EL MÁS ESQUIVO DE LOS CAMINOS

| 25/08/2018

Le tocó a Guillelmo “descubrir” el mítico Paso de los Vuriloches

Le tocó a Guillelmo “descubrir” el mítico Paso de los Vuriloches

Soldados españoles lo habían usado, con anterioridad, para venir a maloquear al Nahuel Huapi. Después del cruce del sacerdote, se volvió a perder. Recién se registró su recorrido a comienzos del siglo XX, gracias a Emilio Frey.

Se atribuye al sacerdote jesuita Juan José Guillelmo el “descubrimiento” del mítico Paso de los Vuriloches, cuyo origen data de las primeras incursiones españolas al Nahuel Huapi. Sin embargo, el trabajoso recorrido estuvo más tiempo en desuso que transitado; de ahí, la periódica necesidad de redescubrirlo. Hasta que, a principios del siglo XX, Emilio Frey pudo reproducir su trazado a través de métodos cartográficos.

Según el historiador de la orden, Guillermo Furlong, “una de las grandes empresas del Padre Guillelmo fue descubrir el camino director, para ir a Chiloé”. Recordemos que el religioso estuvo en la zona a comienzos del siglo XVIII, cuando estaba en funcionamiento la misión que habían reconstruido el propio Guillelmo y su colega flamenco Felipe van Der Meeren, quien pasó a la historia como padre Laguna.

Según reconstruyó Furlong en su libro “Entre los tehuelches de la Patagonia”, el camino que se usaba “hasta entonces era muy largo y molesto por tener que atravesar navegando las lagunas de Nahuel Huapí y de Todos los Santos, vadear muchas veces el río Peulla, traslomar las dos cuestas y andar por terrenos pantanosos desde el Peulla hasta el mar”. A grandes rasgos, se trata de la ruta que, en el presente, sigue la excursión “Cruce Andino”, entre Bariloche y la localidad trasandina de Puerto Varas.

Se estima que, entre 1706 y su fallecimiento 10 años después, Guillelmo tuvo la necesidad de cruzar la cordillera en dirección a Chiloé en repetidas oportunidades; de ahí, la búsqueda de un camino menos trabajoso. “Un soldado viejo le comunicó estando en Castro, que por la ensenada de Reloncaví, cuya embocadura está a unas diez leguas del actual Puerto-Montt (sic), o sea de Melipulli, ensenada que ahora (1946) conocen comúnmente los vecinos de aquellos lugares por el nombre de ‘la boca del Reloncaví’, o simplemente ‘la boca’, se entraba a un camino llamado de Bariloche, por el cual los españoles iban antiguamente a maloquear a los Poyas; y no pudiendo ir en persona e encaminarlo por su mucha edad, le dio el derrotero”.

Con afán esclavista

Cabe recordar que la conquista española de Chiloé se consumó a partir de 1567 y que la primera mención al Nahuel Huapi en crónicas de conquistadores españoles data de 1621, aunque resulta muy verosímil suponer que hubo expediciones anteriores, si bien no quedaron registros. Las malocas fueron expediciones esclavistas que se generalizaron hacia al este de la cordillera después de que los españoles acordaran tratados de paz con los mapuches del occidente.

Con los datos que le confiara el “soldado viejo”, Guillelmo se propuso lanzarse por el enigmático paso. Como no contaba con fondos, “fue recogiéndolos de casa en casa por Chiloé, pidiéndolos de limosnas a los vecinos; los cuales comprendiendo la utilidad de aquel descubrimiento, le dieron víveres, herramientas y cuanto necesitaba a este efecto”. Sin embargo, sus dos primeros intentos resultaron infructuosos, reseñó Furlong quien, a su vez, se basó en “Historia de la Compañía de Jesús en Chile”, de Miguel de Olivares.

“No rindiéndose su constancia, buscó un indio que hiciese también aquel camino; pero cuidó que no fuese poya, pues que éstos no querían se descubriese, por miedo de que los españoles volvieran por él a molestarlos. El tal indio le dijo que la entrada por Nahuelhuapí, o sea por el naciente de los Andes, estaba en un lugar llamado los Baños, en razón de unas aguas termales que nacen allí”, consideró Furlong.

Era la referencia que faltaba: “con los datos que le dio aquel indio de que el camino era por el lugar llamado los Baños, emprendió el Padre Guillelmo un nuevo reconocimiento, disponiendo que parte de los exploradores entrara por los dichos Baños y parte por Ralún, y así lo hicieron unos y otros, abriéndose paso con hachas, machetes y cuchillones, dejando señales en los árboles para orientación y guía de quienes viniesen después ellos”. Según la fuente de Furlong y no sin contratiempos, “el camino quedó descubierto con grande alegría de todos”. Sin embargo, “no se llegó a fijar con toda precisión hasta el año 1715”. No obstante, al año siguiente, quedó abandonada la misión y recién, en 1791, el franciscano Menéndez volvió a recorrer el siempre esquivo Camino de los Vuriloches. 

El trayecto

Estableció Guillermo Furlong, hacia 1943, que “según las noticias de Guillelmo, de Menéndez y de (Emilio) Frey, el camino de los Vuriloches era desde Ralun hasta la laguna Calbetue o Cayetues y desde ese punto por el río Quitacalzones hacia el Este y Sud-Este hasta un arroyo que baja al río Blanco. Habiendo cruzado el río de este nombre el camino iba por faldeos y zanjones y derrumbes hasta los llamados Baños de los Vuriloches, de donde pasaba a los Cauquenes en dirección Sud-Este, ascendiendo después a lo que es llamado ahora Paso Vuriloche o Bariloche, al sur del Tronador, hasta llegar a la pampa dilatada, hoy llamada Pampa Linda, desde donde seguía por la costa boreal de los dos brazos del Lago Mascardi, y de aquí al lago Gutiérrez y al Nahuel Huapi, donde estaba la Reducción”. ¡Tanta historia frente a nuestros ojos!

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