“Estaba como si recién lo hubiesen dejado”, rememora Pamela, la hermana de Santiago Arriagada.

El caso conmocionó a la ciudad en octubre del año pasado. Un joven de dieciséis años, del cual se desconocía el paradero desde hacía un par de días, fue hallado muerto junto al santuario del Gauchito Gil.

Imágenes de las cámaras de seguridad del Shopping Patagonia mostraron que el muchacho había partido del lugar junto a su presunto padre biológico, Luis Díaz -quien no lo había reconocido legalmente como hijo.

Luego, Díaz, expolicía, apareció internado, supuestamente tras haber intentado quitarse la vida, y le habría dicho a un hijo -empleado policial- que fue él quien mató a Santiago.

“Todavía no sabemos cuándo será el juicio, aunque creo que probablemente nos informarán esta semana”, dice Pamela, quien añade que Díaz "comentó que había discutido con Santiago en la camioneta, lo tapó con una manta y lo asfixió”. 

“Según él, porque mi hermano –que ya no puede decir nada– quería una bici y no sé qué más…”, apunta, para luego afirmar: “Creo que lo hizo por placer, y si queda libre lo va a volver a hacer”.

“Mi hermano jamás le iba a levantar la mano, más sabiendo que era el padre”, considera. Con respecto a ese punto, añade que, más allá de que un análisis de ADN en diciembre dio que Díaz no era el progenitor, la familia de Santiago intentó realizar, de manera privada, otro estudio, pero no encontraron una respuesta positiva desde la fiscalía para acompañar la acción. “Nos impactó que el examen saliera negativo; yo hablé con mi mamá, y ella está segura de que él es el padre”, afirma Pamela. 

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En cuanto al hecho en sí, Pamela, que el martes participó en la denominada "Marcha del dolor", sostiene: “Supuestamente lo mató el mismo viernes 29 de octubre en que desapareció, pero hay cosas que no cierran. El cuerpo de mi hermano estaba limpio, incluso las medias, a pesar de que no tenía zapatillas. Si hubiese estado en ese lugar todo el tiempo, lo hubieran encontrado sucio”.

Añade que ese fin de semana era Halloween. “Muchos fueron a ver al Gauchito Gil, por una cuestión de creencias, y no notaron nada”, apunta, y señala que el hombre que dio con el cuerpo el domingo lo “vio enseguida”, ya que “de las rodillas a los pies estaba al descubierto”, con el resto de la fisonomía tapada por chapas. Pamela reflexiona que, si era tan fácil de detectar, alguna de las personas que acudieron previamente por la festividad pagana lo habrían observado con anterioridad. Es decir, pone en tela de juicio que el cadáver haya estado siempre ahí, o incluso que hubiera fallecido el día de su desaparición. 

“Hay chicos que contaron que lo vieron en una fiesta, en el barrio El Frutillar, el sábado por la noche, madrugada del domingo, pero ahora dicen que no saben si recuerdan bien si era él, porque cuando fueron citados a la fiscalía cambiaron la versión”, expresa.

En ese punto, remarca que cámaras de seguridad habrían registrado imágenes a las "5.33", en ese lugar, donde se observa una camioneta “idéntica a la de Díaz”.

“Deseamos que se haga justicia. Le quitó la vida a mi hermano… Tendría que estar adentro de por vida”, suspira Pamela.

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