Para la misma época, arribaban a la zona los bandidos que luego se harían célebres y todavía existía una toldería frente a la isla Huemul.

Gruffanti, Alaniz y Pietrapiana. ¿Una línea media de cuando los 11 jugadores se paraban con el esquema 4-3-3? ¿De qué equipo? Nada de eso… La remembranza no tiene que ver con el fútbol, es más, de cuando los hombres en cuestión actuaron en la zona de Bariloche, no hay noticias sobre la práctica del deporte más popular. Héctor Gruffanti, José Alaniz y Alfredo Pietrapiana fueron sucesivamente los primeros comisarios del Departamento Bariloche, en los albores del siglo XX. Época difícil.

A comienzos del 1900, “los maruchos llegaban con sus rodilleras de chiva, con los pelos escarchados, con su tristeza indiana”, describió Julio Riesgo, en un artículo que dató en 1973. Por las dudas, recordemos que maruchos se llamaba a los muchachitos que, en las épocas de las tropas de carros, se encargaban de algunas tareas consideradas menores, como tener el fuego listo, hervir agua para la comida o calentarla para el mate, además de abrevar las mulas.

“Era cuando el maitén, en las grandes nevadas, solo sería único sustento del caballo de silla”, continúa su panorama. Riesgo fue un ingeniero que estuvo al frente de la Dirección de Arquitectura de Río Negro y que residió durante décadas en Bariloche. Evidentemente, se apasionó por el pasado de la región y legó numerosos artículos, muchos de los cuales están reunidos en el libro “Bariloche ¡cuando era ayer!”, que se publicó en 1991.

“Era cuando frente a la isla Huemul y cerca a la hoy ruta Llao Llao quedaban restos de tolderías de Quinchahuala, cuyo apodo fue el cacique del engrudo”. Más o menos en forma simultánea, “acababan de llegar a Cholila, aquella Laura Buillón o Ethel Rose o Mrs. Place, el tan tristemente célebre Sundance Kid y el legendario bandido James Ryan”. Los dos primeros conformaron la no menos famosa banda con Butch Cassidy.

Es más, el trío “poseía una estanzuela (sic) cercana a Valle Nuevo –hoy El Bolsón–, dueños ya de unas cuantas decenas de tropillas y más de 3000 ovejas”, rememora el escrito. “Era cuando el cuatrerismo y el bandidaje asolaba todo rincón patagónico y las viviendas sencillas encerraban su miedo apenas oscurecía. Era cuando llegó el primer comisario, a horcajadas de un caballo, cumpliéndose la otrora orden del general Liborio Bernal quien siendo gobernador del Territorio de Río Negro iniciara el nombramiento de Pefaure, en 1897, para encargado del Registro Civil”.

Si bien Riesgo no apuntó fuente, pareciera que precisamente, los papeles de la última repartición fueron fundamentales a la hora de reconstruir las historias que compartió con las y los lectores barilochenses en las décadas de 1960 y 1970. También otros archivos, claro. Así supo que Héctor Gruffanti “estaba en servicio el 23 de septiembre de 1931” y que falleció el 19 de noviembre del mismo año, con solo 31 años de edad.

Fue “comisario o sustituto”, José Alaniz, que contaba con 38 años al momento de asumir, y actuó entre 1902 y 1904. Luego, la nómina encuentra a Alfredo Pietrapiana, también como “comisario o sucesor”, quien se desempeñó entre 1904 y 1907. Más o menos por la misma época, actuó Marcelo Napal en “Chinquiniyén (sic)”, “cuando ese paraje de hoy tenía tanta población como Bariloche de entonces”. Difícil la época.

Por otro lado, también se sabe que el comisario Miguel Cano se desempeñaba “con Puesto Policial en el nacimiento del río Limay desde 1903” y que el “encargado del Destacamento Policial de Comallo, Alfonso Enrique del Carretto”, contaba con 24 y estaba en su puesto en 1902. En tanto, el “primer empleado-escribiente”, fue José de García, quien contaba con 25 años en 1904.

Su sucesor fue Eduardo Beovide, de 29 años, “desde el 1° de julio de 1905. El mismo hombre fue encargado “del Registro Civil del Departamento Bariloche en 1898”. El “primer agente policial desaparecido en el llamado San Carlos”, fue Efraín Giménez. “Su muerte fue denunciada ante el juez de Paz, en 1904, por el comisario Alaniz”, reconstruyó Riesgo para su semblanza.

Según su rastreo, la primera comisaría se levantó en una esquina de Moreno y Palacios. La segunda, en O’Connor a la altura de la Iglesia Catedral y la tercera, sobre Moreno, “a 150 metros al oeste del Mercado Municipal”, es decir, de su intersección actual con Villegas. Eran “levantadas con adobe, revestidas en parte con madera, con piso natural -de tierra-; por techo, ramas y barro, que al tiempo son tejuelas”.