2020-07-07

Mamá agradece a todos los que le dieron una mano para que su hija fuera operada en Buenos Aires

Nada es simple durante esta pandemia y menos aun cuando hay situaciones que son realmente graves que involucran la salud de un ser querido. Una mujer debía viajar de manera urgente a Buenos Aires con su hija de 13 años para una cirugía y de no haber sido por la buena voluntad de algunas personas, los resultados habrían sido muy diferentes.

Cuando Juana tenía once años le diagnosticaron un tumor de grado uno, que se considera maligno, ubicado en el sistema nervioso central, en el medio del cerebro. “Está en un lugar muy difícil de extirpar porque pondría en riesgo su vida” dijo Juliana Schmeisser, su mamá.

Durante el último control de rutina en el Hospital Zonal, no aprobó el oftalmológico, viendo como única opción, que fuera derivada a Buenos Aires para otra cirugía, algo que estaba dentro de las posibilidades latentes. “En cada persona es diferente, en su caso no se sabe por qué volvió a crecer provocándole una hipertensión” detalló. La niña ya tiene colocada una válvula para drenar el exceso de líquido.

Allí comenzó una odisea que ninguna de las dos podía llegar a imaginar y mucho menos, sumando las restricciones del COVID-19. “Somos una familia común, no contamos con recursos extra, solo algunos ahorros para casos de emergencia y aunque creíamos contar con el acompañamiento de la obra social no fue así”.


El día de la cirugía.

Juliana es mucama del hospital pero debido al problema de salud de su hija, desde el 15 de marzo que no asiste. Al no saber cómo podría afectarle un posible contagio, la mejor opción fue que se quedaran ambas en su hogar.

“La mayor ayuda la tengo de mis compañeros porque con mi sueldo no podemos vivir, mi compañero sigue trabajando pero nada es suficiente y menos cuando surgen estas situaciones de vida o muerte”, detalló.

Marcos Clausen, el pediatra, y su oncóloga, Victoria Sobrero, tomaron la posta de buscar una alternativa porque la mamá se sentía casi desbordada por lo que estaba sucediendo “ellos me dijeron que se iban a hacer cargo de los trámites y de conseguir los turnos pero lo más emotivo, fue la carta que redactaron junto con el director del Hospital, pidiendo ayuda para nosotras”, dijo.

Se enteraron que venía desde Buenos Aires un pequeño avión privado, el que en pocos días retornaría y gracias a la voluntad del propietario de la empresa, pudieron viajar para la cirugía.

“Llegamos a Buenos Aires y el cirujano personalmente se comunicó conmigo, ellos sabían nuestra situación y nos atendieron realmente muy bien” resaltó Juliana.

En tan solo tres semanas le hicieron los estudios prequirúrgicos, la operaron y pudo regresar con su mamá a Bariloche; se trata de la cuarta intervención que le realizan en el cerebro. “Un sábado le sacaron los puntos y le dieron el ok para viajar, fue una operación muy larga porque siempre es un riesgo”. No tuvo ninguna secuela, solo algunos días con calmantes.

El avión tenía una fecha prevista para el regreso a Bariloche “yo les avisé que justo esa semana le daban el alta así que lo retrasaron un día, un sábado le sacaron los puntos y el domingo gracias a Dios nos trajeron de vuelta en el vuelo de la empresa Vía Bariloche”, dijo.

En un par de meses deberá comenzar la etapa de sesiones de quimioterapia, “las tenía suspendidas porque le hacían muy mal” detalló la mamá.

Juana está tranquila “ha llorado, es cierto, pero es muy buena, siempre está de buen humor, incluso la veo bailar y me preocupa que eso pueda ocasionarle algún daño aunque los médicos me dijeron que no”.

La desidia de la obra social

De su recibo de sueldo le descuentan cada mes el aporte para IPROSS. “Yo no tengo idea de cómo son los convenios pero le propusieron a la doctora que viajemos en septiembre recién, o que cambiemos de cirujanos”. Una verdadera locura teniendo en cuenta que tanto la mamá como su hija ya conocen a los profesionales y esa cuota de confianza es un gran punto a favor al momento de ingresar a un quirófano nuevamente.

“Lo que más me duele es saber que nuestro caso no es el único, todo el tiempo me encuentro con gente que está atravesando por esta clase de situaciones y las respuestas nunca llegan”, afirmó.

“Desde IPROSS nunca me llamaron, entiendo que están saturados pero habiendo un 0800, dos números de WhatsApp y los teléfonos de la sede Bariloche, nunca me atendieron”, dijo.

Estaban a punto de salir de Bariloche y aún no sabían dónde pasarían la noche, “estando en el hotel tenía que hacer un reclamo porque me dijeron que no cubría ninguna de las cuatro comidas, solo el uso del comedor, eso tenía un costo de $1.800 por día, pero no tenía el dinero”. El importe que llevó era solo para transporte y algún medicamento que le pidieran pero no contaba con los aproximadamente 13 mil pesos para cubrir el alimento.

Esa situación fue asistida por un médico que realizó un trámite con la delegación y fue escuchado. Agregó “no se ponen en el lugar de sus afiliados; esa desidia no se la deseo a nadie”.


Ya en su hogar con su mascota.

La niña tiene el certificado de discapacidad y de paciente oncológica y todos los papeles según corresponde, nada de eso fue tenido en cuenta.

“Estaba allá con mi hija, esperando que entrara al quirófano y tener que pensar en cómo conseguir comida fue demasiado” dijo muy angustiada.

Finalmente los profesionales del Garrahan consiguieron el turno para que sea operada en Fundación Hospitalaria debido a la reorganización actual por la pandemia de COVID-19. “Estando mi hija en terapia no me dejaban salir al exterior por el protocolo, pero nadie me dio comida, siendo mucama en el hospital, jamás le negué una taza de té y un pedazo de pan a un familiar”. Esta situación recién fue asistida cuando comenzó a sentirse descompensada por no haber ingerido nada durante 24 horas.

Para finalizar Juliana dijo “quiero agradecer enormemente a cada una de las personas que nos acompañó disponiendo de su tiempo y de sus posibilidades, es algo que nuestra familia jamás va a olvidar”.

Susana Alegría

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