Un tribunal integrado por Marcos Burgos, Bernardo Campana y Guillermo Bustamante, rechazó el planteo de amicus curiae que realizó el Observatorio de Derechos Humanos de Río Negro y también un hábeas corpus que de puño y letra planteó Fabio Bonnefoi. Al hacerlo rechazaron retrotraer el traslado que dispuso el Servicio Penitenciario de Bariloche a Roca, en donde ahora está alojado.

María Inés Hernández y Ana Calafat, integrantes del Observatorio de Derechos Humanos de la provincia de Río Negro, habían planteado un amicus curiae pretendiendo torcer el traslado que dispuso el Servicio Penitenciario, alojando a Fabio Bonnefoi en el Pabellón 10 del Penal 2 de General Roca.

Casi simultáneamente, de puño y letra, Bonnefoi planteó un hábeas corpus pretendiendo ser devuelto al Penal 3 de Bariloche, apelando a diversos argumentos para sostener la petición.

En una audiencia que se realizó vía la plataforma virtual Zoom, participaron además de los nombrados hasta aquí, los fiscales Martín Lozada, Silvia Paolini y Tomás Soto y el defensor particular Jorge Pschunder, que comunicó además que dejará de asistir legalmente a Bonnefoi, quien se encuentra detenido con prisión preventiva, pero con condenas en instancia de apelación que lo obligarían a cumplir varios años de prisión.

En trazos gruesos puede señalarse que en los dos planteos resueltos por el tribunal, el estado de detención de Bonnefoi resultaba inhumano, ya que fue alojado en un espacio extremadamente reducido y en pobrísimas condiciones, y además alojado junto a otros internos, lo que generaba que eran demasiadas personas para el espacio disponible.

Sumado a las condiciones de hacinamiento, en los escritos se denunció que Bonnefoi es permanentemente objeto de malos tratos y agresiones por parte de los agentes del Servicio Penitenciario y de otros internos, permaneciendo encerrado casi la totalidad del día.

Ante la situación descripta, sostuvieron, la situación se agrava por diversas cuestiones atinentes a la salud del sujeto, que había iniciado consultas médicas en Bariloche por la presencia de una hernia y de un posible padecimiento de epilepsia.

La defensa de Bonnefoi y el Observatorio de Derechos Humanos señalaron que el tratamiento penitenciario que le están proveyendo al sujeto es peor que el de un refugado, violándose con ello la Constitución Nacional, los Tratados Internacionales y diversas normativas.

Pschunder denunció a los jueces por la falta de respuestas a los planteos y disparó “Cada vez que presenté estas cuestiones fueron rechazos sistemáticos y constantes. Todo se soluciona con pedidos de oficios que no sirven para nada y mientras tanto mi cliente sigue padeciendo situaciones de tortura”. Sus expresiones le valieron un llamado de atención de parte de Marcos Burgos, presidente del tribunal.

Para la fiscalía debían rechazarse los planteos efectuados, señalando que Bonnefoi está sospechado de haber perpetrado diversos hechos de estafas desde el interior de Penal 3 y que la prueba reunida en la investigación, a partir de escuchas telefónicas, es contundente. Además aseguró que Bonnefoi está involucrado en el ingreso y tráfico de estupefacientes a las celdas y que habría tenido algún grado de participación en la coordinación de robos pese a estar detenido y que además, hay elementos suficientes para afirmar que estaba planificando su fuga del Penal de Bariloche, que resulta de mínima seguridad. Fue esa cuestión justamente la que motivó al Ministerio Público a informar al Servicio Penitenciario y a aconsejar que se evalúe su traslado, que se terminó concretando el mismo día.

En tal sentido advirtió la fiscalía que en su etapa de detención en Bariloche, Bonnefoi protagonizó diversos incidentes, se autolesionó reiteradamente, emprendió una huelga de hambre y que además en el cumplimiento de las condenas más viejas, se había fugado cuatro veces.

Cuando el tribunal levantó el cuarto intermedio que decretó para evaluar los argumentos de las partes, Bonnefoi no aceptó el rechazo a sus peticiones y reaccionó acusando a los jueces de corruptos. Activó el micrófono de la computadora que utilizaba para participar de la audiencia y reiteradamente debió ser silenciado por parte del operador de la Oficina Judicial que controlaba el desarrollo de la misma. Bonnefoi logró activar el micrófono dos o tres veces más, mientras vociferaba contra los jueces y sacudía su dedo índice, hasta que finalmente fue expulsado de la sala virtual. La audiencia se reanudó hasta que los jueces del tribunal terminaron de expresar sus argumentos.