LA BANDA COMANDADA POR EMILIANO BRANCCIARI HIZO DELIRAR A QUIENES LLENARON BOMBEROS

| 19/04/2024

No gustó, ¡deslumbró!

No gustó, ¡deslumbró!
Fotos: Eugenia Neme.
Fotos: Eugenia Neme.

El público estaba entregado de antemano. Es cierto. Pero eso no quita que No Te Va Gustar haya dado, en el estadio Bomberos de Bariloche, un recital al que hay que buscarle un adjetivo relevante que sirva para definirlo… ¿Impresionante? Sí, es bastante apropiado.

A esta altura, nadie duda de la calidad de frontman de Emiliano Brancciari, vocalista y guitarrista de la banda. 

Nacido en Argentina pero uruguayo por adopción, a pesar de una timidez intrínseca, a la hora de tocar, se mueve como un animal escénico.

El grupo, como quedó claro en su paso por la ciudad, está más que aceitado.

No se perciben errores, y hasta las zapadas parecen ser partes de una partitura.

Incluso, ante un micrófono al que se le dio por jugar una mala pasada y quedarse mudo cuando el show ya iba por unos cuarenta minutos, por lo que los músicos debieron abandonar el escenario para que la cuestión se solucionara, a la vuelta, en vez de verse afectados por el inconveniente técnico, lo sortearon como caballeros dando lugar a una versión feliz de Corazón, de Los Auténticos Decadentes.

Pocos grupos como NTVG pueden sonar por momentos como rockeros a la usanza clásica, luego transformar el lugar en un boliche modernoso y después en una sala de un club de baile vecinal, además de meter un toque punk por acá y bastante reggae por allá, sin olvidar el ska y aires de ritmos uruguayos que hacen honor a la cuna de la banda, con vientos que distan de ser un adorno y cobran protagonismo durante gran parte de los conciertos.

Todo eso se pudo comprobar en Bariloche.

La convocatoria era para las 20.30 del jueves 18 de abril. A esa hora, la cola era prácticamente una serpiente que casi unía la boca con su cola. Desde las puertas de ingreso, en Beschtedt 279, partía el cuerpo humano serpentino hasta Mitre, de ahí a Palacios, para luego tomar Moreno y llegar a metros del punto de partida.

Desde la organización hablaron de 2196 personas habilitadas para entrar, pero resultó claro que, a último momento, se sumaron más.

Dentro del recinto, la gente matizaba gastronómicamente la espera con panchos y latas de cerveza (3000 y 2500 pesos, respectivamente).

A las 21.42, los músicos se adueñaron del escenario.

El inicio fue con Déjame bailar, tema que abre el disco debut de la banda, Solo de noche, de 1999.

Los juegos de luces ponían el foco no solo en los integrantes de la agrupación, sino que remarcaban el protagonismo de los concurrentes, quienes se hicieron uno con la banda desde el comienzo, aceptando la invitación al festejo. Porque el recital se enmarcó en una gira por el trigésimo aniversario del grupo (el primer concierto fue en Montevideo, el 25 de junio de 1994). Por eso, sobre el final, el público cantó el feliz cumpleaños… solo faltó la piñata.

Pero si no se reventó un globo para que los presentes agarraran golosinas y juguetitos, sí hubo un souvenir: un fragmento de la “redonda” Todo un palo que llegó como coda de la propia Te voy a llevar.

Asimismo, Emiliano, tal como suele hacer Bruce Springsteen, preguntó al público qué canciones quería escuchar e interpretó extractos de aquellos pedidos que, entre el griterío, pudo llegar a oír, por ejemplo Niño, un tema del álbum El camino más largo, de 2008.

El cierre fue con No era cierto.

Ya habían pasado quince minutos de la medianoche.

Afuera esperaba la realidad, pero quienes fueron al recital la recibieron con una sonrisa.

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