LEY DE REMATE PÚBLICO, OTRA NORMA QUE FACILITÓ EL ACAPARAMIENTO DE TIERRAS

| 04/12/2022

Tres millones de hectáreas a 20 centavos cada una

Tres millones de hectáreas a 20 centavos cada una
Muchas extensiones de tierra en pocas manos.
Muchas extensiones de tierra en pocas manos.

Además de las leyes de Frontera y de Premios Militares, hubo otras que aportaron a la concentración de grandes extensiones en el norte de la Patagonia. Los remates se daban a conocer en los diarios de Buenos Aires.

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Además de las dos normas centrales que dieron origen a la concentración de tierras en la Patagonia una vez que se concretara la llamada Campaña al Desierto, hubo otras menos significativas, pero igual de efectivas a la hora facilitar el acaparamiento. Fue el caso de la Ley Nacional 1265 o de Remate Público, por la cual precisamente se remataron en la región otros 3 millones de hectáreas a precios inverosímiles.

Una semana atrás comentábamos en El Cordillerano que en la base de la inequidad inmobiliaria que se evidencia sin disimulos en Bariloche, estuvieron la Ley 947, también conocida como Ley de Fronteras o Ley del Empréstito, y la Ley 1628 de Premios Militares. A través de la primera se financiaron las expediciones militares que se desarrollaron a partir de 1878 y hasta 1885. La segunda “benefició con tierras a quienes las llevaron a cabo”.

En tanto, en 1882, cuando todavía permanecían en libertad Namunkura, Sayweke, Inakayal, Foyel, Rewkekura y otros grandes loncos con su gente, se aprobó “la ley nacional 1265, también llamada de remate público, con igual objeto de fomentar el poblamiento de las nuevas tierras de frontera”, según estableció la historiadora Susana Bandieri, en su “Historia de la Patagonia” (Editorial Sudamericana-2005).

Como su nombre indica, “por esta ley se procedió a la venta en remate público de tierras fiscales a $0,20 la hectárea con una extensión mínima de 2500 ha y máxima de 40 000 ha, con obligación de poblar e invertir un capital mínimo. Las letras firmadas debían abonarse anualmente y los certificados de posesión tenían carácter de intransferibles. Los remates se llevaban a cabo en la Capital Federal, previa publicidad en los principales diarios porteños”, reconstruyó la investigadora.

Una vez más, hecha la ley… “Esta norma, si bien establecía límites a la posibilidad de adquisición individual, era de fácil transgresión, convirtiéndose en otro factor de acaparamiento de propiedad. Muchas veces, las tierras rematadas con fines agrícolas no eran aptas para esos fines sin previa infraestructura de riego, lo cual implicaba una fuerte inversión de capital que pocos estaban dispuestos a hacer”, aclaró Bandieri.

Concretamente, “tampoco esta ley se observó en la práctica, lo cual originó una cantidad importante de personas encargadas de ‘simular su cumplimiento’”. Aun así, “las ventas totales en remate público superaron los 5 millones de hectáreas distribuidas de manera muy desigual entre los distintos territorios nacionales, siendo el más representativo el caso de La Pampa. En la Patagonia se remató un total de poco más de 3 millones de hectáreas, del cual el 50 por ciento corresponde a la confluencia de los ríos Limay y Neuquén”, el actual enclave poblacional más significativo.

El esquema se completó con la célebre Ley 1501 o del Hogar, que se aprobó dos años después que la de Remate Público, “adoptando como modelo el proceso de colonización del oeste norteamericano”. Con su incorporación, “se intentaría la creación de algunas colonias agrícolas-pastoriles en los territorios nacionales sobre fines del siglo XIX, entre ellas las colonias indígenas”.

No obstante, “en los pocos lugares donde se llegaron a crear, las colonias fracasaron porque la ley no preveía instrumentos adecuados para garantizar el cumplimiento de sus objetivos y los lotes, de 625 ha cada uno, era inadecuados para la práctica de la ganadería extensiva, única posible cuando las superficies estaban en tierras de meseta”, razonó la historiadora. La extensión –625 hectáreas– se menciona en varios de los conflictos que todavía tienen actualidad.

A fin de cuentas, “las diferentes formas de apropiación inicial de la tierra puestas en práctica en la región a partir de la década de 1880 no hicieron más que facilitar la adquisición de títulos públicos por particulares en condiciones muy favorables. En muchos casos, sobre todo en el norte de la Patagonia, las tierras se mantuvieron incultas hasta que fue rentable su venta o posible su aprovechamiento productivo”. Tuvieron que pasar varias décadas.

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