OTRA HISTORIA DE CAÑONAZOS Y BARCOS HUNDIDOS
| 02/04/2023¿Quiénes se enfrentaron en Malvinas antes de 1982?
La conflagración que enfrentó a las Fuerzas Armadas argentinas con las británicas no fue la primera que ensombreció al Atlántico Sur. Hay un antecedente que, aunque duró apenas una jornada, fue particularmente mortífero.
Cuando en la Argentina la cuestión Malvinas todavía no era causa nacional, también tronaron las armas en cercanías del archipiélago. Y del calibre más grueso de la época… Todavía faltaban unas siete décadas para el conflicto y la Patagonia se caracterizaba por la fuerte presencia de capitales de origen británico, una de las partes contendientes en aquel enfrentamiento. Pero a diferencia de 1982, existía cierta paridad entre los bandos que disputaban la hegemonía en los mares australes, aunque los respectivos puertos estuvieran a miles de kilómetros de distancia.
No obstante, la tradición naval británica tenía mayores chances de prevalecer en la partida. Desde ya, ni Gran Bretaña ni Alemania repararon en las pretensiones nacionales de soberanía sobre las aguas que surcaban sus respectivas flotas. Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, la flota alemana apenas si contaba con poco más de una docena de navíos importantes. La que jugó su suerte cerca de Malvinas fue la Escuadra de Cruceros de Asia Oriental, al mando del vicealmirante Maximilian von Spee.
Quizá suene extraño que el país del norte europeo poseyera embarcaciones de guerra en el este asiático, pero tiene que ver con su llegada un tanto tardía al reparto colonial del planeta. Con demoras respecto de Francia o precisamente de Inglaterra, Alemania se hizo imperio cuando colonizó zonas del sudoeste africano y también, algunas posesiones insulares en Oceanía y precisamente, Asia. De ahí el origen de aquella flota.
El nombre de su jefe nos suena familiar porque un crucero pesado que llevaba su nombre protagonizó la célebre batalla del Río de la Plata, en diciembre de 1939, es decir, al comienzo de la Segunda Guerra Mundial. En 1914, la base alemana quedaba en Qingdao, porción de territorio chino bajo su control. Spee decidió operar en la costa sudamericana del Pacífico, donde tenía mayores chances de abastecerse de carbón.
Bajo el pendón del Kaiser navegaban los cruceros acorazados “Scharnhorst” y “Gneisenau”, más los ligeros “Leipzig”, “Nürnberg” y “Dresden”. Venían de anotarse una victoria importante sobre los británicos en la batalla de Coronel, frente a las costas chilenas (Región del Biobío). La flota planeó cruzar el siempre desafiante cabo de Hornos, porque el vicealmirante Spee se había propuesto destruir Puerto Stanley, es decir, la principal población de las Islas Malvinas. Puerto Argentino para nosotras y nosotros.
Al igual que en el presente, en aquellos tiempos se trataba de la principal base británica en el Atlántico Sur. Los barcos alemanes demoraron al reabastecerse en Valparaíso y en consecuencia, la Marina Real tuvo tiempo para reaccionar y enviar refuerzos. Antes de que expirara noviembre de aquel año, el Almirantazgo concentró una fuerza considerable en Stanley: el crucero de batalla “Invincible”, más el “Inflexible” y el “Kent”. Días después fondearon en los mismos escenarios de 1982 el “Bristol”, el “Carnavon” y “Cornwall”, más el “Canopus”, un navío anticuado.
La flota alemana rodeó el cabo de Hornos el 25 de noviembre, sin saber que la esperaba una escuadra considerable. Tampoco los británicos sabían dónde estaban sus enemigos y planeaban zarpar hacia Chile el 9 de diciembre. Pero seis días antes, los adversarios se vieron las caras. Spee planeaba desembarcar una avanzada para que se apoderara de la estación telegráfica, bombardear el puerto y hundir los buques que encontrara en la rada.
Hicieron de vanguardia el “Nürnberg” y el “Gneisenau”. Al aproximarse, sus vigías divisaron más columnas de humo de las que preveían. La operación de desembarco se canceló y el primero de los navíos recibió la orden de atacar al barco más lejano al puerto. En esos instantes cruciales, el único buque británico que tenía sus calderas encendidas era el “Kent”, pero cuando salió para hacer frente a los recién llegados, Spee ordenó “rehusar el combate”.
Historiadores afirman que, con esa maniobra, la flota alemana perdió la chance de obtener el triunfo. El “Gneisenau” y el “Nürnberg” dieron vuelta y se reunieron con el grueso de su escuadra. Después de divisar los mástiles del “Inflexible” y del “Invincible”, los alemanes se retiraron a toda máquina hacia el este. Si bien los británicos salieron de su sorpresa, demoraron dos horas en ponerse en marcha.
Antes de entablarse, la batalla se convirtió en dos persecuciones: el “Scharnhorst” y el “Gneisenau” tuvieron que verse con el “Invincible”, el “Inflexible” y el “Carnarvon”. El resto de los buques alemanes sufrió el acecho del “Kent” y el “Glasgow”. El “Lepzig” fue el primero en recibir el fuego británico, hecho que permitió al “Dresden” concretar su fuga, gracias al mejor equipamiento de sus motores.
Spee ordenó a los capitanes de sus cruceros ligeros separarse para intentar la fuga, mientras que los acorazados cambiaron rumbo al sur, siempre con los británicos detrás de sus estelas. Siete horas después, la persecución continuaba. A unos 12 kilómetros de Puerto Argentino, el “Scharnhorst” recibió de lleno una salva que le propinara el “Invincible”, pero pudo seguir sin mayores sobresaltos.
La suerte comenzaría a echarse a partir de las 15. Una nueva andada hizo añicos la cubierta del acorazado alemán, se abrieron vías de agua y comenzó a hundirse. Una hora después todavía presentaba batalla: aun escorado y semihundido, intentó acercarse a su verdugo para responder el fuego, pero la proa quedó bajo las aguas y se hundió “de morro”, con las hélices todavía en funcionamiento. Junto a su jefe, perdieron la vida nada menos que 795 marinos alemanes, bastante más del doble que los muertos argentinos en el hundimiento del crucero General Belgrano. Tragedia tras tragedia.