19/11/2022

Sigue la fiesta de las ciberestafas y a los bancos no les cabe más el disfraz de irresponsables

Estas últimas semanas recibí varias consultas de débitos, préstamos y gastos en tarjetas de crédito totalmente desconocidos por los clientes de los bancos. Parece que el mundial distrajo a todo el mundo, incluso a los responsables de seguridad informática de los bancos.

Nunca dudé de la responsabilidad de los bancos frente a estos hechos. Los bancos ponen a disposición de los clientes una tecnología y son ellos exclusivamente quienes deben capacitar a los usuarios a su utilización –deber de consejo y de información-, ofrecer toda la seguridad a su persona y patrimonio –deber de indemnidad-, y  además ellos se benefician de ellas y deben así asumir el riesgo de la cosa –responsabilidad objetiva.

Entonces, es hora para los bancos de terminar con la fiesta de la inseguridad informática. El disfraz de irresponsables ya les queda chico, es hora de ponerse los pantalones largos.

Un buen empujoncito a que los bancos salgan de la fiesta, se los pueden dar los jueces. Tímidamente la justicia se anima a responsabilizar a los bancos. Al menos en abril de este año, la justicia hizo lugar a la indemnización de un cliente de Banco Macro, víctima de estafa digital, y además le ordenó al banco que no le descuenten las cuotas del préstamo que había obtenido el delincuente en su nombre.

Ahora bien, hace años que la justicia juega a la mancha venenosa con el daño punitivo. ¡No le tengan miedo! El instituto fue incorporado por el derecho estadounidense, y lo aplican desde 1851, siempre buscando el objetivo de retribuir, desestimular o prevenir conductas maliciosas, abusivas o crueles. La desinversión consciente y deliberada de los bancos en seguridad informática es suficiente motivo para aplicar el daño punitivo útil, y no meramente literario en las sentencias.

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