LAS MALVINAS FUERON CEMENTERIO DE UNA FLOTA EUROPEA

| 02/04/2023

Centenares de náufragos se anticiparon en 68 años al 2 de abril

Centenares de náufragos se anticiparon en 68 años al 2 de abril
La debacle de la flota alemana.
La debacle de la flota alemana.

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Lejos de los campos de batalla franceses y alemanes, en el Atlántico Sur tuvo lugar un episodio fundamental de la Primera Guerra Mundial. Por entonces, la Argentina no buscaba enemistarse con Gran Bretaña.

Para 1914, la economía de la Argentina dependía en mucho de la británica y el sector que ostentaba el poder político desde el siglo anterior difícilmente pensara a las islas Malvinas como una cuestión nacional. Ese año hubo un episodio bélico muy sangriento en derredor del archipiélago, pero no tuvo que ver con el reclamo argentino, sino con una pugna entre dos imperios. No solo en los campos de Francia se luchó durante la Primera Guerra Mundial, como refrescó recientemente el film “Sin novedad en el frente”.

El 8 de diciembre se libró una encarnizada batalla naval en el mar que rodea a islas tan caras para la sensibilidad argentina. La contienda había comenzado cuatro meses antes y todavía faltaba mucho para el armisticio que se celebraría cuatro años más tarde. Con el predominio marítimo todavía en disputa, la Marina Real británica alcanzó a reforzar su flota antes de que una escuadra alemana pudiera bombardear Puerto Stanley, según los designios del vicealmirante Maximilian von Spee. Precisamente, fue el buque insignia alemán el primero en irse a pique, es decir, el que comandaba directamente el jefe de la flota.

En efecto, con el hundimiento del “Scharnhorst” perdieron la vida 795 marinos alemanes, pero no terminó allí la derrota. Al asistir impotente al sacrificio de sus camaradas, el capitán del “Gneisenau” ordenó virar para hacer frente a los navíos británicos “Carnarvon” e “Inflexible”. Una vez desembarazado del “Scharnhorst”, se les unió el “Invincible”. El alemán ordenó abrir el fuego y, si bien alcanzó al verdugo del “Scharnhorst”, no logró asestarle mayores golpes.

Por el contrario, la réplica destruyó las máquinas propulsoras del acorazado alemán. El capitán ordenó abrir las válvulas y dejar que su navío corriera la misma suerte que su compañero. Así fue como, con apenas una hora de diferencia, los dos barcos germanos más importantes del Atlántico Sur se fueron a pique. Solo pudieron rescatarse 180 de los 800 hombres que integraban la tripulación. Entre los desaparecidos estuvo el teniente Heinrich von Spee, hijo del almirante.

Antes de perecer en su puesto de mano, Spee padre había ordenado a los cruceros ligeros que conformaban su flota que huyeran hacia el sur. El único que logró su cometido fue el “Dresden”, pero el “Leipzig” quedó a merced del “Glasgow” y el “Cornwall”. El cañoneo no tuvo piedad, hasta que el barco alemán se incendió. Aun en esas condiciones, hizo fuego en varias ocasiones, aunque sin provocar mayores daños entre sus perseguidores. Se quedó sin municiones, es decir, inerme.

Su comandante ordenó abandonar el barco y abrir las válvulas. Recordemos que la batalla se llevó a cabo sobre las impiadosas aguas de los mares australes. Si bien transcurría diciembre, allí nunca hacer calor. Solo 150 marinos de los 380 que componían la dotación inicial se hicieron presentes en la destrozada cubierta. Como los británicos no observaron bandera de rendición, reanudaron el fuego y provocaron una masacre.

La enseña que esperaban ver los vencedores jamás se alzó, pero, de todas formas, lanzaron botes al agua para rescatar sobrevivientes. Solo consiguieron sobrevivir 18 marinos y, finalmente, el “Leipzig” se hundió. Idéntica suerte corrió el “Nürnberg”: de motores más lentos que el “Kent”, intentó embestirlo, pero el cañoneo puso fin a esa desesperada maniobra antes de que lograra su cometido. Al hundirse por la proa, solo 7 de 322 tripulantes sobrevivieron. Entre ellos, perdió la vida Otto von Spee, otro hijo del malogrado almirante.

Quedarían por delante varios años más de contienda, guerra que quedó en la historia por la enorme cantidad de bajas en ambos bandos, a pesar de la pesada inmovilidad que caracterizó a la guerra de trincheras. La pesadilla está muy bien retratada en la película que, recientemente, postergó las aspiraciones argentinas de hacerse con un Premio Oscar. Sobre el episodio del Atlántico Sur también hay una película, pero de 1927: “La Batalla de Coronel y las islas Malvinas”. Su director fue Walter Summers. 68 años después de la hecatombe alemana, volvería a sonar las armas en el archipiélago.

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