10/12/2018

Las montañas: bastante más que belleza escénica

Para la mayoría de los barilochenses apenas si contribuyen a la belleza escénica. Para otros, son susceptibles de prácticas deportivas, de mayor o menor intensidad. Para la actividad turística son sinónimo de atractivo e imán para miles de visitantes. Para otros vecinos, excusa de contacto con la naturaleza, sea durante el invierno u otras estaciones. Pero la verdad es que además de tales significados, las montañas son esenciales para la vida de la humanidad.

Asciende a casi mil millones de personas la cantidad de humanos que vive en zonas montañosas pero además, más de la mitad de la población del planeta depende de las montañas para abastecerse de agua, alimentos y energía renovable. Sin embargo, están bajo amenaza por el cambio climático, la degradación de los suelos, la sobreexplotación y los desastres naturales, con consecuencias potencialmente devastadoras y de largo alcance.

Las amenazas no se limitan a las sociedades que viven en ambientes montañosos, se extienden a la totalidad del planeta. Las montañas funcionan como primeros indicadores del cambio climático y a medida que el globo terráqueo se calienta, los habitantes de las alturas -que en algunas latitudes figuran entre los más hambrientos y pobres del mundo- se enfrentan a más dificultades para sobrevivir.

Algunas de las situaciones pueden apreciarse a simple vista en Patagonia. El aumento de las temperaturas implica que los glaciares de montaña se derritan a niveles sin precedentes, velocidad que afecta los suministros de agua dulce de millones de personas. Sin embargo, para enfrentar la magnitud del deterioro, la gente de las montañas tiene en su haber una gran cantidad de conocimientos y estrategias, que acumuló durante generaciones para adaptarse a la variabilidad climática.

No obstante, el calentamiento global, la variabilidad climática y los desastres que derivan del clima, se combinan con la marginación política, económica y social para aumentar la vulnerabilidad de los pueblos de las montañas, frente a la escasez de alimentos y la pobreza extrema. Actualmente, se estima que en los países en desarrollo uno de cada tres habitantes de las montañas sufre inseguridad alimentaria.

Como consecuencia, la migración aumenta tanto hacia el extranjero como hacia los centros urbanos de cada país. Quienes permanecen son en general las mujeres, que se quedan al cuidado de los cultivos y el ganado. A pesar de esa realidad, cuentan con escaso acceso a los créditos, a la formación y no siempre gozan de derechos de tenencia sobre la tierra. La migración también incide en una pérdida inestimable de los beneficios que el conjunto de la humanidad recibe de los ecosistemas de montaña, su diversidad cultural y agro-biológica.

Para intervenir en la situación, se considera que las inversiones y las políticas pueden aliviar las duras condiciones de vida de las sociedades de montaña y revertir las tendencias migratorias. Reflexiones que vienen a cuento al celebrarse hoy el Día Internacional de las Montañas, bajo el lema “Las montañas son importantes (Mountains matter)”. Si bien están presentes en la Agenda 2030, en general quedan relegadas.

Pero si se tiene cuenta, la función fundamental que desempeñan en el suministro de bienes y recursos del ecosistema, que son esenciales para el planeta y su vulnerabilidad frente al cambio climático, deberían intensificarse los esfuerzos y aumentar la atención sobre las montañas. En efecto, “las montañas son importantes” porque operan como “tanques de agua”, ya que proporcionan del 60 al 80 por ciento de los recursos de agua dulce en términos globales.

Como debería saberse en Bariloche, también son importantes para el turismo, porque los destinos de montaña atraen entre el 15 y el 20 por ciento del turismo mundial, al ser zonas de gran diversidad cultural, conocimientos y patrimonio. En otro orden, también las montañas son trascendentes para la alimentación porque son centros de biodiversidad agrícola y originan muchos de los alimentos que llegan a las mesas, como el arroz, las papas, la quinua, los tomates y la cebada.

De más está decir que las montañas son importantes para los pueblos indígenas, porque son muchas las zonas montañosas que albergan antiguas comunidades, las que poseen y mantienen valiosos conocimientos, tradiciones e idiomas. También revisten importancia para la biodiversidad y su preservación, porque la mitad de los puntos críticos del mundo se concentran en las montañas. Los ambientes montañosos contienen aproximadamente, una cuarta parte de la diversidad biológica terrestre.

A raíz de estas apreciaciones, en 2018 la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) lanzó una campaña mundial, con el objetivo de generar conciencia sobre la desatención actual que sufren las montañas y los pueblos que las habitan. Bastante más importantes que el rol ornamental que solemos atribuirles en las postales de los destinos turísticos, como Bariloche.

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