21/02/2018

María Llanquinao, arquera: “Mi vida está llena de fútbol”

- HISTORIA DE VIDA -  María Llanquinao, con 64 años, es la jugadora en actividad que más años tiene en el fútbol de Bariloche. Comparte la pasión con su hija, sus dos nietas y su bisnieta. Hoy ataja en SOYEM y el Torneo de la Liga Municipal de Fútbol Femenino lleva su nombre. “Para mí fue una sorpresa”, reconoció María. “Es un orgullo”.

María Llanquinao, arquera: “Mi vida está llena de fútbol”
Atajando en el Torneo de Futsal.
Atajando en el Torneo de Futsal.

“Nosotras somos de una familia futbolera. Mi hija, mis nietas y mi bisnieta. Somos cuatro generaciones jugando al fútbol. Vine de la mano de mi hija a las canchas. Yo tenía 33 años y a ella se le ocurrió jugar. En el barrio, había un equipo que se llamaba San Francisco”, comenzó a relatar María. A Sandra, la hija, la invitaron a jugar y le pidió que la acompañara. “Y yo me fui con ella y también me gustó. Y empezamos a entrenar las dos juntas. Yo jamás había jugado al fútbol. Nunca es tarde, digo yo siempre. Así que nos pusimos a entrenar. Teníamos entrenador y teníamos un buen equipo, y salíamos a competir en los barrios”.

Los primeros torneos

Por ese entonces, a mediados de los ochenta, se empezaba a difundir el fútbol femenino; todavía no estaba la Liga. “Mi hija tenía 14, 15 años, y ahora tiene 46. Nosotros llegamos en el 82 al barrio San Francisco y ya en el 1986, por ahí, ya se empezó a conocer el fútbol femenino. Se hacían campeonatos cuadrangulares. Por ejemplo, los fines de semana decían, ‘jugamos en tal barrio’ y allá íbamos los que estábamos. Eran cinco o seis equipos, más no eran. Jugábamos en el San Francisco, en El Unión. Y ahí estaban las chicas de El Unión, estaba Boca, el que en ese tiempo le decían Balompié, que después las chicas jugaban en Estudiantes, y Mutisias, a cargo de don Amadeo Águila. Y así fue creciendo el fútbol hasta que llegamos a formar una liga municipal. Se juntaron todos los equipos porque se hacía cancha y se hacía ‘fulbito’ en los gimnasios; en la escuela 16, ahí jugábamos todos los equipos. Después nos juntábamos en Adeful, también se armaban campeonatos ahí. Y ya empezábamos a competir. Dentro de todo, siempre nos fue bien”, recordó. “Eran campeonatos lindos, hemos logrado mucho, hemos salidos campeonas, hemos disfrutado un montón. Mi vida está llena de fútbol”.

Seguir creciendo

“Nosotras éramos tantas que siempre quedábamos en el banco, jugábamos un rato y quedábamos en el banco. Yo era arquera suplente, siempre fui arquera. Y nos quedábamos en el banco, así que un día dijimos: ‘podríamos armar un equipo nosotras’. Otro aparte. Así que juntamos un par de pibas y ahí mismo en el Adeful donde habíamos jugado. Y lo armamos, para poder crecer, para que crezca el fútbol femenino. Mientras más equipos armemos, más vamos a ser, ¿no? Así que armamos nuestro equipo y ahí nos largamos las dos solas con mi hija Sandra (Mesa). Yo siempre a cargo de los equipos. Así empezó todo. Y para mí es lo más lindo estar acá, en la cancha”.

SOYEM y la historia más cercana

“Acompañar a las chicas, siempre. Siempre estuve con ellas. Como delegada siempre. Siempre me hice cargo de mi equipo. Les agradezco a todas las chicas que me acompañaron hasta ahora. Porque son un montón de chicas que han pasado por mi equipo. Hemos tenido varios nombres con equipo que tuve con mi hija”. Perito Moreno, San Telmo, también jugaron las 4 en Mutisias. Y también participaron de la liga federada: “Estuvimos en LIFUBA, hace alrededor de 5 años, también. Llegamos a ser federadas. Primero entramos con SOYEM, pero como éramos federadas teníamos que representar a un equipo, entonces buscamos a Independiente que no tenía equipo femenino. Y salimos campeonas”.
Desde que se inició de nuevo, solamente participan de la Liga Municipal junto a SOYEM. Les dan las camisetas y ayuda económica para cuando hacen eventos para solventar los gastos del equipo. “Y si no, nos pagamos todo entre todos. El material nos lo regalaron todo. Tenemos pelotas, el botiquín bien armado, la indumentaria”.

La Liga Municipal

“La liga tuvo un gran auge a partir del 98, cuando se formó una comisión, había una presidenta y un montón de gente más que trabajaba con la presidenta. Y bueno después se desarmó. Entonces, la presidenta dijo ‘mejor sería que la chicas sean todas federadas para que puedan jugar afuera, para que puedan competir internacional o nacionalmente’. Dijeron ‘bueno, seamos federadas’. Nos costó, sí. Porque es mucha plata. Y hay que sostener un equipo y una liga también”, explica.
El equipo trabaja también para solventar los gastos de la liga, “para sostenerla y poder darnos a nosotras también. Porque está acá la plata (señalando la cancha de césped auxiliar que espera inaugurarse pronto). Yo por eso le agradezco a la gente que ahora está en la Liga Municipal, que hace posible esto que era un sueño desde hace mucho tiempo y recién ahora se está cumpliendo. Por ejemplo, tener nuestra propia cancha de césped. Eso es lo más importante y los chicos trabajan bien es ese sentido. Estoy contenta con ellos porque creo que es el sueño de todas las mujeres que estamos acá jugando”.
Y después de tantos años, “lo que más me motiva a mí es cómo crece. La cantidad de chicas que vienen, que formen sus equipos. Me pongo contenta porque digo ‘ojalá que todas lleguen hasta la edad que yo tengo’. Porque creo que soy la única con 64 años acá adentro”.

