¿Qué rol tendrán los parques nacionales durante la gestión de Javier Milei?

Primero dio la sensación de que existió cierta “dejada de lado”. Por ejemplo, con una demora importante en que se designaran las autoridades del Directorio de la Administración.

Además, existió una ola de despidos, medida disfrazada como cese de contratos (precarios). 

La acción fue llevada a cabo tan a la marchanta que, en muchos casos, tuvieron que retroceder en la decisión y reintegrar a los trabajadores.

Así, en una situación donde dejaban en la calle a la gente -a una parte, de manera momentánea- y no había una indicación clara sobre el rumbo que se tomaría en el organismo, atando cabos con la idea de –motosierra en mano– la economía por encima de todo que trasluce Milei, estuvieron quienes sintieron el peligro de que las áreas protegidas sirvieran como moneda de cambio (evocando los años noventosos que son parte del vademécum del león -o gatito mimoso, depende quién opine-, década en la que se hablaba de permuta de deuda externa por naturaleza).

Cuando empezó a sonar el nombre de quien finalmente ocuparía la presidencia del Directorio de la Administración, Cristian Larsen, el temor no culminó, por el contrario.

Cercano al diputado Hernán Lombardi, el pasado de Larsen incluye una incursión por la Radio y Televisión Argentina Sociedad del Estado, primero como auditor interno durante el macrismo, luego, durante la Presidencia de Alberto Fernández, como director por la oposición (PRO), momento en el que tuvo un fuerte rechazo por parte de los gremios del sector debido a su incursión anterior, ya que lo calificaron como “el brazo ejecutor de numerosas irregularidades, vaciamiento generalizado, persecución y violación de derechos laborales”.

En la página de Internet gubernamental, al anunciar su designación, lo calificaron como “alguien con una sólida formación académica y profesional, es abogado con especialización en derecho tributario y maestrando en administración y políticas públicas. Su excelencia académica fue reconocida por el Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires y la Universidad de Belgrano”. 

En definitiva, en lo de “administración y políticas públicas” puede verse una orientación hacia lo que es gestión en el Estado, mientras que en lo de “derecho tributario”, obviamente, se encuentra un vínculo con lo económico, pero lo que hace a la relación con el sector que le toca presidir, es decir, las áreas protegidas, todo es una incógnita (silencio).

Los agoreros, al ver las huellas que van dejando sus pasos iniciales en el área, afirman que sus pronósticos eran acertados.

Larsen, hace unos días, a través de su cuenta en X (antes, Twitter), contó que estuvo reunido con autoridades de la Federación de Agencias de Viaje “para trabajar en conjunto y garantizar un desarrollo sostenible, federal y ordenado del turismo”.

“Mejorar la oferta turística en los Parques para aumentar sus visitantes es una de nuestras prioridades de gestión”, sostuvo.

Y en otro posteo consideró: “Venimos de años de una visión sesgada respecto del turismo en Parques Nacionales (en realidad, puso ‘en @ParquesOficial’…)”. “Nosotros pensamos exactamente al revés: a mayor turismo mayor conservación”, remató.

Y en Facebook, en una publicación que alude a la inauguración de una nueva formación y de una estación del Tren del Fin del Mundo dentro del Parque Nacional de Tierra del Fuego, afirmó: “Vamos a generar las condiciones para atraer inversiones”.

Así, el debate que vendrá, seguramente, tendrá que ver con el fin que tienen los parques nacionales: ¿tendrán razón los seguidores del león/gatito mimoso y debe hacerse plata con ellos para una mejor conservación?; ¿o simplemente de trata una manera de aprovechar todo lo que se tiene a mano –en este caso, las áreas protegidas– para obtener dinero sin importar el cómo?

El interrogante está planteado.