UNO EN EL ÑIRECO, OTRO EN PICHILEUFU

| 15/05/2022

Lefipán y Salaberry, dos que estaban antes de Wiederhold

Lefipán y Salaberry, dos que estaban antes de Wiederhold
Vista área de Bariloche (1936). Foto: Antonio Lynch. Colección Ayerza Lynch. Archivo Visual Patagónico.
Vista área de Bariloche (1936). Foto: Antonio Lynch. Colección Ayerza Lynch. Archivo Visual Patagónico.

En general, se asume que el osornino levantó su almacén de ramos generales en 1895. Pero, al menos dos años antes, está documentada la presencia en la zona de gente que se anticipó a su llegada.

Si en general se afirma que Carlos Wiederhold instaló su almacén en la zona en 1895, hay que discutir su condición de fundador o primer habitante de la zona, porque dos años antes ya tenían residencia en los alrededores dos personas de orígenes muy distintos: Nazario Lefipán en la zona del arroyo Ñireco y Fermín Salaberry en derredor del Pichileufu. La aseveración surge de consultar el libro “Bariloche, ¡cuando era ayer!”, de Julio Riesgo.

La descripción del autor sitúa al lector en 1893, “un paraje solo turbado por animales silvestres y ganado bagual, recorrido por el río Pichileufú (sic) y a escasas nueve leguas al este de un lugar selvático donde se alzaban coihues, lengales y cipreses andinos, entre tupidos cañaverales, varios pedreros y mallines, con montes y cerros a un lado y la imagen del majestuoso lago al otro”.

Según Riesgo, quien fuera vecino de Bariloche por tres décadas en la segunda mitad del siglo XX, “allí al pie del arroyo Ñireco estaba el único poblador de leguas derredor: un indígena llamado Nazario Lefipán, que vivía de pequeña huerta y crianza de aves, con su compañera Carmelita Quidulef y varios hijos. Ese lugar se conocería en 1895 como San Carlos y ya en 1900 como San Carlos de Bariloche”.

En general, se atribuye la denominación, que inclusive hoy es denominación oficial de la ciudad, a la apertura del almacén San Carlos. A unos kilómetros de aquí, “el ocupante del Pichileufú era Fermín Salaberry, navarro, nacido en 1850, que había sido peón de mulas, arriero, carrero y trotamundos hasta que conoció a Fermín Pazos, en 1890, ganadero radicado en los alrededores de Mercedes de Patagones (hoy Viedma) quien lo tomó a su servicio”.

El artículo original de Riesgo se publicó en el diario “Faro de España” en agosto de 1986 y tenía como finalidad, destacar las andanzas de inmigrantes españoles a estas latitudes, de ahí que en el resto de su texto se soslaye a Lefipán y Quidulef, para poner énfasis en Salaberry otros peninsulares de llegada posterior. “La soldada recibida (el pago) y algunos ahorros, más el apoyo de Pazos y conocer las facilidades para obtener tierras en sitios despoblados, le hizo aventurarse al oeste con pequeña tropa de yeguarizos y un arreo de cientos de vacunos”.

Para cumplir ese cometido, “tres arrieros contratados de palabra le acompañarían en una especie de odisea, buscando campos feraces, con reparos para proteger el ganado, con cercano bosque y suficientes manantiales, aguadas y preferentes cursos de agua”. La pequeña partida demoró en llegar a destino. Después de seguir el curso del río, “al transcurrir siete meses largos, pasado el fuerte Chacabuco avistó el gran lago, ese Nahuel Huapi que le contaran con las estribaciones cordilleranas a lo lejos y al rebasar la desembocadura de aquel para formar el río Limay, vislumbra lo que sería su asiento definitivo junto al Pichileufú”.

Las instituciones estatales demoraron unos años más en concretar su arribo. “No es de olvidar que el registro civil de la zona se abrió el 3 de septiembre de 1897. Fue su encargado José Luis Pefaure, con asiento de tres leguas al norte; y que se generó el arbitraje con Chile el 17 de abril de 1896. Un destacamento militar, compuesto por diez hombres –era jefe el alférez Lino Millán– funcionaba en 1899 en San Carlos”, detalla el recuento de Riesgo.

El grupo se acrecentó con el arribo del nuevo siglo. “En 1900 llegó su hermano Manuel y poco después Salvador Gil, ambos españoles. Quedó el segundo en la vecindad de sus tierras”. En general, poco se sabe que “Fermín Salaberry puso a disposición el solar del que era dueño en la hoy Mitre, calle principal barilochense, donde tenía una pieza de  6x4, con piso de tablones (y) paredes de tablas encimadas, puertas y ventanas rústicas y techo con tejuelas de alerce trabajada con hacha siguiendo la veta”.

Esa cesión tuvo trascendencia porque “ahí funcionó la primera escuela del hoy San Carlos de Bariloche”, estableció Riesgo. Varios años después, claro... La presencia de Lefipán, Salaberry y seguramente muchos otros, explica el porqué del almacén San Carlos: si Wiederhold efectivamente fuera el primero, ¿a quiénes le iba a comprar o vender?

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