2020-07-03

Desarrollaron mapa epidemiológico para anticipar focos de contagio de COVID-19

Físicos, geógrafos, epidemiólogos y médicos llevan adelante una red de conocimiento que les permite seguir el paso del COVID-19 en esta ciudad, anticipar posibles focos de contagio y gestionar de manera eficiente los recursos disponibles.

Según informó la Agencia de Ciencia, Tecnología y Sociedad de la Universidad Nacional de la Matanza; científicos del CONICET, la Universidad Nacional del Comahue (UNCo), la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN) y la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), en Bariloche, construyeron un sistema de información que refleja el día a día de la epidemia y permite realizar proyecciones estadísticas en función de las características de la ciudad.

Se trata de una batería de herramientas que, por un lado y de forma pública, da cuenta de la cantidad de casos positivos, recuperados, activos y de muertes por COVID-19, de la tasa de recuperación de la enfermedad, del tiempo de duplicación de contagios locales y de otros cálculos que permiten detectar la presencia de brotes nuevos con mayor sensibilidad.

Por otro lado, permite a los decisores y sanitaristas conocer la dinámica de los contagios, a partir de modelos matemáticos que dan un pantallazo de los vínculos sociales, su complejidad y su alcance.

“Nos dimos cuenta de que, para tener un buen diagnóstico respecto de lo que iba a pasar, era necesario tener información sobre características socioeconómicas y demográficas de nuestra sociedad”, explicó el físico e investigador de CONICET, Marcelo Kuperman, quien tiene una extensa trayectoria en el diseño de modelos matemáticos para escenarios críticos como el actual.

Con estos datos, actualizados diariamente y presentados en mapas, el Comité Operativo de Emergencia (COE) y las autoridades municipales, pueden evaluar la eficacia de las medidas tomadas, diseñar estrategias de aislamiento diferenciado que contengan la propagación en las zonas de mayor riesgo epidemiológico, y hacer un uso eficiente de los test y recursos disponibles.

La creación del mapa de riesgo fue compuesto por un equipo integrado por expertos de la ciencia política, las ciencias sociales, epidemiólogos y profesionales de la salud.

Para crear el mapa, los médicos no solo realizan el testeo de los pacientes y el seguimiento de su evolución, sino que, mediante cuestionarios, arman la red de eventuales contactos sociales que pudo haber tenido cada paciente antes de saberse positivo para COVID-19.

Esa información se vuelca a una base de datos anónima y da pie a los físicos, que trazan y caracterizan las redes sociales de los pacientes testeados. Es decir, que modelan cómo es esa red de vínculos –su dimensión y cantidad estimada de conexiones- en la que, eventualmente, se encontrarían los próximos brotes de virus.

Así, identificaron una gran “red social”, compuesta por pequeñas “comunidades” o subgrupos de individuos que tienen más conexiones entre sí que con el resto de la red.

En función de los datos recabados, se pudo conocer qué comunidades respondían a vínculos laborales, familiares, de visitas o comunitarios, lo cual permitió “tener un muestreo más fidedigno de la circulación del virus”, sin descuidar la privacidad de los individuos.

En lo que respecta a la dispersión del virus en Bariloche, el experto comentó: “Por un lado tenemos una población pequeña. Por otro lado, si bien hay circulación comunitaria, la dinámica de la infección es en forma de brotes esporádicos relativamente aislados”.

Por otro lado, se determinó que los espacios de mayor atención son los barrios populares y el centro de la ciudad, que contienen a la mayor cantidad de población de tercera edad y presenta una gran cantidad de edificios, en los que las distancias se reducen.

Diego Llorente

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