Como una embarcación fantasma que atraviesa el tiempo, el crucero General Belgrano continúa navegando en los mares mentales de miles de argentinos.

Y hoy la silueta de la embarcación se perfiló en la costa barilochense, como si el lago Nahuel Huapi, por unos instantes, se hubiese transformado en el mar bravío que descansa su oleaje en las costas malvinenses.

Fue en el Atlántico sur, el 2 de mayo de 1982, cuando un submarino británico hundió al crucero General Belgrano fuera del área de exclusión (lo que, al sentido común –que no suele ser el más común de los sentidos–, lo transforma en un crimen de guerra, más allá de que el Estado argentino como tal nunca haya ido oficialmente con ese reclamo a instancias internacionales).

Esa fecha, como ha dicho el titular de la Dirección Provincial de Veteranos de Malvinas, Rubén Pablos, se presentó como la carta que, en su momento, mostró que la partida bélica se había iniciado en serio y ya no había vuelta atrás, es decir, adiós a la idea de que quizá todo pudiera resolverse pacíficamente.

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Pero, antes que nada, lo que se señalaba al principio: Bariloche vivió hoy una jornada malvinense.

Cuando el reloj del Municipio, en lo alto de la torre, marcaba las 11.10, veteranos de Malvinas y el intendente Walter Cortés trasladaron la bandera nacional desde el palacio comunal al mástil central de la plaza.

Una vez que la colocaron, la izaron y luego bajaron hasta dejarla a media asta, en señal de luto por aquellos trescientos veintitrés hombres que murieron por el ataque al Belgrano.

Así, de cara al lago, se entonaron los versos de Aurora (“Alta en el cielo, un águila guerrera…”).

El frío reinante no logró empañar la emoción.

Luego, vinieron las palabras de distintos oradores.

En primer término, habló David Telmo, de la agrupación Homenaje 649+, de donde partió la idea de hacer el acto recordatorio.

Homenaje 649+ es un grupo integrado por personas que pasaron por la Escuela Militar de Montaña y sintieron la necesidad de realizar acciones tendientes a malvinizar, es decir, concientizar sobre la cuestión Malvinas y, a la vez, rendir homenaje a los héroes que participaron de la batalla, tanto a los caídos como a los que pudieron regresar al continente.

Le siguió el titular de la entidad provincial de excombatientes, Pablos, quien brindó su visión sobre lo que significó el hundimiento del Belgrano.

De esa forma, evocó que el día anterior al bombardeo, había existido una propuesta del entonces presidente de Perú, Fernando Belaúnde Terry, tendiente a la creación de un gobierno tripartito, es decir, de instalar en el sector en conflicto las insignias de Argentina, Gran Bretaña y Naciones Unidas para dar comienzo a un diálogo en pos de una solución pacífica.

En ese sentido, rememoró que todos aceptaron, salvo la entonces primera ministra británica, Margaret Thatcher, quien optó por el silencio y, a la jornada siguiente, hacer hundir el Belgrano.

Además, vinculó a Estados Unidos con el estallido de la guerra, apuntando al interés de los del norte en conseguir acceso a un lugar geopolítico estratégico.

Incluso recordó expresiones vertidas antes de la guerra por el expresidente argentino Arturo Frondizi, quien manifestó que le había llegado información acerca de una acción estadounidense tendiente a producir un enfrentamiento entre ingleses y argentinos, para así, en un futuro cercano, conseguir posicionarse en la zona.

En ese sentido, Pablos dice que lo consiguieron, ya que un par de años después del conflicto bélico colocaron una base de la Organización del Atlántico Norte (OTAN) en el extremo sur, algo paradójico (¿norte en el sur?).

Por otra parte, el director de la agrupación de excombatientes provinciales, como habitualmente hace, separó lo que es la causa Malvinas de la dictadura (“Malvinas, sí; dictadura, no”, dijo, citando un viejo cantito popular).

Más allá de eso, Pablos mencionó que en Bariloche reside la familia de un combatiente que perdió su vida en el crucero General Belgrano, Héctor Omar Gorosito. Aquí viven su mamá y una hermana.

También el intendente brindó un pequeño discurso.

Cortés, por momentos con la voz quebrada (se nota que la cuestión Malvinas le toca cierta fibra íntima, como ya se había apreciado la noche de la vigilia), resaltó la gesta malvinense y apuntó a reflotar el recordatorio de las fechas significativas para la patria.

Tras el jefe comunal, habló un hombre que fue tripulante del crucero General Belgrano antes del conflicto bélico.

Pero, más allá de todo, y por encima de las palabras, estuvo la sensación de que el navío se eterniza en un navegar constante por el alma de los argentinos. Y, si perdura esa andar, la memoria de los trescientos veintitrés fallecidos por aquel crimen de guerra permanecerá viva.