EL ORIGEN DE LA PROPIEDAD PRIVADA EN BARILOCHE Y DINA HUAPI

| 04/06/2023

Liborio Bernal, el militar que se quedó con todo a precio de bicoca

Liborio Bernal, el militar que se quedó con todo a precio de bicoca
Hasta el Ñireco llegaban las tierras de Bernal.Foto Matías Garay
Hasta el Ñireco llegaban las tierras de Bernal.Foto Matías Garay

Accedió a 80 mil hectáreas entre el Limay y el Ñireco, justo cuando ejerció la Gobernación del Territorio Nacional de Río Negro. Había sido soldado de Julio Roca y Conrado Villegas.

La especulación inmobiliaria no exenta de corrupción está en los orígenes de la propiedad privada de Bariloche y también de Dina Huapi. Para 1894, un ex-“conquistador del desierto”, Liborio Bernal, accedió a 80 mil hectáreas entre los ríos Limay y Ñireco a un precio de 60 centavos por hectárea. Llamativamente, se hizo de esos campos mientras ejercía la Gobernación del Territorio Nacional de Río Negro.

La trama que condujo a la maniobra arrancó ocho años antes. En efecto, el 26 de enero de 1886, “el Poder Ejecutivo concede a don Francisco Merlo, para colonizar, una superficie de terrenos de 800 km2 (80 000 ha), ubicadas en el Territorio Nacional de Río Negro, sobre el lago Nahuel Huapí (sic)”, según puede leerse en “Las colonizaciones del Nahuel Huapi. Patagonia-Argentina”, de Cristian Müller (Edición del autor-2017).

Dos años y cuatro meses después, Merlo transfirió “a favor de la sociedad anónima denominada Compañía Colonizadora del Limay”, que controlaba José Seeber, “todas las acciones y derechos que tenía sobre el campo. Los estatutos de esta compañía fueron aprobados el 4 de enero de 1888 por decreto firmado por el presidente y hermano masón Juárez Celman”, destaca la investigación del agrimensor.

Todavía en 1888, “se firma el decreto para que el agrimensor Telémaco Gonzáles realice las mensuras de las concesiones otorgadas para colonizar y en propiedad sobre la margen derecha de los ríos Negro y Limay, desde el límite occidental de la Sección IX hasta el lago Nahuel Huapi”. La trama continuaría tres años después, ya que el 24 de abril de 1891 se aprobó la mensura de la “concesión de ochenta mil hectáreas para colonizar. En la margen Sud del lago Nahuel Huapi, desde la desembocadura del Río Limay hasta la desembocadura del Arroyo Ny-errecó”, es decir, jurisdicción actual de Dina Huapi y parte de la barilochense. Siempre para la Compañía Colonizadora del Limay, de Seeber.

La especulación se simplificó cuando a fines del mismo año, se aprobó la Ley 2875 que modificó el régimen de concesiones de tierras para colonización. Se llamó Ley de Liquidación y liberaba a las empresas supuestamente colonizadoras de la obligación de “introducir familias agricultoras” si aceptaban nuevas condiciones, entre ellas, devolver el 25 por ciento de las tierras a las que inicialmente habían accedido y realizar inversiones en determinados lugares”.

Por la misma norma, “para obtener el título de propiedad se debían pagar 1500 pesos nacionales por cada 2500 ha a pagar 25 por ciento al contado y el resto en hasta 3 años”. Según los cálculos del autor, 60 centavos por hectárea. Para Müller, “con la aprobación de esta ley se pasa de la supuesta idea original de colonizar el país a generar un gigantesco negocio a favor de capitales ingleses y chilenos, la oligarquía bonaerense y algunos militares”.

De hecho, “el 7 de enero de 1892 ante el escribano general de Gobierno, Anacleto Reta, “la Compañía Colonizadora del Limay le transfiere todas las acciones y derechos de este campo al general Liborio Bernal. Este militar de larga carrera, había participado en la Guerra del Paraguay, estuvo en los servicios de frontera, tuvo una destacada actuación en la Campaña al Desierto, además había llegado hasta el Nahuel Huapi en 1881, con Villegas, al mando de la Tercera Brigada en la primera Campaña de los Andes al sur de la Patagonia”, reconstruyó el autor.

Al mes siguiente, Bernal se acogió “a los beneficios” de la Ley 2875 y casi tres años después, en noviembre de 1894, “el Poder Ejecutivo le vende al general Bernal las 80.000 ha. Ese mismo año fue nombrado gobernador del Territorio Nacional de Río Negro. No queda claro en la documentación por qué no se cumple con el artículo 2° de la Ley de Liquidación, devolviendo el 25 por ciento de las tierras”, insinúa al texto.

La mensura en cuestión se superpuso en aproximadamente 55 mil hectáreas con la que había presentado el británico William Bell, que favorecía a la Compañía de Tierras del Sud Argentino (ver nota de El Cordillerano del 19 de mayo pasado). Müller no encontró datos sobre cómo se dirimió la disputa por esas tierras, pero el entuerto se resolvió con la devolución por parte de la empresa británica de aquel 25 por ciento: “Una de las concesiones que se propone devolver resulta superpuesta a la de Dn. Liborio Bernal, quedando con esto salvada dicha dificultad”, dice el expediente.

A fin de cuentas, “las tierras quedaron en poder del general. Los ingleses no querían que se desarrollaran colonias en las proximidades de sus campos y su poder de influencia para con las autoridades nacionales era más que importante, por lo que de haber vencido en la pulseada la ASLCo, podría haber puesto en peligro el proyecto de la creación de la futura colonia Nahuel Huapi”, aventura el relato del agrimensor. Por su parte, Bernal siguió con sus negocios.

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