20/10/2018

Hacen falta “cambios sin precedentes”

El más reciente informe del Grupo Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) volvió a llevar la temática hacia las primeras planas. A grandes rasgos, destaca que será vital limitar la subida de la temperatura global a 1,5 grados y que, para cumplir ese cometido, hace falta producir “cambios sin precedentes”, si es que de verdad se quiere evitar que la extinción de especies sea todavía mayor o reducir la subida del mar.

El informe ratifica que, desde mediados del siglo XIX, la temperatura media global ascendió 1 grado centígrado, y las consecuencias ya están a la vista y persistirán. Pero además, advierte que, al ritmo que llevamos como civilización, entre 2030 y 2052, se superarán los 1,5 grados, perspectiva que indica que los efectos del calentamiento global se agudizarán sobre la vida del planeta en su conjunto.

Quizás haga falta recapitular. La temperatura a escala mundial comenzó a registrarse en la década de 1880. Desde entonces y hasta comienzos de 2017, la Tierra se había calentado alrededor de 0,9 grados. Puede parecer poco pero se trata de un promedio sobre la superficie de todo el planeta, entonces es un montón. Ese incremento explica porqué buena parte del hielo terrestre comenzó a derretirse y porqué los niveles del mar suben a un ritmo acelerado.

Según los científicos, si las emisiones de gases de efecto invernadero continúan al ritmo actual, el calentamiento global podría superar los 2 grados a fines del siglo XXI, nivel que debilitaría la capacidad del planeta de albergar a una gran población humana. Hasta el momento, la presencia de dióxido de carbono en la atmósfera es un 43 por ciento superior a los niveles preindustriales, con las consecuencias que están a la vista.

Más allá de los dislates del presidente de Estados Unidos, la evidencia es clara: aquel 43 por ciento proviene de la actividad humana porque hay estudios que distinguen las emisiones de origen industrial de las naturales. En el pasado remoto, los niveles de dióxido de carbono aumentaban y disminuían como consecuencia de la naturaleza, pero esos aumentos o disminuciones se producían a través de miles de años.

Desde la geología, se aporta que, en la actualidad, la humanidad libera hacia la atmósfera gases de efecto invernadero a una velocidad que la naturaleza en su conjunto nunca alcanzó, de manera que resulta irresponsable atribuir el calentamiento global al funcionamiento de factores naturales. Quienes insisten en posturas como las de Donald Trump sólo tienen detrás postulados ideológicos.

Tanto el inquilino de la Casa Blanca como sus sectores afines, en vez de negociar políticas para mantener a raya el cambio climático prefieren apuntalar el funcionamiento del “mercado”, aunque la búsqueda de rentabilidad se lleve por delante la supervivencia del planeta. En consecuencia, desde sus sitiales de poder bloquean los acuerdos de los que participa casi la totalidad de la “comunidad internacional”, mientras al mismo tiempo siembran desprestigio sobre la tarea de los científicos independientes.

Varios de los argumentos de aquellos que niegan el cambio climático se tornaron tan descabellados que incluso las empresas petroleras o del carbón se distanciaron. No obstante, es cierto que algunas aún financian campañas de los políticos “negacionistas”. Pero la situación es grave, como acaba de confirmar el IPCC: en los próximos 25 o 30 años, el clima seguirá calentándose y asumirá comportamientos cada vez más extremos.

Entre otras consecuencias, los arrecifes de coral y otros hábitats igualmente delicados, ya comenzaron a morir. Con razón, puede temerse que si las emisiones continúan en ascenso, será mayor la cantidad de refugiados “climáticos” y se precipitará la sexta extinción masiva de plantas y animales en la historia de la Tierra. Si, finalmente, se derriten los casquetes polares, el nivel de los mares aumentaría tanto que se inundarían la mayoría de las ciudades costeras del planeta.

¿De qué manera afecta a la humanidad el cambio climático? Un ejemplo: durante el paso del huracán Sandy por Nueva York y Nueva Jersey, en 2012, sufrieron inundaciones unos 83.000 habitantes más de los que se habrían perjudicado si el clima hubiera permanecido. Sin contar a las miles de personas que ya murieron a raíz de las olas de calor que se producen cada año, sobre todo en los veranos boreales.

Existen soluciones realistas ante la crisis, pero los cambios se producen con demasiada lentitud. La sociedad global postergó su entrada en acción durante mucho tiempo y ahora los riesgos son enormes. Pero si las emisiones de origen humano se reducen a cero, el calentamiento podría desacelerarse hasta llegar a un ritmo manejable. La transición de la energía se debe acelerar de manera drástica para acabar con los peores efectos del cambio climático.

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