LA SEQUÍA, LAS CENIZAS Y MÁS NIEVE TAMBIÉN CONSPIRARON

| 14/08/2022

A casi 40 años de la nevada del 84, las majadas todavía no se recuperan

A casi 40 años de la nevada del 84, las majadas todavía no se recuperan
La nevada de 2020 causó una gran mortandad.
La nevada de 2020 causó una gran mortandad.

El 95 por ciento de los productores de la Línea Sur no supera la pequeña escala. Además, la lana rionegrina no se exporta por San Antonio Este, ante la carencia de lavaderos y establecimientos de peinado.

A casi cuatro décadas de la monumental nevada de 1984, todavía no se pudo recuperar “el volumen ganadero” de la Región Sur rionegrina. Hubo recuperaciones significativas hasta 2019, pero la que cayó en 2020, muy fresca en el recuerdo, representó también una mortandad elevada. A esa inmensa precipitación, también hay que sumarle la letal combinación de sequía y cenizas volcánicas que se produjo después de la erupción de 2011.

“A grandes rasgos, la zona sur de la provincia asienta su base económica en la ganadería ovina extensiva y, en menor medida, caprina, en tanto que la bovina es de baja escala debido a la calidad de las pasturas, con la sola excepción de la que se desarrolla en los grandes establecimientos, como la estancia Maquinchao”, según puede leerse en el tomo II de “Río Negro. Los caminos de la historia”, libro de cinco autoras que publicó en 2021 Pido la Palabra Editorial.

En particular, la aseveración está en el capítulo “La ganadería, los sectores comerciales y el cooperativismo”, que redactaron Susana Bandieri y María Morales, una auténtica radiografía de la querida Línea Sur. Su actividad ganadera “se sustenta fundamentalmente en la producción de tipo familiar”, a tal punto que “aproximadamente el 83 por ciento de los productores integran economías de subsistencia con menos de 400 cabezas totales, en tanto que otro 11 por ciento son economías minifundistas con menos de 1000 cabezas”.

Quiere decir que “mientras el 95 por ciento son productores de pequeña escala, solo el 5 por ciento constituyen unidades familiares capitalizadas o de tipo social empresarial”, concluyen las autoras. Los datos sobre los que apoyaron su trabajo son del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, y datan de 2015. Para los ajenos al sector, quizá sorprenda saber que “actualmente, no existen dentro de la provincia de Río Negro lavaderos ni establecimientos de peinado, por lo cual la totalidad de la lana producida ese vendida en bruto a empresas industrializadoras ubicadas, en su mayoría, en el polo lanero de Trelew”.

Consecuencia indirecta de esa ausencia, “la comercialización exterior se realiza a través de puertos chubutenses, en lugar del rionegrino de San Antonio Este”, afirma la investigación. A esa carencia estructural hay que sumarle imponderables que nos son muy conocidos. “La zona sur rionegrina se ha enfrentado a importantes inclemencias climáticas, incluso algunas de las que solo se tiene registro a través de la oralidad o de menciones en libros históricos de las escuelas”.

Parece ser el caso de “las heladas de 1948 o la sequía de 1960”. En tanto, “la nevada de 1984 –la más recordada por su intensidad– sacudió violentamente a la economía regional, tanto es así que desde entonces los productores no han podido recuperar su volumen ganadero”, afirma el artículo de las historiadoras. “No obstante, cabe mencionar que durante el año 2019 la producción ovina de Río Negro logró recuperar en parte su stock de animales, llegando casi a 1.250.000 cabezas, con una producción de lana de 4.000.000 millones de kilogramos, según datos proporcionados por el SENASA, aunque las condiciones climáticas posteriores que mencionáramos han vuelto a golpear más recientemente al sector”.

Se refiere el texto al fenómeno que se produjo en plena pandemia. “El proceso de recuperación iniciado en el año 2019 fue trastocado negativamente por las nevadas del año 2020 que provocaron en la región una pérdida estimada de 100 mil ovinos, 15 mil caprinos y unos 5 mil vacunos. Las consecuencias variaron según la zona, pero el promedio estimado de mortandad rondó entre el 20 y el 40 por ciento de las majadas, mientras que en los campos de mayor altura la mortandad llegó hasta el 80 por ciento”. Abrumador.

El libro que consultamos se publicó el año pasado. Bandieri y Morales aclararon que, al momento de poner punto final a su trabajo, no contaban con datos oficiales nuevos, “ya que dentro del contexto de la pandemia no se han realizado relevamientos por parte de los organismos provinciales”. Pero afirmaron que para “el caso de los pequeños productores, incluidas las comunidades originarias, existen condiciones estructurales que exceden las circunstancias específicas de las crisis antes mencionadas”, es decir, las climáticas. La eterna postergación de la Línea Sur.

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