UNA CHARLA CON EL CANTANTE DE LAS PASTILLAS DEL ABUELO

| 01/06/2023

Piti, de sus inicios a la crisis de los 40: “Todas las mañanas me agarro a piñas con gente que no conozco para hacer algo por mí”

Piti, de sus inicios a la crisis de los 40: “Todas las mañanas me agarro a piñas con gente que no conozco para hacer algo por mí”
Piti en Bariloche, todavía con barba larga, en una imagen de 2021 (Fotos gentileza de Noelia López).
Piti en Bariloche, todavía con barba larga, en una imagen de 2021 (Fotos gentileza de Noelia López).

Al cantante de Las Pastillas del Abuelo todos lo conocen –conocemos– como Piti.

Cuanto mucho, Piti Fernández.

Pero, más allá del apodo –y el apellido– se llama Juan Germán.

El músico devela que hay personas que lo denominan por su segundo nombre.

“Mis amigos de Chivilcoy me dicen Germán”, señala.

La referencia alude a que en algún momento iba seguido a aquella localidad del norte de la Provincia de Buenos Aires, donde, de 1939 a 1944, el cronopio Julio Cortázar dio clases de Historia, Geografía e Instrucción Cívica. Piti, en sus inicios pastilleros (palabra utilizada en alusión a la banda, vale aclarar) fue a tocar varias veces a la localidad, y como un amigo que tenía le decía Germán por acá, Germán por allá, en la ciudad quedó el Germán.

En la familia también suelen optar por ese nombre. También, los padres del colegio al que acuden sus hijas.

–Y lo de Piti, ¿cómo surgió?

–Porque cuando estaba en la panza de mi mamá estaban de moda Los Pitufos, así que decían que iba a tener un Piti.

–¿Cuándo te descubriste músico? ¿En qué momento de tu vida?

–Mi madre me subió a un escenario cuando estaba en el jardín de infantes, para hacer unas canciones… Balada para un loco y cosas así… Hay imágenes mías, disfrutando mucho aquel momento. Pero la verdad es que agarré una guitarra que le habían regalado a mi primo en una Navidad, cuando yo tenía doce años, y jugando con el dedo gordo en la última cuerda, la sexta, saqué la melodía de Redemption song, de Bob Marley. No sabía música, y si bien tarde unos cuarenta minutos en conseguirlo, dentro de todo me resultó fácil, así que me compré una guitarra.

–¿Y por qué Redemption song?

–Tenía un amigo, Gustavo, que escuchaba a Marley todo el día. Por eso aquella canción. Cuando en esa Navidad logré sacarla, me di cuenta de que me gustaba la música, y que la música, probablemente, también me quería a mí.

–Ahora estás recorriendo el camino en plan solista, ¿qué diferencia hay con girar junto a Las Pastillas?

–La gira, en realidad, puede ser que sea un poco más divertida, porque algunos de los músicos son más jóvenes, por ejemplo, viaja conmigo un sobrino… Pero no tiene mucho más de diferente, salvo que toco la guitarra, este es un Piti más musical que en Las Pastillas del Abuelo, donde soy más lírico. Acá hago solos de guitarra…

–Creo que se podría decir, además, que, en esta veta, te acercás bastante al folk…

–Sí, totalmente. Esto es algo más country, folk y blues… Esas cosas que escuchaba cuando tenía unos catorce o quince años. Johnny Cash, Dire Straits y Mark Knopfler solista, Stevie Ray Vaughan, Credence…

–¿Y J. J. Cale? ¿Te gusta?

–¡Sí! Es alucinante. A J. J. Cale la afanaron todos: Eric Clapton, Mark Knopfler… y Joaquín Sabina –ríe.

–Ya que lo nombrás, siempre se habla de Sabina como una de tus principales influencias, junto al Indio Solari. ¿Qué otros nombres sumarías a esa lista?

–Podría ser Miguel Abuelo, el poeta número uno de esta tierra. Luego, la locura misma, la performance en su esplendor, un extraterrestre que vino a explicarnos que no hacía falta tanta academia para movilizarnos, ni en la música ni en la letra: el gran Luca Prodan.

–En el tema ¿Cuál es tu norte? hablás de la sensación que implica andar en moto. ¿Cuál es tu relación con las motocicletas?

–Tengo una Shadow 750 Spirit, una edición limitada alucinante. Ahora seguramente haremos un viaje a Mendoza, y los motoqueros de allá nos van a prestar una Harley. Todos los días ando en moto. Y la canción es, justamente, un viaje por la ruta.

–¿Qué sentiste cuando te enteraste de que Enrique Symns había fallecido?

–Tuve la sensación de que me quedó por conocer a un grande, una persona que forma parte de nuestra historia; su literatura es muy chocante, increíble… Era un erudito de la calle, de los suburbios… Será en mi otra vida…

Piti y el autor de la nota, en 2011.

–Si no me equivoco, tenés cuarenta años…

–Así es…

–¿Cómo te llevás con el paso del tiempo?

–La verdad es que la crisis de los treinta la pasé bailando, pero la de los cuarenta me pegó muy fuerte. De ahí que, por ejemplo, me afeité la barba, sacándome como diez años de edad, y ahora empecé kick boxing, así que todas las mañanas me agarro a piñas con gente que no conozco para hacer algo por mí (ríe)… Y está buenísimo, porque, de repente, descubrí un universo alucinante… Pero todo eso fue gracias a la crisis de los cuarenta.

–¿Por qué te caló así el número redondo?

–La mitad de la vida… Es un poco todo… Uno se siente envejecer.

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