UN NEGOCIO REDONDITO PARA FAMILIAS DE ALCURNIA DESPUÉS DE LA CAMPAÑA AL DESIERTO

| 04/12/2022

Tierras que se habían concesionado a 60 centavos la hectárea, valían 20 pesos en 1910

Tierras que se habían concesionado a 60 centavos la hectárea, valían 20 pesos en 1910
El comandante Ruibal llega a Codihue con la gente de Rewkekura cautiva. Después explotó las mejores tierras del norte neuquino.
El comandante Ruibal llega a Codihue con la gente de Rewkekura cautiva. Después explotó las mejores tierras del norte neuquino.

Se hicieron de las concesiones apellidos ilustres, como Uriburu, Zorrilla, Anchorena, Ortiz Basualdo y Rodríguez Larreta, entre otros. En cinco años, el valor de la hectárea se había triplicado.

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Apellidos de alcurnia como Uriburu, Castells, Zorrilla, Miles, Mansilla, Carranza, Ezcurra, Anchorena, Ortiz Basualdo y Rodríguez Larreta, entre otros, aparecen como beneficiarios directos en las concesiones de tierras que otorgó el Estado después de la Campaña al Desierto en el noroeste patagónico. La mayoría vendió esas extensiones poco tiempo después de recibirlas y embolsó pingües ganancias: de 60 centavos la hectárea, el valor pasó a 20 pesos hacia 1910.

“Un minucioso trabajo de investigación permitió identificar a la totalidad de los concesionarios originales, donde se destacan apellidos y grupos familiares emparentados entre sí y muy relacionados con los círculos políticos porteños”, dice en su “Historia de la Patagonia” (Editorial Sudamericana 2005), la historiadora neuquina Susana Bandieri. Su trabajo aporta sustantivamente a la hora de comprender cómo se constituyó la propiedad privada en la zona en la que se enclava Bariloche.

En su pesquisa, la investigación encontró como beneficiarios a “Francisco Uriburu –ministro de Hacienda de Juárez Celman–, su prima hermana y esposa, Dolores Uriburu de Uriburu, su hija Elisa Uriburu de Castells y su nieto, Luis Castells, casado a su vez con una de las hijas de Julio A. Roca. Esta sola familia reunió, a razón de 80.000 ha cada uno, un total de 360.000 ha de las mejores tierras de Neuquén”, resalta el texto. Todo quedaba en familia.

“Otros empresarios ‘colonizadores’ beneficiados por el Estado con tierras en la precordillera neuquina fueron el doctor Manuel Marcos Zorrilla –ministro del Interior de Carlos Pellegrini–; el almirante de Marina Carlos Miles; el prefecto general de Puertos Carlos A. Mansilla; el coronel Eduardo Pico –entonces gobernador de La Pampa–, y otros miembros importantes de las estructuras de poder nacionales como Carranza, Mármol, Nazarre Piñeiro, Ezcurra, Guerrico, Posse, Anchorena, Ortiz Basualdo y Rodríguez Larreta”.

Con el último de la lista, suponemos que la historiadora se refiere a Carlos Rodríguez Larreta, quien llegó a ser ministro de Relaciones Exteriores durante las presidencias de Manuel Quintana y José Figueroa Alcorta (1904-1906). La precisión se torna azarosa con los elementos que disponemos porque su padre se llamaba de la misma manera. En todo caso, se trata del bisabuelo del actual jefe de Gobierno de la CABA, Horacio Rodríguez Larreta.

“De estos veintisiete propietarios definitivos, solo unos pocos concretaron la puesta en producción de las tierras, ya sea mediante la explotación directa o mediante administradores y/o arrendatarios”, constató Bandieri. “Entre aquellos que conservaron la propiedad y ejercieron la actividad ganadera en la región, también se detecta la presencia de apellidos reconocidos en ámbitos extrarregionales”.

En efecto, fueron los casos de “los integrantes de la Sociedad Ruibal, Sorondo y Cía., conformada por el teniente coronel Ruibal, miembro del ejército de Roca; el doctor Alejandro Sorondo, oficial primero de la Cámara de Diputados de la Nación, y los hermanos Demetrio y Juan Ignacio Alsina, este último miembro de la comisión de ingenieros que realizó el relevamiento topográfico de la región y gobernador del territorio de Neuquén entre 1902 y 1903”.

El último de los ejemplos incumbe al norte neuquino: “Los establecimientos de esta sociedad administrados por el mismo Juan I. Alsina (estancias La Porteña, Ruca Mahuida, Estancia Vieja y La Verdad), se encuentran entre las más importantes empresas productoras de la costa del río Agrio. También se destaca el apellido Da Rocha”. Ocurre que “Regina Da Rocha era esposa de Alejandro Sorondo”, estableció la investigadora.

Pero el destino de aquellas tierras fue, sobre todo, la especulación. “Son, sin embargo, mucho más significativos los casos –dieciséis en total– en los cuales tuvo lugar la venta de las concesiones originalmente otorgadas para colonizar, hecho este que ocurrió sobre fines del siglo XIX y principios del XX, cuando el territorio ya estaba organizado administrativamente, comunicado con el resto del país por el ferrocarril y las tierras habían sufrido un natural proceso de valorización”, considera Bandieri.

Así las cosas y “de una u otra forma, quienes vendieron sus superficies siempre obtuvieron importantes ganancias que dependieron de un incremento del valor de venta de la tierra, sin relación alguna con el capital invertido en la propiedad, que era casi nulo”, resalta el texto. “Si bien resulta difícil acceder a la información sobre los precios pagados en esta transferencia por venta de particulares entre sí, algunas referencias permiten afirmar que, a solo cinco años de adquiridas al Estado nacional a $0,60 la hectárea, las tierras habían prácticamente triplicado su valor. Sobre fines de la década de 1910, los campos del área andina de Neuquén valían ya entre $17,50 y $20 la hectárea”. Un negocio redondo, sin moverse de Buenos Aires.

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