JORGELINA ALIOTO, NUEVAMENTE EN EL BROTE

| 05/07/2018

Nuevas poéticas desde la exclusión

Nuevas poéticas desde la exclusión

La actriz pondrá a consideración del público “Chicha La Calma”, unipersonal que ideó desde el concepto Teatro de Camino. Heredera dramática de Humberto “Coco” Martínez, quien oficiara de dramaturgo para el grupo que dirige Gabriela Otero.

Jorgelina Alioto mantiene una dilatada e intensa relación con El Brote, con cuya experiencia tomó contacto a través de Humberto “Coco” Martínez, de quien fuera compañera en la vida hasta su fallecimiento. Como consecuencia indirecta del vínculo, la actriz presentará mañana (sábado 7) “Chicha La Calma”, unipersonal que concibió al reflexionar sobre ciertas mujeres “fronterizas” que deben afrontar permanentes cruces para sobrevivir.

La teatrera hizo un poco de historia a pedido de El Cordillerano. “Me acerqué a conocer al grupo y a Gabriela Otero de la mano del maestro Coco Martínez. Por allá por 2004, en el primer Encuentro Arte y Parte, nosotros participamos como grupo en consonancia con la propuesta del teatro como reflexión y transformación de la sociedad. Éramos un grupo de jóvenes de Bahía Blanca y vinimos a participar con nuestra obra”. Después de ese cónclave dramático, “seguí trabajando con Coco y fui su compañera hasta los últimos días de su vida, en 2012. Su relación con El Brote era muy fluida y por esa razón, vinimos muy seguido a participar, yo como asistente y él como codirector de algunas obras, incluyendo No está loco quien pelea, que fue la última que escribió para ellos”, recordó.

De manera previsible, “en ese acompañamiento, se estableció una cercanía en la que yo participaba como observadora y a veces como asistente en las producciones de teatro del grupo. Y también con la comunidad de Bariloche, porque veníamos a dar seminarios... Participar de aquel momento tan importante, el Encuentro Arte y Parte, para mí fue descubrir una idea de una manera muy tangible: la relación que tienen los conflictos de exclusión con la práctica de una poética nueva que queremos, en un nuevo mundo”.

Alioto expuso similitudes y también diferencias con sus anfitriones. “Los locos son excluidos. También muchos artistas nos sentimos y somos excluidos por no sujetarnos o no participar del mundo del consumo y del sistema opresor. Entonces, a veces estamos en veredas muy diferentes, porque la situación de sufrimiento y de complejidad que atraviesa una persona con un diagnóstico de problema mental es muy distinta. Pero al mismo tiempo hay una comunión en este querer otro mundo donde nuestras ideas, que no son aceptadas, tengan asidero”, consideró.

Catorce años atrás, “me encontré con personas que estaban tan lejos de mí… Yo era una persona muy joven que estaba naciendo al mundo. Ellos vivían en una situación de pobreza y exclusión diferente a la mía pero al mismo tiempo, establecimos una relación sincera, armoniosa, cariñosa y profunda en el poco tiempo que estuvimos aquí”. Por otro lado, “en ese encuentro también conocimos al Frente de Artistas del Borda y a mí me marcó muchísimo en mi respeto a las nuevas poéticas basadas en encarnar la verdad que uno vive y atraviesa… En la que quizá, quiere rescatar lo mejor pero también, quiere salir de ese pozo”, compartió.

Diferencia maravillosa

En definitiva, “esa relación profunda que se dio a través del trabajo en un encuentro, se convirtió en una relación personal de reconocimiento y admiración por estos compañeros, que por tantos años estuvieron en una práctica teatral que no se refiere a una cuestión de terapia ni de recuperación, sino de descubrir una nueva poética a partir de su situación de ser distintos. Situación maravillosa a pesar de la exclusión… Y con Gabriela, compartimos el ser discípulas del mismo maestro y por eso también hay una afinidad profunda”, subrayó Alioto.

En cuanto a la obra que podrá verse desde las 20 en el Teatro de El Brote (Beschtedt y Tiscornia), adelantó la teatrera: “Chicha La Calma nació de una propuesta que denominamos Teatro de Camino. En Bahía Blanca estamos trabajando con el grupo Perenganas, un grupo de mujeres con el que propusimos algunas puestas estos últimos años. Y por cuestiones de posibilidades y de desafíos, el año pasado con Gustavo (Marini), mi compañero de vida, decidimos emprender un viaje para adentrarnos en Sudamérica y conocer un poco esa parte de nuestra cultura. Con la ayuda de mis compañeras y la asistencia de Mabel Dai Che Chang y Miguel Mendiondo, cree una obra para poder viajar”.

Añadió Alioto que si bien “la excusa para ponerme a prueba en este unipersonal y llevarlo a concreción fue ese viaje que nos llevó por Bolivia, Perú y Ecuador, la idea de hacer un trabajo sola me estuvo rondando desde que Coco ya no está. Hace cinco años que estoy trabajando sin su compañía, después de estar con él durante 15 años… Entonces, pensé que sería un buen desafío hacerme cargo de la propia heredad y ver si con todo el oficio que había acumulado, asumiendo también la dirección y la idea, era posible lograr una obra. En ese camino, cual testamento temprano, pensé: ¿qué es todo lo que yo puedo dar? ¿De qué quiero hablar? No como posición narcisista, sino más bien como hacerse cargo de qué verdad uno aporta al mundo y al pensamiento”. Preguntas valientes que necesitan sólidas convicciones para poder formularse.

La mujer que viaja

En su búsqueda y “quizás influenciada por algunos materiales de lectura, como Rodolfo Kusch, en especial América Profunda, empecé a recopilar observaciones de muchos años sobre mujeres trabajadoras, mujeres luchadoras.

Y cuál es la particularidad del camino que deben recorrer… Ahí apareció la fábula de la mujer que viaja, no cual turista o aventurera, sino esa mujer que viaja pasando cosas. La que en algunos lados llaman mula y que tiene varios nombres según los lugares, peyorativos en general. A partir de esa observación y de circunscribirme a la fábula de la mujer que tiene que pasar cosas por la frontera, empezaron a aparecer un montón de imágenes y reflexiones alrededor de la explotación, la opresión, la cuestión de género, la identidad obligada que tenemos que enfrentar, sea por ser mujeres, por ser americanas o por no serlo”, explicó Jorgelina Alioto.

La directora, dramaturga y actriz encontró que las mujeres están “siempre obligadas a cumplir un rol, a cumplir estereotipos y dar respuestas a las sociedades que demandan alguna identidad”. En el proceso de construcción de la obra “empecé a descubrir alguna analogía con lo personal porque somos unos disfrazados, una mezcla de muchas cosas, sobre todo en nuestro país… Estas mujeres que buscan sobrevivir, muchas veces tienen que disfrazarse de cosas a ser usadas para seguir adelante. ¿Y qué pasa con el sentir y el vivir de esta mujer que va perdiendo cosas en el camino? No por elección, pero… ¿Qué va quedando debajo de ese manto y de esos objetos que va perdiendo?” Si las hay, las respuestas las dará el teatro.

Te puede interesar
Ultimas noticias