Muchos abogados penalistas argumentan que cualquier herramienta es válida a la hora de aliviar la situación de su cliente-defendido. Otros, en cambio, sostienen que existen algunos límites éticos que conviene no atravesar. Rubén Antiguala se enrola claramente entre los primeros. Convocado con cierta urgencia para ejercer la defensa de Luis Fernando Cronenbald, el acusado de haber asesinado a su exexposa y madre de su hija de 7 años en Catriel, eligió una estrategia al límite. Desviar la atención hacia “un entramado del narcotráfico”.

Pocos minutos le alcanzaron para llegar a esa conclusión. El miércoles a la noche, cuando Cronenbald decidió guiar a la policía hacia el sector donde estaba enterrado el cuerpo de Patricia Rendón Rodríguez, tenía un defensor oficial, Mario Nolivo. La búsqueda y exhumación del cadáver se prolongó hasta la madrugada. Horas después, el imputado fue trasladado hasta los Tribunales de Cipolletti para realizar la audiencia de formulación de cargos.  Ese jueves, a las 14 horas, se presentó Antiguala como el nuevo responsable de la defensa. Tuvo que pedir un cuarto intermedio de media hora –que finalmente se prolongó durante 45 minutos–, para conversar con su cliente y poder definir la estrategia a llevar durante la audiencia.

Ese tiempo, más lo que le llevó al fiscal Gustavo Herrera la presentación de la acusación, le alcanzó al abogado particular para sacar algunas conclusiones: descalificó la hipótesis oficial, a la que calificó de fantasiosa, y apuntó sus cañones contra una conspiración. “Acá se está tapando un entramado del narcotráfico. Hay personas que intervinieron para llevar a la muerte a Patricia; no así mi cliente”, enfatizó. Y también expresó que “la teoría del fiscal no se ajusta a la realidad”.

En esa oscura trama habrían participado efectivos policiales, narcotraficantes y hasta “un colombiano” –al que no identificó–, que le habría prestado una gruesa suma de dinero a la mujer. Para Antiguala, Patricia Rendón había tenido muchos gastos en el último tiempo y recurrió a un prestamista para poder cubrir esos descubiertos. Al no poder devolver ese dinero, la organización tomó una siniestra venganza.

La estrategia del defensor fue redoblar la apuesta argumental: en esa conspiración intervinieron narcotraficantes y policías vinculados a esa mafia. Enfatizó que a su cliente le “plantaron” el celular de la víctima para incriminarlo; y que fue “apretado por la policía” para decir dónde estaba el cuerpo. Y llegó a apuntar que a Cronenbald “lo guiaron” hasta el lugar donde estaba el cadáver. Y reclamó la nulidad de las dos pericias.

“Lo cierto es que la señora tenía deudas, que se metía con gente extraña, como colombianos donde dan créditos para pagar deudas y no sabemos qué ha pasado”, dijo. E insistió en la inocencia de su cliente, al que presentó como “un padre preocupado” por su hija.

La jueza Agustina Bagniole rechazó los pedidos del defensor, porque se contradicen con las distintas pruebas que se presentaron durante la audiencia. Y porque no presentó otros elementos probatorios que permitieran dar credibilidad a sus aseveraciones. Lo concreto es que las pericias telefónicas demostraron que los celulares de Patricia y del propio Cronenbald pasaron por las mismas antenas todo el día miércoles. Y que algunos testigos lo vieron dirigiéndose hacia el lugar donde apareció el cadáver en el vehículo Renault Fluence. Allí se encontraron manchas “compatibles con sangre”, que serán periciadas en un laboratorio genético.