El autor iba a escribir sobre el Valle y Neuquén, pero de a poco, amplió su mirada. Algunas de sus páginas se consagran a la movida barilochense de los 90.

Para el escritor Germán Gorosito hay un rock de la Patagonia que nació “entre la piedra y el viento, en el río, un rock que trae el agua del deshielo en cada frase y en cada melodía. Incluso cuando algún músico patagónico hace un cover, suena diferente, suena a patagónico”, arriesgó. Quizás por esas convicciones se largó a escribir “Rock de la Patagonia”, libro de inminente aparición que, dentro de su visión regional, dedica varias páginas a Bariloche.

Se trata del primer volumen de un trabajo más ambicioso. Para el puntapié inicial, el autor incluyó los testimonios de Santiago Azar y Claudio Vargas Ojeda. El primero es el fundador y líder de El Alambique, banda de “blues, jazz y otros colores”, según su autodefinición. El segundo fue coorganizador de los míticos festivales punks de los 90, además de editor de fanzines y cómplice en varios programas radiales.

“Rock de la Patagonia” también cuenta con recuerdos de este periodista de El Cordillerano, que al igual que los demás participantes, fue entrevistado por Fabián Paredes, periodista de TV y radio en la capital neuquina. Al menos en este caso, sus preguntas giraron sobre todo a la década del 90, épocas por aquí de El Gallo Rojo, La Zanja y Mosca Roseta, de Suburbio y las bandas punks, de FM Mascaró, los fanzines y de boliches que duraban poco.

A escala regional, en relación con aquel pasado y en comparación con el presente, “lo que puedo decir es que algunas cosas me gustan y otras no, pero sin dudas, podemos decir que este movimiento del rock de la Patagonia ha logrado transmitir su esencia, que tal vez sea la búsqueda de poner en las canciones, la música y las palabras lo que somos, quiénes somos y qué cosas pasan aquí”, remarcó Gorosito.

“Desde el docente (Carlos) Fuentealba asesinado hasta la fábrica sin patrones recuperada en Centenario (Neuquén) o las situaciones que viven día a día las comunidades y los pueblos originarios”, enumeró el autor. “Creo que el rock, de alguna manera, ha logrado ponerle música a las palabras o gritos que nuestro pueblo tiene para manifestar”. Además, el escritor encuentra una especificidad en la música que se hace a mil y pico de kilómetros de Buenos Aires.

“Creo profundamente que existe un rock nacional porteño, que nació en La Perla de Once, en el arrabal y con el tango, que nos dejó un legado maravilloso, pero también creo que existe un rock de la Patagonia, nacido entre la piedra y el viento, en el río, un rock que trae el agua del deshielo en cada frase y en cada melodía”, declaró Gorosito.

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Avisó que “si bien está basado en una investigación periodística”, en el libro “Rock de la Patagonia” no hay “un relato tipo periodístico o estadístico, sino una narración poética. Es un diálogo entre el narrador de la obra y los entrevistados que aparecen. De esa manera, intentamos viajar en el tiempo, recorrer esos lugares, mostrar ese contexto sociopolítico que rodeaba a los músicos en cada época: los 70, los 80 y los 90”.

Sobre todo, en las décadas más lejanas, “una banda no tenía dónde grabar, tenía que pedir a Buenos Aires un instrumento, sacar de una revista los acordes o aprender solo, porque no había ningún profesor que enseñara a tocar la armónica, por ejemplo. En la narración poética aparecen 36 entrevistados, 28 son músicos y los demás, gestores, periodistas y gente que puede dar cuenta de lo que fue cada época”, remarcó el autor.

Antes de despedirse, Gorosito tuvo palabras de reconocimiento para una participante del proyecto. “Otra persona muy importante en este trabajo es Devra, cantante, compositora, correctora y profesora de Canto con una vasta experiencia en historia de la música del mundo, que dio su mirada musical sobre el libro, además de encargarse de las correcciones”, aportó. Con su rol estelar en la región, Bariloche tuvo bastante que aportar a “Rock de la Patagonia”. Se puede encargar por anticipado a [email protected].