01/06/2018

Los oligopolios no pueden responder “con el corazón”

Después de toda “corrida cambiaria”, siempre hay ganadores y perdedores. No hace falta ostentar una maestría en Economía para averiguar a qué sectores beneficia y a cuáles perjudica. No tanto por las oscilaciones en la cotización del dólar, sino más bien por el traslado de la devaluación a los precios de los productos de consumo masivo. En este sentido, la experiencia puede enseñar tanto o más que el más sofisticado de los manuales de finanzas.

Que en la actualidad el dólar cotice por encima de los 25 pesos, incide notablemente en la Canasta Básica. No por nada la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, pidió que la suba de la divisa estadounidense no se advierta en las góndolas de los supermercados y en consecuencia, potencie aún más la inflación. La solicitud de María Eugenia Vidal hace recordar a la que pronunciara Juan Carlos Pugliese en los últimos tramos del gobierno de Alfonsín.

En efecto, en 1989 la Argentina atravesaba un período de hiperinflación y aquel referente, de la más rancia estirpe radical, tuvo que hacerse cargo del Ministerio de Economía cuando el staff de la UCR ya no contaba con gente de perfil técnico que pudiera hacerse cargo de aquella brasa ardiente. “Les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo”, lamentó Pugliese. En las últimas semanas sucede otro tanto, aunque no parece muy verosímil que el gobierno de Cambiemos tenga la posibilidad de hablar desde el corazón…

Entre otros factores, incide en la despiadada remarcación de los precios la escandalosa concentración que exhibe la economía argentina, aspecto que los monetaristas siempre pasan por alto porque no encaja en las fórmulas que aprendieron. Desde esta perspectiva, será imposible que el Banco Central de la República Argentina sea capaz de controlar la siempre creciente tendencia de los precios con herramientas puramente financieras, como la tasa de interés.

Una consultora difundió recientemente un estudio muy revelador, que pasó un tanto desapercibido al concentrarse la atención en el Senado y la cuestión de las tarifas. Por ejemplo, la investigación concluyó que en el sector Bebidas, solo 15 empresas controlan el 80 por ciento del mercado, cuando son 164 las que incursionan en el rubro. En tanto, solo el 9 por ciento de los fabricantes se apoderan del 80 por ciento de la facturación. ¿Libre concurrencia o más bien oligopolio?

No muy distinto es el panorama en Cuidado personal. Solo 10 empresas concentran el 71 por ciento del mercado, sobre un conjunto de 74 empresas. Además, el 14 por ciento de los fabricantes retienen el 80 por ciento de la facturación. La concentración es más marcada aún en el rubro Limpieza, ámbito en el cual apenas seis empresas tienen el 82 por ciento de participación en el mercado, sobre un conjunto de 52 empresas. De la misma manera, el 10 por ciento de los fabricantes se quedan con el 80 por ciento de la facturación.

Como puede advertirse, la noción de “mercado” a la que acuden y defienden los y las economistas de la ortodoxia es una falacia. Nada que ver con aquella idea romántica de una multitud de oferentes que se ponen en contacto con otras multitudes de demandantes en un marco de libertad y transparencia. Hace décadas que las cosas funcionan de otra manera. En la Argentina, la concentración data de los 90 pero durante la “década ganada”, solo las corporaciones mediáticas estuvieron en cuestión. En la actualidad, ni siquiera…

En el rubro Pañales, los tres mayores fabricantes concentran el 97 del mercado. ¡Es un escándalo! En Cerveza, ocurre otro tanto y en Detergentes, el 94 por ciento. Los oligopolios también prevalecen en Jugos en polvo con el 93 por ciento, en Gaseosas con el 91 por ciento y en Café con 87 por ciento. En tanto, en artículos para el Pelo, los tres más grandes se quedan con el 83 por ciento de la torta. En Yogures, con el 82 por ciento y en Lavandina, con el 78 por ciento. En Leche, la participación se “reduce” al 70 por ciento.

Para los autores del estudio, “correspondería realizar una investigación sobre concentración y formación de precios en el mercado”. Cabe recordar que no hace mucho, se promulgó la Ley de Defensa de la Competencia por parte del Poder Ejecutivo, de manera que si asumiera su tarea con seriedad, mucho trabajo espera al Tribunal Nacional de Defensa de la Competencia. Pero más allá de su tarea fiscalizadora, compete al Estado poner en práctica políticas que atenúen y retrotraigan la concentración. De lo contrario, imploraciones como las de Juan Carlos Pugliese o María Eugenia Vidal recibirán siempre la respuesta del bolsillo... No hay monopolio u oligopolio que se haya construido desde el corazón.

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