LA PELEÓ
| 24/12/2022Flavio Mendoza relató lo peor de su dura infancia
Para llegar a la cima en lo que uno se proponga hay que saber de dónde venis y eso Flavio lo tiene claro; y además no lo olvida.
Para saber gozar hay que saber sufrir reza la frase popular y cabe para muchos aspectos de la vida, puesto que son pocos los que tienen el camino allando para convertirse en estrellas, sin siquiera haber sufrido traspiés previos o superado adversidades cuando niños.
Este ejemplo de historias corresponde a muchos deportistas, más que nada futbolistas que surgen de los barrios más bajos, donde faltan muchas cosas y las familias tienen que hacer grandes esfuerzos para que el niño pueda jugar a la pelota y se concentre solo en eso, peleando por su sueño.
En la vida de Flavio Mendoza sucedió algo parecido y si bien hoy es una figura de las fuertes en la escenca del teatro argentino, tuvo que pelear mucho para llegar sobre todo en su infancia, donde pasó momentos muy duros de los que cuales salió más fortalecido.
Oriundo de Entre Ríos, de Nogoyá, Flavio se crió en una familia circense la cual estaba todo el tiempo de viaje, rebuscándoselas para ganar el mango y viviendo casi una vida de aventura 24 por 7.
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La familia de Flavio vivió durante toda su infancia en un motorhome, al cual luego pudieron cambiar por uno más grande con dos habitaciones. Una era para sus padres, Zulma y Enrique y el otro con cuchetas para sus tres hermanas, Silvia, Adriana y Patricia. Él por ser el más pequeño compartía cama con su abuela.
Sus navidades eran en el circo pero bien recordadas por Flavio: "Lo que más me gustaba cuando era chico era la Navidad, pero por vivo. Al pasarlas en el circo, estábamos con mis tíos y mis abuelos, entonces todos nos hacían regalos".
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La infancia circense para Flavio fue un estilo de vida que ahora trajo de nuevo a escena con el Circo de Ánima, su último e imponente obra. Aquello de estar todo el tiempo girando, a veces no le daban los tiempos para todo al joven Flavio, pero su mamá jamás dejó que se le ocurriera abandonar el colegio.
"A la escuela íbamos a la mañana, llegabámos, estábamos en el circo, tal vez había que viajar para la función y al día siguiente mi mamá nos bañaba con unos baldes para que pudiéramos ir al colegio. Nunca dejamos de estudiar", recordó Mendoza y puso énfasis en la lucha constante de su madre para que él ni niguna de sus hermanas dejaran de estudiar.