EL POETA DE EMAÚS

| 25/04/2024

Gustavo Musko presenta su segundo libro: Ave Fénix

Gustavo Musko presenta su segundo libro: Ave Fénix

Luego del éxito del primer material donde Gustavo Musko compartió sus sentires con la comunidad en formato de libro, denominado “Cinco Raíces, un espejo”, nació la idea seguir dando espacio a poemas y textos que surgen desde lo más profundo de su ser.

Ave Fénix, sigue reflejando no solo su vida sino la de muchos que de manera impensada, por una secuencia de situaciones, fueron cayendo en un pozo que no tiene fondo. La esperanza siempre presente asegura que se puede salir adelante, dándose permiso a las recaídas que muchas veces, son inevitables.

Emaús, el hogar para los sin techo, contaba con una gaceta donde se compartía con la comunidad las actividades cotidianas y en la contratapa, siempre publicaban algún poema de Gustavo. “Eliana Navarro los fue leyendo y me planteó convertir ese material en un libro y así nació Cinco Raíces, un espejo” comentó.

Durante muchos años Gustavo no tuvo un hogar fijo entonces en ese ir y venir fue perdiendo material. “Empecé a escribir a los 14 años, era una forma de despejarme, entonces salía a correr o me ponía a escribir”.

Su vida

El poeta es nacido en Bariloche y vivió con su madre en Rolando y Albarracín. “Soy hijo único, actualmente mi mamá está en un hogar de ancianos y mi papá… bien, gracias”. Agregó, “lo vi solo cuando me tenía que ir a jugar al fútbol a Chile y firmó mi autorización”.

Cuando cursaba primaria y secundaria, le apasionaba pasar las tardes jugando en un potrero, una canchita que estaba justamente donde está Emaús. “A veces venía un circo así que una vez estaba jugando al lado de un elefante, por supuesto, que cuando lo cuento nadie me cree” bromeó.

Por un accidente tuvo que dejar el deporte que tanto amaba: “Fue en la cancha de Alas, cinco minutos antes de terminar, un jugador se me vino encima y me quebró, encima me quejé y me pusieron amarilla” recordó. Tenía 20 años.

Gustavo transita la vida de la mano de la soledad y el pensamiento. “Me fueron pasando tantas cosas que me empujaron hacia adentro, igual hice teatro y eso me ha ayudado mucho”.

Los problemas

Empezó a consumir bebidas alcohólicas a los 17 o 18 años, después con los amigos pero sentía que no afectaba a su vida cotidiana. “Me crié viendo tomar a mi mamá, mi abuelo era polaco y también bebía siempre”.

 “Entré a trabajar en la Cámara de Comercio donde ganaba muy bien, un día mi mamá me dijo que teníamos que mudarnos, así que le dije que me iba dos semanas a Chile y cuando volviera buscaríamos alquiler”, recordó.

Al regresar se vio con algo totalmente inesperado, “en lugar de mi mamá encontré a una nena, había avanzado su enfermedad mental y me derrumbé anímicamente porque con eso, se me había ido el pilar que ella representaba”.

Todo el tiempo le preguntaba las mismas cosas “no sabía qué hacer, nadie te prepara para esas situaciones, tenía que seguir trabajando, encima nos teníamos que mudar, me empecé a volver arisco y bastante intratable”, reconoció.

Una noche decidió salir a bailar y ahí se sintió flechado por una mujer “a los dos meses quedó embarazada y como mi mamá estaba un tiempo en Jacobacci con su familia, le dije que se viniera a vivir conmigo”.

Todo pasó muy pronto, aún no procesaba la salud mental de su madre y ya estaba en pareja y esperando un hijo. El bebé nació de 7 meses pero salió todo bien.

“Yo trabajaba mucho para que no nos faltara nada pero enseguida empezaron los planteos de mi pareja, decía que quería estar conmigo y no todo el día con mi mamá”.

Gustavo reflexionó “con tanta presión sentí que me estaba volviendo loco, en nuestros problemas se empezó a meter toda su familia, una noche llegué a casa y no estaba más mi mujer ni mi hijo. En ese momento él tenía dos añitos pero no me dejaron verlo crecer”, se lamentó.  

 

Sin casa

Gustavo perdió su trabajo y al no poder pagar el alquiler, quedaron en la calle. “Mi mamá fue a una iglesia evangelista y le prestaron un ranchito así que nos mudamos, yo me quedaba horas esperando en alguna esquina para ver pasar de lejos a mi hijito y cada vez tomaba más”.

“Empecé a dormir en la calle, a veces en el hospital, recordé que una compañera de trabajo una vez me había hablado de Asumir y decidí ir para poder recuperar a mi nene.”

Al sentirse mejor retomó los trámites para lograr ese acercamiento. “Cuando tuve el permiso me llevaban desde Asumir a verlo, mi hijito ya tenía cinco años”. Ahora ya cumplió 23.

Volvió a alquilar y fue trabajando en diferentes comercios de Bariloche. "La llevaba bien, pero un día me encontré con amigos y volví a tomar, me echaron y otra vez estaba en la calle”.

En una pelea fue golpeado brutalmente, quedó internado durante 4 meses. “Cuando me tenían que dar el alta no sabía adónde ir así que me llevaron a lo que en ese entonces era el Hogar Rogelio”.

Luego se comenzó a dar forma al proyecto Emaús y aún sigue viviendo en el Hogar. “A veces me da la loca y me pierdo en las calles tomando, pero siempre vuelvo”.

Así vive Gustavo, yendo y viniendo desde y hacia su interior, peleando y amigándose con la vida pero nunca dejó de escribir.

 

Ave Fénix

Conociendo parte de su historia de vida no es difícil imaginar el porqué del nombre de su segundo libro Ave Fénix. Cada ejemplar tiene un valor de $8.000 y lo pueden adquirir en el Hogar Emaús de calle Otto Goedecke 1170.

Además, será presentado este sábado 27 de abril en el marco de la Semana de Visibilización de los Derechos de las Personas en Situación de Calle. Será en el Centro Municipal de Arte, Ciencias y tecnología del Puerto San Carlos, aproximadamente a las 18 horas en el festival artístico.

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