Una bisabuela muy especial

“Yo tengo ahora 64. Me siento bien. Nunca una lesión, salvo algún esguince, que yo misma me produje entrenando. Pero nunca tuve un problema de no poder ir a la cancha por estar mal. Que me han hecho hacer un descanso, sí, porque me han dejado sin jugar. El técnico, por ejemplo”, cuenta entre risas.
Las mujeres de la familia juegan actualmente en SOYEM. Sandra Mesa, la hija de María, que es la 9; las nietas, Cintia, la 8, y Jazmín Huarraleo, y ella de arquera. La más chiquita juega en El Team en el Sub 13. Samara Álvarez, la bisnieta. “Quiero llegar a jugar con mi bisnieta en mi equipo. Ese es mi sueño, llegar a jugar con ella”.

Fútbol y familia un solo corazón

María habla del fútbol y de lo que le brinda, y siempre está ligado a sus nietas. “Orgullo. Por parte de mi familia. Eso que da ganar, ver a tu nieta cómo hace goles, verla correr y jugar. Para mí es la mejor”. En la conversación, el fútbol y la familia se van mezclando y la combinación es especial. “Me emociona hablar de mi familia. Son muchas cosas que se han logrado. Y el estar juntos. Juntarnos los fines de semana, acá en la cancha, todos. Las chicas con su familia, con sus hijos. Compartir un montón de cosas en la cancha”.
Pero cuenta que en su casa no se habla de fútbol. “Porque nos juntamos a compartir un montón de cosas. Por ahí alguna jugada, alguna mala atajada. Pero siempre nos alentamos” Y los varones de la familia acompañan. “Tengo un hijo varón que juega pero no compite. Orgulloso, seguramente. Para los regalos de cumpleaños me regala los botines, las canilleras, los guantes, porque sabe que me gusta. Y mi pareja que hace 30 años que estamos juntos, me conoció jugando, y él acepta. A él, le gusta la pesca y yo juego al fútbol”.
¿Qué hubiera hecho si no hubiera jugado al futbol? “No sé qué sería de mí. La verdad que no sé. Esto llegó. Siempre le digo a mi hija, ‘vos me llevaste de la mano’. Siempre la acompañé. Somos pocas nosotras. Tengo dos hijas. Tengo una que vive en Viedma. A ella nunca le gustó el fútbol. ‘Ay, madre’, me dice. ‘Siempre llenándote de tierra’. Dios me ha dado este cuerpo, esta energía y quiero seguir adelante y jugar con mi bisnieta”.

“Nosotras hacemos todo”

Lo que lleva a las mujeres a jugar al fútbol, para María “es la unión, estar, seguir para adelante. Lo que me motiva a mí son las ganas de las chicas. A veces somos 6 en la cancha y una viene y dice ‘voy a traer a mi amiga que quiere jugar’ y así se van juntando. Ahora tengo casi 20 jugadoras anotadas. A veces somos 11 entrenando, porque todas no pueden venir, se van turnando, por el tema del trabajo, los chicos, diferentes cosas”.
Y para combinar el trabajo, la familia y el deporte, “nosotras hacemos todo. Somos amas de casa, trabajamos. Se hace todo”, asegura María. “Una vez me acuerdo cuando le fuimos a pedir los gimnasios a Jalil, que en paz descanse, y nos mandó a lavar los platos. Y entonces nosotras le contestamos ‘nosotras podemos lavar los platos y hacer un montón de cosas más’. Y bueno, después nos terminó ayudando, porque vio el entusiasmo de las mujeres. Nos ayudó a hacer bingos, nos daba los gimnasios, para que podamos disfrutar del fútbol. Toda la buena onda”.

Anécdotas desde el arco

El oficio de arquera, fue un largo camino. “Mi puesto fue a propósito porque faltó la arquera y me pusieron a mí. Y me empezaron a entrenar y a entrenar, y cada técnico que teníamos nos daba algo. Tuvimos muchos técnicos que nos enseñaron mucho a todas. Y te queda todo lo que te enseñan. Y vas aprendiendo. Dicen que uno cuando empieza de grande no aprende. Pero uno le pone ganas y sí”.
La primera atajada “estaba muy nerviosa porque me pusieron de ‘prepo’ en el arco y yo no había agarrado nunca una pelota”, recuerda con risas. “Y entonces me dijeron las chicas ‘vos no te hagas problema que nosotras te vamos a defender. Usá los puños, nomás.’ Así que, a puro puñetazo, sacaba todo”.
También hizo goles. “He hecho goles de arco a arco”, cuenta. “Y una vez le atajé un penal a una jugadora…, se lo atajé y fue lo más. En esa época creo que era de Tiro Federal en LIFUBA. Vanesa Nahuel, que ya no está. Era muy buena. Para mí fue lo más haberle atajado un penal”.

Presente y futuro en el fútbol

En el futuro, se imagina acompañando. “Jugando hasta que pueda y acompañando como delegada como siempre fui. Y acompañando a mi gente porque ellas tienen un montón todavía. Ojalá que puedan llegar a mi edad jugando”.
“Para mí, siempre está en mente la cancha, entrenar, salir a correr, esas cosas. No se me da por pensar en ir a bordar o ir a hacer un curso de cocina. Solamente ir a las canchas; aunque sea a mirar, pero estar. Mantenerme cerca de lo que me gusta”.

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