2020-05-22

¿Qué pasa en el medioambiente mientras cumplimos la cuarentena?

Cada día son más los jóvenes que se involucran de manera directa en defensa del medioambiente, la que se ve acrecentada en tiempos de aislamiento. Ananda María Lavayén nació en Capital Federal, pero cuando tenía dos años, su familia se mudó a nuestra ciudad.

Estudió en la Universidad Nacional de Córdoba recibiendo su título de abogada en febrero de este año y es voluntaria en el área Medioambiente de Fundeps, una organización de esa provincia.

Su planteo inicial surge en modo de pregunta: ¿Qué pasa mientras estamos en cuarentena? Comienza citando “Mientras Argentina (y gran parte del mundo) se encuentra cumpliendo el aislamiento social por el COVID-19, el modelo extractivista continúa arrasando los recursos naturales y violando el derecho a un ambiente sano, a la vida y a la salud, como así también el derecho que tienen las futuras generaciones de disfrutar de un ambiente saludable, equilibrado, apto para el desarrollo humano”.

Agrega que “Desde que comenzó la cuarentena el desmonte no ha dado tregua en el norte del país, incluso se ha incrementado al no haber ningún tipo de control. ONGs como Greenpeace manifiestan que se han talado 200 hectáreas por día, siendo la suma de hectáreas equivalente a la mitad de la provincia de Buenos Aires. En las últimas décadas Argentina perdió más de 8 millones de de hectáreas, y es uno de los 10 países que más destruyen sus bosques”.

“Siguiendo este ‘modus operandi’ de aprovechar la crisis y el aislamiento social, las mineras empezaron nuevamente a merodear aquellos territorios en donde pueden extraer minerales, sin importar que existan leyes que prohíban esta actividad o el rechazo social preexistente. Debido a esto, una vez más, los vecinos y vecinas de Esquel, Mendoza, La Rioja, entre otras localidades, se pusieron en alerta y se organizaron para oponerse a esta actividad y cuidar así su territorio, el agua y la vida”.

La joven expresa “Es importante recordar que la minería es una de las actividades más destructivas y contaminantes ya que produce una alteración paisajística inigualable, contamina el suelo, el agua y el aire por los químicos y explosiones que se realizan y además destruye la flora y fauna de la zona”.

“Las fumigaciones tampoco tuvieron cuarentena e igualmente continuaron rociando los campos y localidades vecinas con miles de agroquímicos. Numerosos estudios científicos han demostrado que estos químicos que se utilizan en la producción agropecuaria causan graves enfermedades en las personas, como cáncer, malformaciones congénitas, afecciones respiratorias, abortos espontáneos, entre otras. Además de las consecuencias en la salud, también producen efectos adversos en los suelos, en la flora y fauna. Debido a esto, más de 100 organizaciones sociales, ambientales y rurales denunciaron estas prácticas con el lema ¿De la pandemia del agronegocio quién nos salva?”.

“El mar argentino no estuvo exento de los arrebatos y falta de control. Así pudo verse como gran cantidad de buques extranjeros ingresaron a la zona económica exclusiva (ZEE) para extraer toneladas de calamares y otras especies acuáticas de forma ilegal, poniendo en peligro la biodiversidad y los recursos de nuestro país.

Sumado a esto, también se denunciaron explosiones sísmicas realizadas por empresas noruegas para buscar petróleo. Estos bombardeos acústicos, realizados con cañones submarinos, tienen una intensidad comparable al provocado por las bombas de Hiroshima o Nagasaki y afectan significativamente a mamíferos como ballenas y delfines”.

“Por lo que vemos, pese a la crisis sanitaria nuestros recursos naturales siguen siendo parte de negocios con empresas extranjeras que lejos están de ser sustentables y respetar el ecosistema. Estas prácticas depredadoras incrementan la crisis climática y de biodiversidad que estamos atravesando, en donde las consecuencias ya se están sintiendo sobre todo en las comunidades y grupos en situación de vulnerabilidad, pero a la larga llegarán a todas las personas sin distinción”.

Las enfermedades transmitidas por vectores como el dengue, zika y chikungunya, los fenómenos climáticos extremos (inundaciones, sequías, olas de calor), la extinción de especies y desalojos de comunidades campesinas e indígenas, son algunas de las consecuencias en las que, con mayor frecuencia e intensidad, nos veremos inmersos si no hacemos un cambio de conciencia, hábitos y exigimos políticas públicas que respeten el ambiente, y por consecuencia la vida y la salud”, finalizó diciendo.

Susana Alegría/ Foto: Tony Romano

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