¿CÓMO INCIDIÓ MAYO DE 1810 EN LA PATAGONIA?

| 26/05/2023

Con la revolución, el río Negro se convirtió en depósito de presos políticos

Con la revolución, el río Negro se convirtió en depósito de presos políticos
Patagones, en tiempos de la Campaña al Desierto.
Patagones, en tiempos de la Campaña al Desierto.

La historia de Patagones en aquellos años transcurrió entre motines y más motines. Hasta se restauró la autoridad del monarca español. Al noroeste de la región, las convulsiones llegaron desde Chile.

Más o menos se sabe qué pasó en Buenos Aires durante mayo de 1810 y los sucesos inmediatamente posteriores. Pero, ¿qué aconteció por estas latitudes? ¿Fue venturosa la revolución para las escasas poblaciones que se encontraban sobre el río Negro? ¿Tuvo consecuencias el cambio de autoridades en la región patagónica? En primera instancia, hay que decir que, como en toda convulsión, la transición no fue del todo agradable.

“Como resultado de los importantes cambios políticos producidos luego de la revolución de mayo de 1810, que dio origen al primer Gobierno patrio e inició el camino de la independencia de la corona española, las poblaciones ubicadas en la desembocadura del río Negro perdieron gran parte de la importancia geopolítica que habían tenido en la etapa colonial”, asevera como posible respuesta, la historia Susana Bandieri.

En efecto, “el Fuerte del Carmen se convirtió en lugar de confinamiento de presos políticos, particularmente españoles, y fue escenario de un importante amotinamiento que volvió a ponerlo en manos realistas hasta su recuperación por Oliver Rusell en diciembre de 1814”. La contribución de la investigadora puede leerse en “Río Negro. Los caminos de la historia”, obra conjunta que, además, la tuvo como editora.

Desde el vamos, “una serie de malos gobiernos y pésimas administraciones provocaron, de allí en más, una sucesión de conflictos”, añade la neuquina. “Un nuevo amotinamiento de reclusos, producido en 1817, facilitado por los integrantes del Regimiento de Dragones liderados por Juan Villada, que aclamaba al rey Fernando VII, terminó con el fusilamiento de militares civiles, dotando al fuerte de una pésima reputación, mientras los pobladores mostraban una creciente politización cuyas expresiones más contundentes se reflejaban en los ámbitos de sociabilidad de la época, como los ranchos y las pulperías”.

Además, las nuevas autoridades eliminaron algunas normativas otrora ventajosas. “Entretanto se suprimieron los estímulos a la agricultura que se desarrollaba en el lugar y se redujeron los empleos públicos y servicios. Se inició así una crisis que puso a los españoles y criollos afincados en el área al borde de la desaparición”. Como si no bastara, “las nuevas autoridades produjeron deportaciones y confiscaron bienes como castigo a los pobladores que mantenían su fidelidad a la corona, agravando considerablemente la situación”.

Llamativamente, el sostén provino de la tierra adentro. “Las convenientes relaciones comerciales con las parcialidades indígenas ubicadas en los extramuros occidentales del fuerte, garantizaron la supervivencia de los criollos durante este particular período de transición e inestabilidad política”, completa la historiadora. Así vivió la revolución de mayo la zona que hoy conocemos como Comarca Viedma-Patagones.

Un poco más cerca de Bariloche, el panorama fue otro. “Si bien las luchas civiles instaladas por el proceso independentista demoraron por varios años la preocupación de los sucesivos gobiernos por ocupar una zona que aparecía como muy lejana y marginal a los sucesos (precisamente) centrados en Buenos Aires y en las antiguas regiones del exvirreinato, la Norpatagonia (sic) no fue ajena a los procesos que conmovieron al territorio rioplatense”.

Bandieri trae a colación las investigaciones de su colega Silvia Ratto, para sostener que “al menos hasta fines de la década de 1810, ni en las fronteras pampeanas ni al interior del territorio indígena se habían experimentado cambios que pudieran vincularse a las transformaciones políticas criollas, en la medida que estas no habían alterado la principal vía de interrelación, que era el comercio”.

No obstante, “las cosas cambiarían pocos años después como consecuencia del traslado de la guerra revolucionaria chilena hacia el oriente cordillerano. Paralelamente, y conforme la guerra civil y revolucionaria avanzaba, se mantuvo una fuerte presión enroladora (sic) sobre la población rural, lo cual incrementó la llegada de desertores a las tolderías”, ilustra la síntesis de la investigadora.

También recuerda que “a fines de la primera década revolucionaria la población de la actual provincia de Buenos Aires apenas superaba los 100.000 habitantes y se limitaba a un espacio muy reducido que rodeaba a la ciudad, asegurado por una línea de fortines ubicados en Chascomús, Monte, Luján, Salto y Rojas. Los habitantes del Carmen, por su parte, eran poco más de 500 personas, incluidos unos 50 soldados”. Muy poca gente para que los sucesos de 1810 tuvieran real incidencia en Patagonia.

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