El barilochense Nicolás Bracaccini espera quedar entre los que van al Sudamericano

Por Verónica Lohrmann
[email protected]

Actualmente la selección tiene su centro de entrenamiento en el CeNARD (Centro Nacional de Alto Rendimiento) pero realiza giras en todo el país para participar de la Liga de Ascenso y sumar experiencia de partidos y entrenamientos. La Liga A2 la integran 21 equipos participantes que comenzaron a competir desde el 12 de enero y terminarán el certamen el próximo domingo.

Nicolás está participando de la Liga A2 con el seleccionado nacional y al finalizar la competencia, se hará la selección de jugadores que participarán del certamen regional. “Es una lista de 25 jugadores de los cuales van a ser seleccionados 16 o 14 para jugar el Sudamericano a fin de año”.

“De los 25 que estamos acá, se fueron rotando todas las semanas o todos los meses para que siempre haya 17 jugadores en el CeNARD. De esa lista de 25 jugadores que estuvieron participando durante todo el año de la Liga, se seleccionan 14 que van a ir entrenando una semana todos los meses del año en el CeNARD y esos son los que van a viajar al Sudamericano”. Durante marzo, ya sabría si queda. “Me avisan cuando concentren y eso lo sé si me vuelven a llamar. Nosotros terminamos la Liga este domingo. Y las concentraciones empezarían en abril”.

En un año, al seleccionado nacional

En el 2017, “empecé a dedicarle más tiempo al vóley. Estuve entrenando con la federación Sub 15 y, a fin de año, me llamaron para jugar en la Sub 17”, con la que participó en el Provincial llevado a cabo en General Roca en octubre pasado.

“La primera vez que me llamaron, yo ya había tenido contacto con el manager en 2016, cuando fue el Sudamericano Sub 21 allá en Bariloche. Él es el que se encarga de contactar a los jugadores. Me contactaron y me vinieron a hablar. Y el año pasado, en el Torneo Argentino, participé con la selección de Río Negro y ellos ahí hacen observaciones y nos estuvieron viendo. A fin de año, hicieron tres concentraciones, una en Entre Ríos, y dos en el CeNARD. Yo fui a la segunda, en octubre. En las concentraciones, se armaron grupos de 15 jugadores, y de esas 45 personas que llamaron se descartaron y quedaron 25. Y de estas 25 de ahora, se descartan y quedan 14.”

En esa primera prueba, quedó seleccionado, y ahora espera quedar en el grupo definitivo que va a competir en el Sudamericano. Según Nicolás, “es complicado” porque los otros jugadores de la posición en que él juega (central) “son jugadores con más años de experiencia que yo, por lo cual tienen mayor nivel”. 

“Yo empecé a jugar en septiembre de 2016. Empecé a entrenar con el club (en el Don Bosco), como un deporte recreativo. En el 2017, dije, ‘bueno, voy a hacer un cambio’ y le empecé a dedicar más tiempo al deporte”. Fue el contacto con los seleccionadores lo que lo motivó y “en septiembre, que fue cuando me dijeron esto de la selección, dije ‘le voy a meter más pilas a ver si algún día puedo lograr algo’ y bueno, acá estoy”.

“En el 2017, cuando ya me pude federar en el equipo de Bariloche, hice mi primer viaje con la federación a Lamarque, que está cerca de Choele Choel, y me gustó y le empecé a meter fichas”. Luego llegó la primera concentración con la selección de Río Negro. 

“Después nos contactaron a un par de chicos de Bariloche para ir a concentrar a Choele Choel para la selección de Río Negro, entre los cuales quedé yo y un armador del CEF. Quedamos en esa lista de dos jugadores y jugamos el Argentino Sub 15 en Chajarí (en junio de 2017) con otros chicos de Cipolletti, Choele Choel y Viedma (...) Y ahí nos vieron en el Torneo Argentino y ya hicieron la lista de jugadores que querían ver”. Ese Torneo Argentino ya fue “un paso enorme. Para ser mi primer año, yo estaba muy feliz. Y sigo estando muy feliz”.

Experiencia de la selección

Por ahora, no tiene que vivir en Buenos Aires, pero sí viajar mucho y pasar varios días lejos de la familia. “Nunca me había ido tanto tiempo así. La primera semana fue dura. Tenía ganas de estar acá porque me encantan los entrenamientos, los partidos, todo, pero a la vez estaba lejos de mi casa y era complicado. Había venido dos veces a Buenos Aires de turista”, relató Nicolás. 

“Después ya te acostumbrás. El grupo de chicos es muy unido, son muy buenos chicos, y es una experiencia que no tiene comparación”. Lo que se lleva de esta vivencia, más allá de lo deportivo, es “el trabajo en equipo y la unidad”.

“Es complicado, ¿no? Porque yo voy a una escuela técnica y mi sueño desde chiquito es ser ingeniero. Y ahora llega esto y por ahí me tenga que venir a jugar a Buenos Aires también. Para mantener el nivel”. Todavía no hay nada concreto pero una de las opciones es quedarse a jugar en Buenos Aires. “Si te quedás estancado en un nivel o no avanzás lo suficientemente rápido, viene alguien más y chau”.

Decisivos para este camino, corto pero intenso, en el vóley fueron -según contó-, “mi familia, Juano Barrionuevo que fue el que me inició en el vóley, y mi entrenador, Carlos Benítez. Siempre tuve todo su apoyo. Siempre me ayudó, me solucionó los temas acá con la selección, la de Río Negro y fue él que le puso empeño. Fue con él que empecé a entrenar. Todo lo que sé se lo debo a él”.