Nelo Fonzo, destacado vecino de la ciudad, cumplió 90 años

Bariloche, por distintos motivos, sobre todos laborales, como así también por su belleza natural, suele atraer la atención de personas de lugares disímiles… Pero no todos permanecen aquí.

Varios regresan a la ciudad donde nacieron, o se marchan a otras localidades en pos de un nuevo trabajo.

Algunos, en cambio, si, por algún u otro motivo, se tienen que ir, nunca olvidan este rincón del sur que les brindó cobijo, donde arraigaron parte de su alma. Por eso, deciden regresar y ya no partir más.

¿Quién iba a decir, por ejemplo, que Ricardo Nelo Fonzo, que nació en Villa Mercedes, San Luis, el 29 de julio de 1930, cuando Hipólito Yrigoyen vivía sus últimos días como presidente, antes del golpe que daría paso a la llamada década infame, soplaría las velas por sus noventa años a la orilla del lago Nahuel Huapi?

Pero así fue. Este número “redondo” lo encontró en un momento complicado del mundo, con una pandemia que obligó a un festejo austero, pero no por ello menos cálido.

Una de las hijas está en Buenos Aires, pero las otras tres, más el varón que completa el equipo, se encuentran en la ciudad.

Además, a su lado se halla la compañera de toda la vida, apenas dos años menor, Alicia Susana Otero.

Ricardo, de niño, fue a vivir con su madre a Buenos Aires (el padre había fallecido). En la capital argentina, se recibió de contador, profesión que marcó su vida.

En un momento, le ofrecieron la dirección ejecutiva del Banco de la Provincia de Río Negro, cargo que ocupó en Viedma entre 1965 y 1967. Luego, le preguntó a su esposa a qué lugar le gustaría irse a vivir. Ya conocían toda la zona, y ella escogió Bariloche, aunque con una condición: quería poner un comercio.

Así que, mientras él ejerció diferentes funciones (por ejemplo, fue asesor de la Cámara de Comercio, contador de la Asociación de Hoteles Restaurantes Confiterías Bares y Afines, tuvo distintos estudios contables…), ella dio rienda suelta a su perfil comercial, en principio con una mercería, el primer local de la ciudad dedicado por completo al rubro: Casa Gioa.

Ricardo incluso se le animó a la docencia, porque ante la propuesta de brindar una materia de economía política en quinto año del Colegio Comercial, dijo que sí, siempre y cuando la cosa no se extendiera más de seis meses: finalmente, parece que le tomó el gustito, porque estuvo seis años, e incluso realizó suplencias en el Colegio Don Bosco. Tuvo la satisfacción de que varios de sus alumnos fueran también contadores, y se los volvió a cruzar ya formados como profesionales.

En 1980 le ofrecieron ser presidente del Banco de la Provincia de Río Negro, así que armó las valijas y fue una vez más a Viedma.

Luego llegaría la jubilación y, tras un paso por Córdoba, regresó a Bariloche, ya para quedarse. Incluso llegó a estar al frente de la junta vecinal del barrio Parque Melipal.

Y, si todo eso fuera poco, se hizo tiempo para hacer sus memorias, tituladas “Recuerdos del abuelo Fonzo”, que distribuyó entre sus seres queridos.
Don Ricardo cumplió noventa años. Tuvo cinco hijos (y numerosos nietos), escribió un libro… habrá que preguntarle si plantó un árbol… aunque sí, lo hizo, ya que con lo que supo forjar hizo que germinara un jardín de vida.

Christian Masello

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