El hincha de Independiente festejó volver a ser el “Orgullo nacional”

Por Héctor Arcore
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Una tenue lluvia caía sobre Bariloche y la verdad, no pareció casual. El llanto de felicidad de Ariel Holan, el técnico del “Rojo”, llegaba a través de las pantallas de televisión; a los hinchas, a miles de kilómetros de distancia del Maracaná (¡nada menos!), en Bariloche se les escapaban las lágrimas. Mucho sufrieron los últimos tiempos, los más pibes no vivieron aquellas noches de gloria cuando año tras año las copas internacionales se “amontonaban” en las vitrinas de la calle Mitre y los padres, abuelos, tíos, les contaban aquellas épocas donde se escribió la leyenda. Y encima, debieron padecer las burlas y el dolor por haber vivido pésimos momentos.

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Pero anoche, un 13 de diciembre, Independiente volvió a ser Independiente. Respetando un estilo de juego, pero poniendo el alma en cada pelota. Demostrando que los de afuera no juegan. Que dentro del campo de juego se escriben las historias.

Y así lo entendieron los hinchas a lo largo y a lo ancho del país, esos cuatro mil que se quedaron disfónicos de tanto alentar, y los muchos que hay en Bariloche. 

Un rato después del pitazo final del árbitro, los autos comenzaron a desfilar haciendo sonar sus bocinas, al grito de ¡dale campeón, dale campeón…! Por supuesto, el Centro Cívico fue el lugar elegido y allí confluyeron grandes y chicos, mujeres y hombres, jóvenes y no tan jóvenes. El color rojo se adueñó de la emblemática plaza de la ciudad. Había que desahogarse. Había que sacarse tanta “mufa” de adentro, había que volver a poner al gran Independiente bien arriba. Y así sucedió. ¿Cómo… llovió? La verdad, nadie se dio cuenta. La pasión, volver a ser el “Orgullo nacional”, eso no se lo quita nadie a gente del “Rey de copas”.

La peña del “Rojo” lo vivió con pasión

La cita era a las 20 horas, en el local donde funciona el pub Interview. De a poco, a medida que iban saliendo de sus trabajos los hinchas de Independiente se acercaron para seguir las alternativas de la finalísima.

Se emocionaron hasta las lágrimas con la salida al campo de juego, sufrieron con el gol de Flamengo y deliraron con el empate luego de instantes de incertidumbre sobre si se cobraba o no el penal. Impresionante fue la fiesta en el pub y casi como eyectados salieron a festejar al Centro Cívico.

Así vivieron la consagración algunos de los integrantes de la peña Daniel Bertoni. Los que no fueron, fue porque ya tenían su propia cábala (verlo en soledad, con el padre, etc.) o por cuestiones de trabajo. Pero en el final nadie dejó de salir a festejar.

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