Elnaz Rekabi es una escaladora deportiva iraní de 33 años que en una reciente competencia en Corea de Sur hizo su actuación sin la hijab en el Campeonato Asiático. Al llegar al aeropuerto de Teherán fue recibida por una multitud que la recibió con vítores y aplausos.

 Poco tiempo después ella dijo que se le cayó “sin darse cuenta”, especialistas afirman que esta declaración parece haberse realizado bajo coacción. En Seúl las autoridades iraníes le sacaron el celular y el pasaporte.

Dos años antes la jueza internacional de ajedrez, Shohreh Bayat, apareció en una foto sin el velo en una competencia en Shanghái. Al principio intento explicar que lo tenía suelto, pero terminó solicitando asilo en el Reino Unido. Las amenazas de muerte la convencieron que esto era lo correcto.

El 13 de septiembre Mahsa Amini de 22 años de edad fue detenida por la policía moral iraní acusada de tener el velo demasiado suelto. La arrestaron junto al hermano quien fue testigo de cómo la abofetearon y golpearon en las manos y en las piernas, y probablemente en la cabeza, entró en coma y demoraron dos horas en llevarla al hospital donde falleció dos días después.

La policía negó su responsabilidad y dieron la versión de un infarto. Este ninguneo generó una ola de indignación como hacía décadas que no se veían, las que fueron reprimidas con violencia y detenciones masivas, generó centenas de heridos y doscientos quince muertos estimados, entre ellos veintitrés niños, en todo el país.

“Mujeres, vida y libertad” era la consigna en las calles, mientras algunas quemaban sus hijab o se cortaban el pelo subiendo las imágenes a las redes sociales. En las principales capitales del mundo hubo protestas y presiones diplomáticas exigiendo una investigación y el fin de las persecuciones.

Los estudiosos del  Islam declaran que en el Corán solo se pide que las mujeres sean discretas. El fanatismo y la ignorancia hacen lo suyo. Solo un grupo de valientes se anima a desafiar lo que el poder establece.